Esta semana completó su período como director ejecutivo de CINDE, don Jorge Sequeira Picado, a quien en correspondencia privada he agradecido por su gestión al frente de la que considero una de las tres instituciones más importantes de los últimos 50 años.
En caso de que la curiosidad “los esté matando”, las otras dos son el Tribunal Supremo de Elecciones y la Caja Costarricense del Seguro Social. No es difícil para la mayoría de los costarricenses entender la importancia enorme de estas últimas dos, así que permítanme explicar por qué incluyo a CINDE en este selecto grupo.
CINDE fue fundada por un grupo de empresarios y ciudadanos visionarios en 1982. Recuerdo entre ellos a don Walter Kissling G., don Richard Beck, don Jorge Woodbridge, doña Clara Zomer, don Ernesto Rohrmoser, don Fernando Naranjo –quien sería su primer director ejecutivo– y otros a quienes el país les debe una enorme deuda de gratitud, pues la institución que soñaron y fundaron superaría en impacto sobre el desarrollo, aún sus más altas expectativas.
CINDE es parte de un grupo de instituciones públicas y privadas, fundadas en un corto período que, respaldadas por nueva legislación, vendrían a convertirse en el motor de la transformación productiva que hoy hace de Costa Rica una economía diversificada, moderna y resiliente.
En aquellos años, con una visión clara aportada en buena parte por los empresarios ya mencionados y —desde el gobierno— por don Jorge Manuel Dengo, se fundaron además el Ministerio de Exportaciones (antes MINEX, hoy COMEX) y la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) fundada en 1996 a partir de la transformación del Centro de Promoción de Exportaciones (Cenpro) y el Consejo Nacional de Inversiones (CNI), que hasta entonces realizaron sus funciones de manera descentralizada.
Así, a partir de 1983, el país ha contado con este trío de organizaciones —COMEX, Procomer y CINDE— que han impulsado nuestra transformación y modernización productiva por 40 años, de manera consistente, pero evolutiva, en el sentido de haberse adaptado eficazmente a los cambios que han significado la creciente globalización de la economía, las exigencias impuestas por la tercera y cuarta revoluciones industriales, y los vaivenes geopolíticos y geocomerciales que se han dado desde entonces.
Quizás más importante, este sector de la economía es de esos que han gozado de una política de estado, con visión de largo plazo y estabilidad institucional, que le ha permitido alcanzar retadoras y exigentes metas, pese a que —hasta este punto— han tenido ministros de comercio exterior, representantes de cuando menos 10 administraciones: Monge, Arias 1, Calderón Fournier, Figueres Olsen, Rodríguez, Pacheco, Arias 2, Chinchilla, Solís y Alvarado, todos los cuales, independientemente de las diferencias de enfoque e ideología política entre ellos, han dado continuidad a esta gran alianza público-privada que ha sido nuestro sector de atracción de inversión extranjera directa y promoción de exportaciones no tradicionales.
COMEX ha funcionado como ente rector de la política comercial exterior del país, suscribiendo acuerdos comerciales con naciones en tres continentes y a través de dos océanos; Procomer ha sabido representar al país en ferias de comercio y en la promoción activa de exportaciones a un número creciente de mercados del planeta, además de promover la producción y el crecimiento del valor agregado en las exportaciones no tradicionales; y CINDE se ha convertido, tal y como lo reportan las agencias internacionales del tema, en la mejor agencia de promoción de inversión extranjera directa del mundo, enfocada desde hace más de dos décadas en la atracción de inversiones a las zonas francas del país, lo que ha logrado que Costa Rica atraiga hasta 15 veces lo que le correspondería de acuerdo con su escala macroeconómica.
