Las autoridades sanitarias de Irán han confirmado este lunes que la cifra de alumnas intoxicadas en el marco de los misteriosos casos de envenenamiento en centros educativos del país ha aumentado a 13.000, un centenar de los cuales aún siguen hospitalizados.

Desde el Gobierno iraní han mostrado su condena a esta oleada de intoxicaciones, que ya se ha saldado al menos con un centenar de detenciones, si bien es cierto que han celebrado que "afortunadamente no ha habido ninguna muerte entre los estudiantes".

En la misma línea, las autoridades educativas iraníes han incidido en que no ha habido casos extremadamente graves y han informado de que el personal docente del país, así como los padres de alumnos, están recibiendo instrucciones sobre cómo actuar ante un caso de intoxicación, recoge la agencia Tasnim.

El Ministerio del Interior de Irán ha confirmado este fin de semana la detención de varias personas vinculadas con estos casos de envenenamientos, que desde Teherán consideran forma parte de un complot orquestado por países "enemigos".

Teherán asegura que entre los arrestados hay casos de personas que actuaron "por travesura" con el "objetivo de cerrar las clases", así como detenidos "con motivos hostiles", cuyo fin era "sembrar el terror en el pueblo y los estudiantes, creando escepticismo hacia el sistema", recoge la agencia de noticias IRNA.

Las autoridades han querido calmar la situación, enfatizando en que "afortunadamente desde mediados de la semana la cantidad de incidentes en las escuelas ha disminuido significativamente".

Los primeros envenenamientos se denunciaron hace más de dos meses en una escuela ubicada en Qom, capital de la provincia homónima, pero desde entonces se han extendido a otros puntos del país, si bien es cierto que por el momento se desconoce el alcance real de esta oleada de intoxicaciones.

Tanto el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, como el presidente, Ebrahim Raisi, consideran estos incidentes parte de una conspiración orquestada desde el extranjero. Jamenei ha manifestado que los envenenamientos son "un crimen imperdonable" y ha abogado por "castigos duros" contra los responsables.