Vivimos en un mundo donde el modelo económico lineal (consumir y desechar) es insostenible. Una economía circular es una alternativa atractiva y viable que se ha empezado a explorar en el ámbito empresarial.

La economía circular es un sistema en el que se minimiza la generación de residuos y se maximiza la reutilización, reciclaje y valorización de los recursos existentes. En lugar de seguir el modelo lineal de "tomar, hacer, desechar", la economía circular busca cerrar los ciclos de producción y consumo, reduciendo al mínimo la extracción de materias primas y el vertido de desechos.

Por esta razón, desde mi despacho nos hemos acercado a organizaciones no gubernamentales, instituciones, ministerios y activistas en busca de proponer acciones y un marco normativo para atender la necesidad latente de disminución y gestión de residuos.

Costa Rica es conocida internacionalmente por su compromiso con la protección del medio ambiente y la búsqueda de la sostenibilidad. Hemos sido pioneros en la promoción de energías renovables y la conservación de nuestros ecosistemas naturales. Sin embargo, no podemos detenernos en este punto. La economía circular es el siguiente paso en nuestro camino hacia un futuro próspero a nivel económico y ambiental.

Quienes han estudiado el modelo de prolongación del tiempo de vida útil de los productos identifican seis actividades que son pilares para que una industria genere valor a través de la circularidad. Estos pilares son:

  1. Fabricar para durar.
  2. Acondicionamiento y renovación de los productos usados.
  3. Transacciones artículo por artículo.
  4. Actualización de características y funcionalidad.
  5. Modelo de repuestos.
  6. Reparación.

De estos seis pilares podemos extraer dos potenciales roles fundamentales que pueden tomar las empresas: el rol de las industrias manufactureras que crean los productos y el de las compañías que proporcionan servicios de reparación, actualización, acondicionamiento o mantenimiento.

La economía circular nos ofrece la oportunidad de proteger nuestros valiosos recursos naturales. Costa Rica cuenta con una biodiversidad asombrosa, con una gran variedad de especies y ecosistemas únicos en el mundo y, al adoptar este modelo impulsamos acciones para preservarlos para las generaciones futuras.

En segundo lugar, la economía circular tiene un gran potencial económico. Al impulsar la reutilización y el reciclaje, creamos nuevas oportunidades de empleo y promovemos la innovación. Las empresas tendrán la oportunidad y se verán incentivadas a desarrollar modelos de negocio sostenibles que generen valor económico al tiempo que minimizan su impacto ambiental. Esto no solo fortalecerá nuestra economía, sino que también mejorará nuestra competitividad a nivel internacional. Cada día son más los mercados que exigen medidas concretas en lo que respecta a mitigar el cambio climático.

En Europa, por ejemplo, se tiene planteado el Plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea el cual se encuentra en línea con la meta de neutralidad climática que esta zona económica tiene establecida para el 2050. Las propuestas establecidas en esta ruta incluyen el impulso a los productos sostenibles, capacitar a los consumidores de cara a la transición ecológica, la revisión de la normativa sobre productos de construcción y una estrategia sobre textiles sostenibles. Costa Rica debe alinearse con esta corriente, dado que, según datos del Ministerio de Comercio Exterior, para el primer trimestre del 2023, Europa tuvo una participación del 22% en las exportaciones país, siendo la segunda región de mayor importancia.

Los mercados más atractivos a nivel internacional, han llegado a comprender y procesar que la producción y el consumo insostenibles son responsables de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero y consecuentemente del calentamiento global. Al adoptar la economía circular, podemos reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y disminuir nuestras emisiones, avanzando hacia una economía baja en carbono.

Pero para lograr una transición exitosa hacia este modelo, necesitamos el compromiso y la colaboración de todos los sectores de la sociedad. El gobierno debe desempeñar un papel clave en la creación de políticas y regulaciones que fomenten la adopción de prácticas circulares. Las empresas deben asumir la responsabilidad de repensar sus modelos de negocio y adoptar prácticas más sostenibles. Y como ciudadanos, debemos ser conscientes de nuestras decisiones de consumo y esforzarnos por reducir nuestro impacto ambiental.

En esta línea, la Estrategia Nacional de Economía Circular, proviene de un marco interdisciplinario, interinstitucional y plurisectorial. Esto en palabras sencillas quiere decir que involucró desde las instituciones públicas como los ministerios de Salud, Ambiente, Industria y Comercio hasta la Academia y el sector empresarial nacional.

En Costa Rica, ya hemos dado algunos pasos en la dirección correcta. Hemos implementado políticas de gestión de residuos y promovido la separación y reciclaje. Sin embargo, debemos ir más allá y establecer un marco integral que abarque todos los sectores y fomente la innovación y la colaboración. Por esta razón, desde mi despacho como diputado y en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, así como con el apoyo de ONGs, organizaciones sectoriales hemos promovido la realización de espacios que nos permitan construir ese marco normativo que aún no tenemos en nuestra legislación.

La economía circular es una herramienta poderosa para el desarrollo económico de Costa Rica, nos permite proteger nuestros recursos naturales, impulsar nuestra economía, crear empleos verdes y abordar el cambio climático. Es un enfoque que nos beneficia a todos, tanto a nivel individual como colectivo.

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