Bazaar. Londres, años sesenta del siglo XX era el lugar para ser joven, se respiraba un aire de optimismo y libertad. Tuvo lugar el llamado Swinging London. Los Stones y los Beatles sonaban en aparente rivalidad, mientras que en las calles de esa ciudad las faldas se acortaban vertiginosamente mostrando piernas femeninas y levantando cejas. Mucho tuvo que ver con este fenómeno cultural la diseñadora londinense Mary Quant, quien abrió en 1955 la mítica tienda Bazaar junto a su socio y marido Alexander Plunket Greene en King´s Road.
Una nueva era. Atrás quedaban los conservadores años cincuenta, la juventud tenía ganas de divertirse y emanciparse de los aburridos discursos del pasado. La precursora de la minifalda fue sin duda Mary Quant, aunque ella declaró que esta prenda nació en las calles de Londres, y que sus diseños no pretendían provocar a nadie, sino que la idea era facilitar que las jóvenes alcanzaran a tomar el transporte público con comodidad. Pero, ya era tarde, la piel estaba hecha para mostrarse y surgía la industria de las boutiques de moda, abuelitas de lo que después sería la moda rápida o depeche mode. Mary Quant murió en Surrey a los 93 años el 13 de abril de 2023.
La píldora anticonceptiva, los jipis y la contracultura. En los años cincuenta, la industria farmacéutica eligió Puerto Rico como el primer sitio de experimentación con mujeres para las píldoras contraceptivas, el lugar no fue fruto del azar: la pobreza, y las pocas condiciones de control para llevar a cabo la investigación fueron determinantes. En los años sesenta del siglo pasado, con un producto más seguro, una soltera podía decidir sobre su sexualidad en los mismos términos que un hombre sin temer a un embarazo, se supone que eso catalizó la revolución sexual, pero no necesariamente mejoró los roles femeninos que había establecido el patriarcado. Dicho en sencillo, en vez de lavar en una máquina lavadora, la mujer del jipi, lavaba la ropa en los ríos sin usar contaminantes, pero el papel del hombre y la mujer seguía siendo esencialmente el mismo. La contracultura se notó más en la búsqueda de la paz, el desprecio a los bienes materiales, la experimentación con las drogas recreativas, y con una actitud despreocupada hacia la vida. El contrapunto o reacción llegaría, sobre todo en los Estados Unidos de Norteamérica, con el materialismo exacerbado de los años ochenta del siglo anterior, los yupis y el culto a la imagen propia y ajena, religión que no se abandonaría ya nunca más.
Los feminismos. Así, en plural, iniciaron a finales del siglo XVIII, y se trató de que las mujeres fueran reconocidas como sujetos humanos y sujetos de derechos, porque la realidad que hoy damos por sentada no siempre fue así, y ellas nunca fueron una minoría, y, sin embargo, han tenido y siguen luchando por el reconocimiento de un trato igualitario. ¿De que otra manera se explica que una fémina reciba menor remuneración que un varón por realizar el mismo trabajo? Cualquier reivindicación es tachada por los grupos conservadores como “ideología de género”, aunque no tengan la menor idea de lo que esto significa.
Lecciones de la historia. Si en un momento dado el matrimonio interracial estuvo prohibido y era visto con asco; si todavía existen seres que piensan que la mujer fue creada para servir al hombre, las arenas del tiempo borrarán los prejuicios y las estupideces que sean necesarias. Estimado retrógrado, usted use el burka mental de su preferencia, pero nunca limite a ninguna mujer a lucir una hermosa minifalda, no para ser un objeto de deseo al servicio masculino, sino para que ellas sean plenas, libres y bellas.
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