Este conjunto de instituciones ha modernizado nuestra economía. Recuerdo que, en la década de los años 80 del siglo anterior, en sus inicios, contribuyó a la diversificación de las exportaciones mediante la atracción de inversiones a sectores como las plantas ornamentales, las flores frescas, las frutas para la ventana invernal de Estados Unidos —melones, sandías, fresas— y los productos del mar. En su primera evolución a finales de los 80s, CINDE incursionó con éxito en la atracción de inversiones a empresas maquiladoras de textiles de creciente sofisticación —de camisas y pantalones a licras y lingerie—; de ensamblaje de productos básicos a intermedios —desde bolas de beisbol hasta arneses eléctricos para automóviles—; y de productos eléctricos a electrónicos —de secadoras de cabello a tarjetas de circuitos integrados—.
A partir de esta capacidad de evolucionar, e ir poco a poco requiriendo capital humano de creciente capacidades y talento, CINDE fue parte fundamental del equipo que preparó el terreno para que en una alianza público-privada-académica logrará en 1996-97 atraer la planta de INTEL, que vendría a revolucionar una vez más la economía costarricense. Pasamos de ser maquiladores de ensamblajes a fabricantes y controladores de la calidad de los microchips más avanzados del mundo, y que —en buena parte por el análisis del contexto, la decisión y ejemplo de INTEL— dio lugar a una explosión de atracción de inversiones de empresas de manufactura de creciente sofisticación y valor agregado en la industria electrónica y de implementos médicos —primero desechables y hoy instrumentos médicos electrónicos de alta complejidad—.
Al mismo tiempo, y gracias a la visibilidad que le dio INTEL al país, y al excelente trabajo de promoción de CINDE, a lo largo de los más de 25 años de tener esta empresa en el país, nuestro sector de exportaciones ha crecido y se ha diversificado ampliamente en productos, servicios y mercados de exportación. Recientemente se informó que las exportaciones de las zonas francas de exportación crecieron en más de 20% en 2022, al mismo tiempo que se generaban más de 22,000 nuevos empleos de alto valor para el país. En febrero de este año se reportó un crecimiento de las exportaciones de zona franca superior en 30% a las del mismo mes del año anterior. Y si este sector crece por encima de 20% al mismo tiempo que la economía nacional crece entre 3 y 4%, no cabe duda de cuál es el principal motor de la economía nacional, comparable solo con el turismo, que por cierto casi siempre funciona como otra gran alianza entre lo público y lo privado.
A los sectores ya mencionados, en su última evolución, CINDE le ha agregado atracción de inversiones en industrias de manufactura avanzada, ciencias de la vida, salud y bienestar; y servicios de valor agregado con el conocimiento, que van desde call centers para todo tipo de organizaciones hasta centros de servicios compartidos —contabilidad, gestión de recursos humanos, planificación de operaciones, etc.— para empresas internacionales de todo el mundo.
Si todo lo anterior no los ha convencido de la importancia de CINDE permítanme contarles que además de hacer las labores de mercadeo país, acompañamiento y despliegue de la estrategia nacional de atracción de inversiones, CINDE cuenta además con una serie de servicios complementarios que trabajan para mejorar constantemente el clima de negocios para los inversionistas, para dotar a las empresas que llegan al país de un capital humano altamente calificado, para informar a los centros universitarios y de educación técnica de las necesidades de formación en la fuerza laboral del país, y ofrece una base de proveedores de servicios de todo tipo para facilitar el trabajo de planificación e inicio de operaciones de las empresas extranjeras. Tan exitosa es CINDE en esta labor que, un 70% de las nuevas inversiones que se hacen en el país, son hechas por parte de empresas que ya cuentan con operaciones en Costa Rica, mostrando el trabajo enorme de CINDE en asegurarles una productividad creciente año tras año.
Una y otra vez, en los medios y foros nacionales, los directores y gerentes de las empresas atraídas a zona franca citan el trabajo de mercadeo país, acompañamiento y seguimiento de CINDE como una de las principales razones para escoger a Costa Rica como destino para sus inversiones productivas nuevas y para seguir comprometidos con Costa Rica en la ampliación de sus operaciones internacionales.
