El gobierno israelí, con Benjamín Netanyahu de primer Ministro, se encuentra en un momento de choques internos importantes, pero sabe que no puede dejar de lado su situación externa inmediata más importante: el tema palestino, por cuanto en las circunstancias actuales lo que ocurre en territorio israelí tiene sus repercusiones con respecto a los territorios palestinos y viceversa, están más correlacionados de lo que quisieran.

Se suma que la composición actual del gobierno tiene entre sus miembros a parlamentarios de línea dura, tales son los casos de Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich que tienen posiciones incluso radicales sobre la relación con los palestinos, la seguridad del Estado y la situación política de los asentamientos e inclusive con discursos incendiarios y peligrosos.

Por otro lado, la reforma judicial que impulsa el gobierno genera desconfianza en quienes la consideran una amenaza a la democracia del país, con aspectos como la intromisión en asuntos de los otros poderes o el favorecimiento de acciones que atentan contra la seguridad jurídica del país, incluyendo el manejo de fondos públicos o la defensa de políticos cuestionados por asuntos con la justicia, aunque en este sentido no hay una prohibición real de participación política salvo que haya sido debidamente juzgado.

Aun así, quienes apoyan la reforma, consideran que es “necesaria” debido a acciones de la Corte Suprema que según ellos ha tomado atribuciones que no les corresponde. Los detractores de la medida, por su parte, señalan el problema de fondo de querer cambiar el blindaje de las leyes para revertir una decisión de la corte queriéndolo implantar en mayoría simple, lo que en el marco de una coalición débil (como la actual) conllevaría aprobar leyes que incluso podrían violentar los derechos fundamentales de algún grupo.

Las dudas sobre la reforma judicial ha llevado a una serie de protestas sociales en las principales ciudades de ese país con una respuesta de las autoridades con represión en algunos casos y arrestos. También figuras públicas; tanto políticas como de otros ámbitos consideran que la reforma no es conveniente. Incluso, yendo más allá, están quienes le llaman a esto la “Primavera israelí”, aunque el término podría verse un tanto exagerado.

Por si fuera poco, el tema palestino se va haciendo progresivamente más inestable. Intentos de atentados contra militares israelíes en puestos de control o contra civiles tanto en las ciudades israelíes como en las zonas de la Margen Occidental en disputa con los palestinos. Esto ha llevado a una serie de operativos por parte de Israel para golpear a las facciones palestinas que ejecutan los actos, pero generando también afectación a los civiles palestinos en los territorios incluyendo muertes.

Hay mayor tensión cuando se ven surgir de nuevas facciones tales como “Foso de Leones”, uniendo ex miembros de las fuerzas de Fatah y ex miembros de facciones islamistas, por lo logran unir en un solo discurso las posiciones nacionalistas y religiosas palestinas.

Este grupo es una amenaza también para el liderazgo de Abbas, quien podría tener sus días de líder contados, por edad o por desgaste político que quieran verlo renunciar a su posición de poder y, además, que se intenta exaltar a las facciones a las puertas del Ramadán musulmán y lograr incentivar un levantamiento popular paramilitar y civil como en la segunda intifada.

Requieren un símbolo, quizás otro ataque vergonzoso como el realizado por israelíes de asentamientos contra la aldea palestina en Huwara o el intento de atizar el fuego de la rebelión en un momento en un momento donde el gobierno de Netanyahu tiene abiertos dos frentes a la vez, sin una posición de ventaja real en ninguna de las dos y donde la polarización, así como los ánimos, lo ponen en una delicada situación de ruptura entre el incendio interno o la rebelión externa y el entorno internacional podría no ser en este caso un cheque en blanco tan efectivo.

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