A mis 27 años tengo recuerdos de acompañar a votar a mi papá y mamá cuando era pequeño y como pasaban todo el día con el pulgar manchado luego de votar, cuando me alcanzaron una camisa de Laura Chinchilla en un bus y por supuesto, mi primer voto en el 2014.
En el 2018 me vi más involucrado electoralmente hablando, no tanto como me hubiese gustado, apoyando al entonces candidato del PAC, Carlos Alvarado. Recuerdo la división que durante la primera y la segunda ronda permeó a todos el país, y como en lugar de elegir al presidente de la República nos vimos envueltos en una suerte de “referéndum” entre quienes apoyábamos los derechos de las personas sexualmente diversas y quienes no.
En el 2022 en muchos de los debates se mencionaba que el tema del matrimonio igualitario y de esos derechos era un tema superado por la población costarricense. Varias de las personas que hoy trabajan desde una curul en la Asamblea Legislativa lo repetían en cuanto debate estuvieran.
En una sociedad ideal ese sería el caso, avanzaríamos todos y cuanto un derecho es reconocido para todas las personas, seguiríamos adelante, buscando que las leyes logren cobijar a más y más personas. En una sociedad ideal. No en esta Costa Rica del 2023 en la que estamos todos, nacionales y extranjeros, conviviendo. En donde una diputada se pregunta ¿qué tiene que ver la antigüedad de los buses con los Derechos Humanos? Como si las personas que no tiene el privilegio de tener 500 litros de gasolina mensuales, o la facilidad del teletrabajo no tuvieran la necesidad de desplazarse con dignidad. En donde con cuentos de Jornadas 4x3 se quiere atacar derechos laborales alcanzados en el Código del Trabajo.
Si bien hay muchos otros ejemplos de cómo a las personas que nos gobiernan en la actualidad nuestros derechos les importan poco o nada, con tal de saldar las deudas con quienes financiaron sus campañas (Autobuseros y su candidato Ulate), recientemente vi algo que fue lo que activo de necesidad de alzar la voz sobre este tema.
La expresidenta Chichilla en su cuenta de Twitter hizo un comentario, en pleno uso de su libre expresión, que dentro de cada uno de nosotros podemos juzgar: “Nos gobierna Juan Diego.” Esto claramente no fue lo que encendió mis alarmas, sino alguien que citó ese tweet, con una foto de La Nación del martes 21 de junio de 1949, en donde se lee el titular “Otorgado el voto Femenino” encabezando la foto el tweet se leía “Cada día más convencido que en 1949 se cometió un grave error.”
Somos una sociedad del siglo XXI, hemos tenido mujeres en la presidencia de los tres poderes de República, cabezas de ministerios y ejemplos a seguir en todas las áreas públicas y privadas y con todo y el largo camino que nos queda por recorrer para ser una sociedad con igualdad de oportunidades, aparecen personas como este sujeto, en contra de un derechos tan básico de la que sigue siendo una de las democracias más sólida de América Latina.
Esta clase de discursos para nosotros pueden ser ridículos, y en definitiva lo son, pero no dudo que en este país con más de 5 millones de personas hayan más personas que apoyarían ese discurso, el twittero solo fue más vocal que la mayoría que piensan como él, pero en definitiva debe alertar a este tipo de comentarios, por que son alimentados desde arriba, desde quienes están en posiciones de poder.
La lucha por los derechos, los que ya se nos dieron y los que seguimos reclamando, es constante. No podemos darnos el lujo de quedarnos de brazos cruzados cuando se atacan grupo de los que no somos parte, por que “eso a mi no me afecta”, por que si dejamos que estos grupos se extiendan, tarde o temprano, van a llegar a nosotros y se van a convertir en una amenaza para todo lo que ya conseguimos. La defensa de los Derechos Humanos debe ser una lucha progresista, y sin descanso.
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