En el Club de Lectura CCSS, además del libro que leemos cada mes, hemos agregado dos secciones para los más lectores: la lectura adicional y libros y artes. La primera se trata de un reto de lectura en el que quienes participan pueden elegir el libro de su preferencia, a partir de un tema seleccionado por los mismos participantes en la última reunión de cada año. Para este mes, la lectura adicional es un libro cuya trama ocurra en otro planeta. El 10 de febrero nos reuniremos a comentar las diferentes lecturas para recomendarlas y hallar vasos comunicantes.

La sección libros y artes tiene como propósito unir diferentes manifestaciones artísticas con los libros. El mes pasado, ese maridaje se dio entre la película El gato con botas: el último deseo y los cuentos de Perrault o cualquier otro libro donde uno de los personajes fuera un gato.

Mi elección fue los Cuentos de Perrault de la editorial Alma, bellamente ilustrados por Marta Ponce. La ilusión con la que inicié la lectura ante un hermoso libro se fue desvaneciendo poco a poco ante la crueldad, la violencia y la misoginia que destila cada uno de los relatos, muchos de ellos cerrados con una moraleja o recomendación, sobre todo dirigida a las mujeres lectoras (u oyentes) de los relatos, sobre el comportamiento adecuado para evitar los males narrados.

Mi primer pensamiento iba encaminado a prohibir la lectura del libro, lo cual iba en contra de mi premisa de que no hay libros malos, sino malos lectores. Lo cierto es que a todo texto escrito se le puede sacar algo. Ahora, más reposada, pienso en la importancia de la lectura crítica, esa que estamos fallando en enseñar a nuestros hijos y nuestros alumnos, sobre todo en sus primeros años de vida.

La enseñanza de la lectoescritura y del amor a los libros, que idealmente debería iniciar en el hogar, debe hacerse con sentido crítico. No se trata de que nos cuenten el contenido de un texto, sino de cómo este texto se relaciona con otras lecturas realizadas y con nuestra experiencia vital.

Así, creo que no debemos temerle a ningún libro, pero debemos acercarnos a ellos a partir de nuestra experiencia de lectura y de nuestra experiencia de vida. Los lectores que apenas inician su recorrido por las letras deberán tener la asesoría de sus padres y maestros. La obligación de padres y maestros no es llenarles la cabeza de interdicciones y contenidos, sino coadyuvar para que desarrollen sus propias destrezas de pensamiento crítico.

Termino con una invitación a que se acerquen al libro de Perrault de la mano de otra lectura que ya hicimos en el club: el libro de Yadira Calvo, La aritmética del patriarcado. Pero que también pongan estos textos en diálogo con todas las lecturas que ya han hecho ustedes y su experiencia vital.

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