Los resultados preliminares de las evaluaciones educativas compartidas la semana pasada muestran un preocupante nivel de fracaso escolar. La mayoría de los estudiantes obtienen calificaciones por debajo del mínimo requerido para aprobar. Este resultado es, sin duda, consecuencia de años de funcionamiento atípico y del apagón educativo. Estas evaluaciones fueron creadas en cada centro sin estandarización ni comparabilidad entre ellos. Por lo tanto, los resultados son un llamado de atención, sin embargo, no hay una certeza actual de la dimensión del problema y no se sabe con precisión la desigualdad en las brechas de aprendizaje.

Recientemente, escuché una conversación entre dos amigas que refleja la realidad que está sucediendo en nuestro sistema educativo. Una madre dijo: “Mi hijo ya está en sexto grado y yo veo que no sabe leer” y la amiga compartió que su hija también asiste a la escuela, pero el docente que tiene no va mucho y tampoco está aprendiendo. La idea de un estudiante en sexto sin saber leer en Costa Rica es muy alarmante y parece exagerada. ¿Podrá ser que tan invisibles tenemos a los estudiantes que estamos retrocediendo tanto sin darnos cuenta? ¿Será la preocupación de esta madre un caso aislado o un problema más estructural?

Tenemos dos hechos. El primero, la evaluación realizada, no la ideal para ver el impacto de años atípicos en el aprendizaje, arrojó advertencias. El segundo, el sistema de educación si bien arrastra deterioro, tuvo un funcionamiento atípico que se acumuló por años, entre las huelgas y el apagón en la pandemia.

Además, hay razones para creer que en años más tempranos la brecha del aprendizaje puede ser más amplia. Específicamente con lectura, ya que es un proceso sensible al tiempo. Se aprende en los primeros años de la escuela y después se usa la lectura para seguir aprendiendo. Debido a la disminución del tiempo de clase por huelgas y pandemia, y la falta de medición estandarizada, es probable que tengamos estudiantes sin saber leer en años donde ya no se enseña a leer.

Por lo tanto, es urgente prestar atención y medir con precisión esta situación. El problema de raíz ha venido gestándose durante años. El Banco Mundial ha creado el concepto de "pobreza de aprendizaje" para describir la situación en la que un niño o niña de 10 años no sabe leer ni comprender un texto simple. Esto demuestra el deterioro mundial de los sistemas educativos en los que ir a la escuela y pasar de grado ya no es sinónimo de aprender.

Con el cierre de las escuelas, la situación se ha agravado aún más y ha tenido graves consecuencias para la desigualdad tanto dentro como entre los países. A pesar de la vida que sigue y del tiempo que pasa, muchos estudiantes avanzan de grado sin haber aprendido lo que debían aprender para continuar.

La única esperanza para los estudiantes que después del apagón no saben leer es ser identificados. Por eso, es una buena noticia que la ruta de educación presentada por el Ministerio de Educación incluya evaluaciones diagnósticas al inicio del año y evaluaciones al final. Sin embargo, es crucial que estas evaluaciones sean estandarizadas, incluyan lectura y sean aplicadas a todos los años escolares. Además, es importante que los resultados se compartan con el país para que todos conozcan la realidad de la situación.

Para recuperar el aprendizaje después del cierre de los centros educativos, es esencial medir, tomar acciones concretas basadas en los resultados y volver a medir. Es necesario establecer un proceso transparente, en el que se rindan cuentas y se llame a la sociedad a hacer un esfuerzo extraordinario en conjunto después de circunstancias extraordinarias.

Si no dimensionamos la gravedad de esta situación, la próxima generación sufrirá enormemente. Se les negará el acceso a la educación, al trabajo y a una vida digna, lo que significará que no podrán desarrollarse plenamente en la sociedad. Si no medimos con precisión las brechas de aprendizaje, el tiempo seguirá y estaremos condenando a toda una generación y al futuro de nuestra democracia. ¡No podemos permitirnos que esto suceda! Es hora de tomar medidas efectivas para asegurar que el proceso de aprendizaje sea visible en las aulas y que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades para alcanzar su máximo potencial. Colectivamente, mantengamos nuestra mirada en la educación del país. Que sea visible el proceso de aprendizaje en las aulas.

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