María, una estudiante de un colegio en Moravia, caminaba a casa después de clases cuando, de repente, encontró una botella en el suelo. Para su sorpresa, de la botella emergió un Genio (como el de Aladino) que le prometió ayudarla en todas sus tareas colegiales. El Genio no solo le hacía la tarea, también le respondía sus exámenes y hasta le asistía en generar ensayos completos para sus clases. María simplemente le decía al Genio lo que quería y cómo lo quería, y el Genio cumplía sus deseos al pie de la letra. Lo más curioso de todo era que la profesora de María no sospechaba que ya no era ella quien realizaba las tareas. ¿Ciencia ficción? No necesariamente. Esta historia podría ser una analogía de lo que ChatGPT representa en el mundo de la educación —un genio digital que cambia la forma en que estudiantes y profesores aprenden y enseñan. Pero ¿es este Genio un regalo celestial o un peligro inminente? En un país como Costa Rica, donde la caja de Pandora que es ChatGPT parece no haber causado mayor alerta hasta ahora, ya es hora de considerar las oportunidades y amenazas que esta tecnología podría traer. Un paréntesis, para aquellas personas que aún no saben que es ChatGPT, les recomiendo meterse a la página, crear una cuenta gratuita y que su primera pregunta a la plataforma sea “Qué es ChatGPT, cómo funciona, y como puedo usarla de manera efectiva?”. Si saben usar Google, saben usar ChatGPT.

Permítanme compartirles una metáfora que una amistad compartió recientemente: “ChatGPT es como un bebé recién nacido".

No se refería a lo tierno o encantador que pueda ser, sino a que nos encontramos en el amanecer de una revolución digital sin precedentes. Aún estamos dando los primeros pasos para comprender el alcance de esta tecnología y las innumerables aplicaciones que la gente podrá explorar con ella (pueden echar un vistazo a algunos casos de uso). A pesar del entusiasmo generado por las múltiples aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) generativa en la educación, considero fundamental abordar esta innovación con cautela, como con cualquier otra tecnología. Vale la pena recordar que no es la primera —ni la última vez— que una tecnología transforma el ámbito educativo (piensen en la calculadora, Wikipedia, Google, etc.). Tampoco es la primera vez que estas innovaciones enfrentan cierto grado de escepticismo.

Aunque estamos en una etapa temprana, ya nos asomamos a un futuro lleno de posibilidades y desafíos. En el devorador mundo de la tecnología, gigantes como Google, IBM y Amazon no se quedan atrás de OpenAI y Microsoft (la alianza que nos dió ChatGPT) impulsando desarrollos de IA que, en un abrir y cerrar de ojos, estarán al alcance de todos con tan solo una conexión a internet. La rapidez con la que estas innovaciones avanzan es sorprendente: ChatGPT3.5 causó revuelo a finales del 2022, y en un par de meses, en marzo de 2023, Microsoft ya integró la tecnología GPT4 en Bing y Office, mientras que Google anuncia capacidades similares para Workspace (Docs, Sheets, Slides, etc.). A pesar de que gran parte del mundo aún no ha experimentado estas herramientas, lo que hemos visto hasta ahora es prometedor y, sin duda, transformará nuestra vida cotidiana. Además, vale la pena destacar que GPT4 ya es casi tan eficiente en español como en inglés, eliminando una de las principales barreras para su adopción en países como Costa Rica.

La democratización del conocimiento y la IA ha llegado para quedarse, y sus aplicaciones en la enseñanza y el aprendizaje son tan diversas como emocionantes (ver Tabla). Con su capacidad para adaptarse a distintas necesidades y contextos, herramientas como ChatGPT tienen el potencial de mejorar la calidad y el acceso a la educación en países como el nuestro.

Limitaciones, preocupaciones y retos

Sin embargo, no todo es color de rosa. A pesar de sus posibilidades, ChatGPT tiene muchas limitaciones (énfasis en muchas). Sufre de llamadas “alucinaciones” (por ejemplo, ver este ejemplo y tomen nota con la seguridad con la que responde), tiende a dar problemas en la precisión y veracidad del contenido generado. Además, en su versión gratuita, no puede brindar información actualizada ni verificar hechos.  Por ejemplo, si le pregunto quién fue el Campeón Mundial de Qatar 2022, no lo sabe aún —ya que solo accesa información con un corte en setiembre del 2021—. Adicionalmente, para risas de mucho, parece tener problemas en sus habilidades matemáticas, inclusive con problemas relativamente sencillas (ver ejemplos). Por último, y no menos importante, hay preocupaciones serias sobre el tema de integridad académica, la autoría, y sesgos asociados a la plataforma.

En este último punto, es importante entender, debido a como la herramienta crea el contenido (tomando pedacitos de texto, llamados tokens, de su gigantesca base de datos, y armando texto coherente token por token), ChatGPT está sesgado hacia perspectivas y personas occidentales que están sobre representadas en las bases de ChatGPT (por ejemplo, cosas relacionadas o escritas por hombres, blancos, de países de Europa y Norteamérica – ver este ejemplo). Básicamente, ChatGPT lo que hace es tomar como punto de inicio billones de textos, libros, artículos, blogs, etc., que han sido escritos por la humanidad. La humanidad; con todos sus sesgos, equivocaciones, y prejuicios.

