Los restos mortales de Benedicto XVI ya han sido trasladados hasta las grutas vaticanas, en la que fue la tumba de Juan Pablo II y también de Juan XXIII. El cuerpo del papa emérito descansa en un ataúd triple, el primero elaborado con madera de ciprés, el segundo de zinc y el tercero de roble, junto con algunos objetos personales, como las medallas acuñadas durante su pontificado o un pergamino con los hechos más destacados de su vida como la lucha contra los abusos sexuales.
La cripta donde está enterrado Papa Ratzinger fue la tumba de Juan Pablo II hasta su beatificación en 2011, cuando fue trasladado a la capilla de san Sebastián en la superficie de la basílica de san Pedro. Anteriormente, también fue la tumba que usó Juan XXIII hasta su beatificación en el año 2000.
Según ha informado la oficina de prensa de la Santa Sede, el rito privado por el que el primero de los féretros ha sido introducido en los otros dos y sellado, en el que solo estaban presentes su secretario personal, Georg Ganswein, y las cuatro Memores Domini -las religiosas del movimiento Comunión y Liberación que le han atendido estos últimos años de vida y no había cámaras ni periodistas- ha durado cerca de una hora y cincuenta minutos.
En concreto, un grupo de doce sediarios, los antiguos portadores de la Silla Gestatoria de los Papas, lo han introducido de nuevo en la basílica de San Pedro y posteriormente han anunciado que ya había concluido la sepultura.
Francisco ha rezado unos segundos ante el ataúd de Benedicto XVI y después se ha acercado hasta las grutas vaticanas para darle el último adiós.