Tenía mis veintitantos cuando hice mi primera compra de bienes raíces: un lote en San Carlos. Me apena solo un poquitín decir que se debió a un desamor. Y me apena en el sentido de que es una lástima que no me animara yo a hacer esa inversión sin que mediara un corazón roto, aunque por otra parte, no le voy a quitar el valor a tomar una decisión así con la persona que uno ama.

Luego de esa experiencia, de ver que bien podría quedarme sin hacer planes de vivienda si seguía dependiendo del triunfo de una relación, decidí iniciar la aventura para tener mi casa propia. Lo primero fue visitar un par de bancos estatales. Además del escrutinio laboral, está el romántico social, porque hay que declarar si se está en una relación y si la contraparte respondería con su salario a la deuda. Sigue después escuchar la decepcionante suma que le prestan a una sola.

Me pregunto cuántas personas solteras habremos llegado al INVU después de la visita al banco. Yo fui una de ellas y la verdad es de lo mejor que me ha pasado. Básicamente en el INVU la única condición requerida era ser disciplinada para ahorrar. No importa si usted está soltera, casada, divorciada, mal o bien ennoviada… no importa. Lo que importa (y hay que demostrar) es la capacidad de comprometerse con el ahorro constante a largo plazo.

Bien, se acerca el momento de la construcción y no puedo evitar sentir un pellizco en el corazón al ver los afiches de una de las empresas que participará en Expo Casa 2023: una pareja joven, hombre mujer, vestida a juego, ella a caballito sobre él en medio de la obra gris de su casa en construcción; una pareja joven, hombre mujer, vestida a juego (ropa deportiva) chocando las manos luego de hacer yoga en su nueva casa; una pareja joven, hombre mujer, vestidos a juego caminando por los senderos del condominio con un café en mano (de los de máquina, obviamente)… ¡ah! Y una pareja joven, hombre mujer, ya no vestidos a juego porque al parecer llevan al menos diez años de casados, con dos infantes, niño niña, jugando en el patio de la casa.

Ni un afiche de una mujer sola, que podría haber sido mi caso; ni un afiche de una pareja de adultos de 40 años para arriba, que será mi caso; ni un afiche de una pareja de mujeres, que podría ser el caso de alguien que amo de mi familia; ni un afiche de una madre con sus hijas, que podría ser el caso de varias queridas amigas; ni el afiche de un hombre con sus hijos… y la lista sigue.

Curiosamente Expo Casa ha tenido apertura a nuevos participantes: las mascotas. Ahora no solo puede llevar su perro al evento, sino que también han considerado stands para atender necesidades de este tipo, aunque esto implique incomodar a humanos y mascotas por el escándalo irremediable que ocasionan animales estresados fuera de su entorno, en un lugar cerrado con muchos otros animales.

Tenemos entonces un evento cada vez más petfriendly, aunque eso implique que sea también más humanenemy. Parece, entonces, que en nuestra sociedad entró más rápidamente un modelo de familia con perrijos, gatijos, plantijos, que cualquier otro compuesto por personas, y que el reconocimiento de las mujeres como personas con poder adquisitivo no incluye el ser propietarias de una vivienda, sino que se centra en el acoso igualitario a hombres y mujeres de parte de entidades financieras para colocar una tarjeta de crédito con la posibilidad de engrosar sus ganancias a costa de la deuda. Me niego. Por otro lado, aplaudo al INVU por esa visión universal de que cualquier persona puede hacerse de su vivienda con el modelo de ahorro en contraposición a una sociedad regida por el modelo del endeudamiento que está tácitamente (¿o no tanto?) dirigido a las parejas heterosexuales jóvenes. ¡Rebélese! Desarrolle el hábito del ahorro. Tal vez en unos años veamos un afiche de una mujer sin mascotas y de nuestra edad en publicidad relacionada con Expocasa.

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