El resultado de todo esto es una economía moderna, resiliente a los vaivenes de la economía y el comercio global, con mejores puestos de trabajo para cientos de miles de costarricenses y un creciente valor agregado nacional en cada producto y servicio exportado; una mejor balanza comercial y de pagos, y la creación de incentivos para que nuestros jóvenes se eduquen para la economía del futuro. Por la naturaleza de los productos y servicios que se exportan desde las zonas francas, el país crece en número de socios comerciales, se posiciona como proveedor de alta tecnología y servicios profesionales en los mercados del mundo, y como destino de mejores inversiones cada día que pasa.
Además de lo anterior, muchas de las nuevas exportaciones del llamado régimen definitivo de nuestro país, resultan de emprendimientos cuyo origen está en el aprendizaje de jóvenes profesionales costarricenses en las empresas modernas y de tecnología de nuestras zonas francas. Ricardo Monge, en un importante estudio, demostró hace años que las zonas francas y las empresas de tecnología son una suerte de incubadora para emprendimientos nacionales de alta tecnología, que terminan tanto como encadenamientos de las empresas de zona franca —dándoles a estas creciente valor agregado nacional y arraigo—, como en empresas de servicios tecnológicos para los mercados nacional y de exportación, constituyendo así otro impacto deseable de las empresas atraídas por CINDE.
Claro que el esfuerzo no es sólo de CINDE, sino de esta positiva alianza público-privada que se ha forjado con Procomer y COMEX, que le permite al Estado costarricense, con un modesto aporte del presupuesto público, contar con los servicios de —literalmente— la mejor agencia de promoción de inversiones del mundo.
A cambio de sus servicios el Estado le garantiza a CINDE acceso a las instituciones clave para la atracción de inversión extranjera directa, como son el Instituto Nacional de Aprendizaje, el Instituto Costarricense de Electricidad, las universidades públicas, el Ministerio de Hacienda y su división de Aduanas, entre otras que son clave para obtener la excelente productividad laboral y del clima de negocios con que Costa Rica compite en los mercados internacionales.
Por el momento que se vive hoy, en que la atracción de inversiones se hace cada día más competitiva, con naciones de Asia —como Vietnam, Tailandia e India— con naciones de la región —como Panamá, República Dominicana, México y Colombia— y aún con estados (y hasta con ciudades) de los Estados Unidos —como Florida, Arizona, Ohio y Georgia—; es indispensable sustentar y mantener esta alianza entre instituciones que sigue evolucionando en su estrategia y que, para mantener su éxito por muchos años más, requiere del compromiso y lealtad de todas las partes.
Don Jorge Manuel Dengo y sus contrapartes del sector privado de 1982 eran verdaderos estadistas; de esos definidos por Churchill como capaces de pensar en el futuro en términos del impacto de sus decisiones en las generaciones y no en términos de períodos electorales. Afortunadamente, a través de su historia, CINDE ha tenido otros líderes que, igual que los fundadores, siempre han tenido la prosperidad del país y su gente como parte esencial de su misión y visión, como son los casos de José Rossi, Alberto Trejos, Tomás Dueñas, Anabel González, Luis Gamboa, Roberto Rojas, José Francisco Ruiz, entre otros.
Ojalá, como ha sido hasta ahora, el actual y futuros gobiernos entiendan la importancia que ha tenido para el país esta notable alianza, que se ha mantenido a través de diez gobiernos y, más bien, encuentren en este ejemplo el valor que tiene cuando todos los sectores nos unimos y trabajamos coordinados hacia un objetivo compartido; que es algo que se podría replicar -con otras formas e instituciones- en sectores como el de salud, educación, e infraestructura, para citar solo algunos que podrían mejorar en su desempeño y así generar enorme beneficio para todos los costarricenses, en sus respectivos campos.
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