En algunas oportunidades, son unos cuantos los que cargan con el peso del momento histórico, hoy la hazaña debe ser colectiva. Un avión pesado y lento que se acercó demasiado al precipicio, que no tiene fuerza en sus turbinas para despegar, no puede ser asunto de uno solo ni de pocos.
El destino, mientras coloca una carga liviana sobre los hombros de algunas generaciones, a otras les asigna responsabilidades trascendentales vinculadas con el futuro de las que vendrán. Nadie, con alto sentido de responsabilidad, puede en esta hora dar la vuelta y desentenderse.
Aunque tengamos en escena una obra oscura, cargada de incertidumbre, con pésimas actuaciones en los papeles estelares, existe la oportunidad de escribir un libreto distinto.
Emancipación intelectual. Estamos determinados por ideas y para cambiar, debemos desafiarlas. Desafiar verdades y mitos, como las que nos repiten que no es posible alcanzar niveles de prosperidad a menos que retrocedamos a los planteamientos de los años 60’s y 70’s. Desafiar las ideas que endurecen en nuestras mentes la creencia de que ciertas empresas públicas e instituciones obsoletas, pero con gran peso simbólico de una época, son intocables.
No es cierto que alguien que asuma la posibilidad de un Estado eficiente, moderno, digital, innovador, descargado de todo aquello que lo escurre económicamente sin los resultados esperados, sea un enemigo de la función estatal, todo lo contrario. En los momentos más críticos de la pandemia, la economista francesa y premio Nobel de Economía Esther Duflo señaló:
Nos está recordando por qué necesitamos al Estado; porque es parte de la solución y no del problema: solo un Gobierno puede decretar un confinamiento, hacer obligatoria la mascarilla o poner en marcha un paquete fiscal de choque”.
En el caso costarricense, por ejemplo, solo el Estado, a través de la CCSS y el Ministerio de Salud, pudo garantizar la vacunación de la población contra el COVID-19.
Impulso tecnológico. La tecnología nos podría permitir aprovechar mejor la energía solar y la minería sin dejar de ser responsables con el ambiente. Del total de la energía que consumimos, menos del 1% es fotovoltaica. Por su potencial termoeléctrico, la producción de energía solar fotovoltaica puede ser una alternativa para combatir la pobreza y la pobreza extrema en Guanacaste. Asociaciones de desarrollo y cooperativas pueden contribuir a producir y democratizar dividendos provenientes de la producción de energías limpias. En Alemania, las centrales eólicas y solares, ya generan en algunas horas, más energía eléctrica que la consumida en todo el país.
Hablamos mucho de innovación, pero no lo suficiente de cómo financiarla. Queremos una economía digital, competir en el mercado de alta tecnología, pero para esto habrá que dar un giro crucial. La inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) en Costa Rica, con respecto al PIB para el año 2021, fue de 0,32%.
La experiencia en los países de renta alta es clara, la colaboración entre el Estado y las empresas privadas ha sido fundamental para el desarrollo tecnológico. Un ejemplo. El gobierno de Estados Unidos ha proporcionado fondos para la investigación aplicada y el desarrollo a través de iniciativas como la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) y el programa Small Business Innovation Research (SBIR). Esta financiación ha ayudado a impulsar la innovación tecnológica en la industria aeroespacial y la biotecnología. Finlandia, país con altos índices de desarrollo humano, con una población aproximada de 5.541.000 personas, en 2019 tenía más de 47.000 investigadores. Costa Rica tenía para el año 2019, 8.146 investigadores a tiempo parcial y completo.
Una política pública, que impulse un entorno más favorable para la innovación, puede ser determinante para construir una economía robusta, que permita un crecimiento económico sostenido mayor al 5% por más de una década. Los que desean un mundo mejor no deben dejarse paralizar por el temor a lo diferente o sucumbir ante la radicalización ideológica. Es hora de abandonar la fidelidad a un pasado imposible de traer al presente, es hora de aprovechar lo aprendido y atrevernos a un mejor proyecto colectivo.
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