En medio de la incertidumbre que rodea a los temas de autoría y rendición de cuentas, ChatGPT parece mantenerse al margen y se ha lavado las manos (por el momento). A pesar de ser propietario del contenido que genera, no asume ninguna responsabilidad legal por los resultados producidos, y aunque ha sido citado como autor en varios artículos científicos, no revela sus fuentes. Frente a esta situación, y a pesar de los pronunciamientos de importantes editoriales científicas como Elsevier, aún no se ha logrado dilucidar si ChatGPT puede considerarse una fuente citable o si es capaz de asumir las responsabilidades asociadas a la autoría.

Por último, en lo que respecta a la integridad académica (como el uso de ChatGPT para hacer trampa en tareas, exámenes y ensayos), es esencial reconocer la necesidad de establecer políticas y expectativas claras para abordar estas inquietudes. Herramientas como GPTZero, aunque no infalibles, pueden detectar contenido generado por IA y podrían ser una inversión valiosa si se considera necesario. Cabe señalar que las herramientas de detección de plagio previas (como Turnitin) no abordan este tipo de contenido generado por IA.

Sin embargo, más allá de esto, debemos preguntarnos y llegar al fondo del asunto: ¿Por qué hacen trampa las personas? ¿Qué hay detrás de la falta de interés y motivación en el aprendizaje que lleva a las personas a no dar prioridad a su crecimiento? Aunque este no es el lugar para debatir estas cuestiones en profundidad, debemos centrarnos en restaurar el vínculo y el compromiso entre quienes aprenden y quienes enseñan. El temor de los profesores a que sus estudiantes utilicen ChatGPT para hacer trampa, y el deseo de los estudiantes de hacerlo, son un reflejo de la ruptura de la conexión sagrada entre quien aprende y quien enseña.

Consideraciones para el futuro

En varios sistemas educativos (como EE. UU., Francia, India, entre otros), a pesar de sus problemas y preocupaciones de los educadores, han bloqueado y prohibido el uso de ChatGPT. No obstante, en Costa Rica, antes de tomar una decisión precipitada, es necesario establecer un diálogo entre las partes involucradas. No debemos apresurarnos a bloquear esta herramienta sin antes evaluar sus beneficios y posibles amenazas en nuestro contexto. ¡Piensen en lo que hubiera pasado si hubiéramos prohibido Google o Wikipedia cuando aparecieron!

El Ministerio de Educación y las universidades de este país deben despertar y priorizar esta conversación. ChatGPT puede ser una gran oportunidad, pero si no nos preparamos adecuadamente, podría agravar ciertos problemas, especialmente en lo que respecta al aumento de la brecha digital y educativa en Costa Rica (imagínense un grupo de estudiantes haciendo una maratón en helicóptero, mientras otros tratan de terminarla a pie). Es fundamental que el diálogo, liderado por el sistema educativo, se enfoque en pasar de una educación centrada en la transferencia de conocimientos y habilidades (cada vez más irrelevantes en esta era tecnológica) a una educación que desarrolle habilidades del siglo XXI, como el pensamiento crítico, la colaboración, creatividad y comunicación. También es necesario promover la educación transformadora, que busca aumentar la capacidad de autoaprendizaje, la transformación de perspectivas y el crecimiento personal. Debemos adaptarnos rápidamente y aprender a utilizar la tecnología como aliada en la enseñanza y para lograr estas metas. La alfabetización digital se vuelve aún más crucial en este momento histórico. Aunque es demasiado pronto para conocer el impacto de la IA en la educación, la IA definitivamente puede mejorarla si nos adaptamos adecuadamente. Además, no debemos ser ciegos ante el hecho de que los ciudadanos del siglo XXI deben aprender a navegar en un mundo donde herramientas como ChatGPT son comunes. ¿Por qué negar esta oportunidad a nuestros estudiantes?

Entonces, ¿qué debemos hacer? Las autoridades del sistema educativo deben actuar rápidamente, informarse, consultar expertos y redefinir las competencias básicas en todas las materias debido al impacto de la IA en la educación. Las instituciones educativas, a su vez, deben mantener a sus educadores al día, pasar de un modelo donde el educador es un instructor a uno de facilitador, y adaptar las políticas institucionales cuanto antes. Se debe ajustar el currículo y su propósito para garantizar la relevancia de los estudiantes. Las instituciones también deben apoyar a los estudiantes en este proceso y desarrollar nuevas políticas de integridad académica. Comenzar ya es imperativo. El rezago de nuestro sistema ya es significativo, y debemos dar pasos firmes ante esta nueva era. ChatGPT es solo uno de los muchos avances en IA, y el cambio ha llegado para quedarse.

Así como María deberá aprender a utilizar el poder del “genio” de manera responsable, también nosotros, como sociedad, debemos afrontar el desafío de integrar herramientas como ChatGPT en el sistema educativo de una forma que promueva el crecimiento personal, la creatividad y el pensamiento crítico en vez de fomentar la dependencia y el desinterés. En última instancia, la clave radica en encontrar un equilibrio que permita a ChatGPT ser un salvador en el aula, un aliado en la enseñanza y el aprendizaje, sin convertirse en un destructor de la educación. Con una mentalidad abierta y un enfoque proactivo, podemos garantizar que la adopción de ChatGPT y otras herramientas de IA beneficie a todas las personas en el sistema educativo de Costa Rica y más allá.

Este texto fue escrito con la ayuda de GPT4.

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