Por Isabella Rojas Zeledón – Estudiante de la carrera de Administración

Estamos en la era de la tecnología: durante las últimas dos décadas, las generaciones humanas han experimentado un gran crecimiento en el desarrollo tecnológico. El mundo ha evolucionado y se ha convertido en una gran red donde, con un simple clic, se obtiene acceso a toda la información que necesita. La distancia física ya no es una limitación, una video llamada puede hacer que miles de kilómetros no signifiquen nada, y las redes sociales, que juegan un papel sumamente importante en la tecnología, permiten que alrededor del mundo se puedan compartir nuevas tendencias para que no pasen desapercibidas, tendencias que envuelven desde moda, aprendizaje, movimientos revolucionarios y, en este caso, el baile.

Desde el inicio de la explosión de las redes sociales, estas han significado una gran parte de la vida de nuestra generación. El instalar la aplicación y crear un perfil abre las puertas de muchísimas oportunidades, nuevas experiencias y conocimiento, siempre que lo veamos por el lado positivo, y para el mundo del baile esto no fue una excepción. Antes de la existencia del internet para un bailarín era mucho más difícil buscar información y aprender sobre tipos de baile nuevos, ajenos a los de su cultura o conocimiento; ahora con las herramientas con las que contamos, podemos encontrar información de bailes del otro lado del mundo, con plataformas como Youtube, Instagram, Facebook y ahora Tiktok, hemos logrado compartir el arte al estilo de cada creador de contenido, con el resto del mundo y, de esta forma, incluir dentro de nuestro vocabulario de la danza nuevos pasos y variaciones creando una base de conocimiento cada vez más amplia.

El introducir el baile al internet ha permitido que no haya fronteras, que se pueda compartir la cultura de la danza para que sea accesible a todos. Sin embargo, no todo es completamente positivo, las redes sociales son un espacio en donde los extremos de casi cualquier arte se vean como aspiraciones irreales, resultando en una creciente y preocupante falta de apreciación a lo simple y promedio. En el baile, lo “simple” y lo “promedio” puede significar limpio, sólido, excelente técnica y un cuerpo bien formado y entrenado. Sin embargo, todo se ha transformado en algo tan extremo que, si no incluye 8 giros seguidos o un salto mortal, la apreciación es casi inexistente; o, aún peor, creaciones inéditas por coreógrafos excepcionales y ejecutados por bailarines increíbles se ven menospreciados a la par de una nueva tendencia en TikTok.

Por esta razón, hoy en día tenemos la oportunidad de crear arte de calidad, con dedicación y mucho esfuerzo montar una coreografía inédita para publicarlo en redes, pero esto no significa que va a ser valorada como lo esperamos. El mundo del baile se ha visto invadido por pasos genéricos que, aunque sean bien ejecutados y con bases correctas, las personas los bailan solo por seguir la tendencia, y no por aprender de dónde viene, cuál es la técnica correcta y la historia que viene detrás, generando una ola de videos con el mismo contenido, en una publicación llena de hashtags para ganar seguidores. Ahora, es a nosotros, como bailarines integrales, que nos corresponde romper la cadena y ser más conscientes en el momento de recrear una coreografía; no significa que no debamos hacerla, sino respetar al creador, su intención y el trasfondo de la pieza, para así crear una comunidad más consciente que disfruta de las ventajas de las redes sociales responsablemente.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.