Derribando un paradigma. Contrario a lo que se pensaba cuando yo era niño, un alto coeficiente intelectual, solo predice entre el 4% y el 10% del éxito personal y profesional de una persona durante su vida; el cociente emocional es lo determinante para triunfar en todos los aspectos humanos.
Diferencia entre autocompasión y lástima. La empatía permite desarrollar comprensión de las circunstancias de nuestros semejantes, de ahí surge la compasión, los sentimientos altruistas y la ayuda que se les brinda. Es más difícil tener auto-empatía, por ende, perdonarse a sí mismo resulta, por lo general, más difícil que perdonar a los demás, y ese es probablemente el punto de partida de la reeducación emocional. Todos nos equivocamos y cometemos errores, lastimamos y también hemos sido heridos, es parte de la condición humana. Sin embargo, es posible evitar muchas de las situaciones de conflicto y confrontación que nos han llevado a causar dolor a otros y a nosotros mismos. Tratarnos a nosotros mismos con compasión es sano, tenernos lástima es psicológicamente dañino y no conduce a ninguna parte.
Medición. Lo bueno de la inteligencia emocional es que puede aprenderse a cualquier edad, en cambio la inteligencia intelectual es mayoritariamente estática, y se mide principalmente por las Escalas de Inteligencia de Stanford-Binet, o las Escalas de Capacidad Diferencial, siendo que estas pruebas se enfocan en un solo tipo de inteligencia, lo que ha quedado desplazado por la teoría de las Inteligencias Múltiples propuestas por Howard Gardner en 1983. En palabras sencillas, Messi es un genio de la inteligencia cinestésica (del movimiento), pero es muy probable que no sea tan sobresaliente en la inteligencia lógico-matemática; y así nos sucede a todos, tenemos aspectos más desarrollados que otros. Pero es necesario desmitificar la genialidad en el coeficiente intelectual como fuente de todo lo bueno, dado que, en sentido clásico, puede equivaler a torpeza, poco éxito y aislamiento social.
¿Qué procuran las empresas e instituciones de sus colaboradores en el siglo XXI? En la actualidad las organizaciones se hallan en una incesante necesidad de mejorar, tomando en cuenta la rápida evolución y los cambios que se presentan en la sociedad generados por el desarrollo de la tecnología y los métodos de enseñanza-aprendizaje, por ende, el ambiente laboral se ha transformado en virtud de las estructuras emocionales de las personas que prestan sus servicios en empresas u organizaciones, con la finalidad de aumentar su productividad y eficiencia, porque es un hecho comprobado que las emociones de los trabajadores y de los funcionarios influyen sobre el rendimiento de su trabajo.
Desde esta perspectiva, existe un interés por desarrollar las capacidades, cualidades, habilidades, actitudes, motivación, resiliencia, entre otros, de cada uno de los miembros de las organizaciones, tomando en consideración aspectos como la creatividad, la lógica, la flexibilidad, la comprensión, las relaciones interpersonales y otros, en los que se reconoce la importancia de la inteligencia emocional. El efecto de esta no se limita sólo al mayor rendimiento obtenido o a la obtención de un plano operativo, sino que podría percibirse que su influencia se extiende a la satisfacción de las personas en su trabajo, y de manera extensiva, a una mejor propensión al cambio y al fortalecimiento del compromiso con la organización, especialmente en tiempos de estrés económico y de una situación fiscal complicada como la que experimenta Costa Rica.
Este artículo, en modo ninguno, abarca la totalidad del tema de la Inteligencia Emocional, es apenas una invitación, una pincelada cordial, para motivar a las personas lectoras a interesarse por esta área decisiva de nuestra realidad que nos puede hacer mejores personas y colaboradores; del error nace la esperanza de la superación. No estamos solos, ni debemos estarlo, de ahí la necesidad de mejorar nuestras relaciones humanas.
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