Las conductas prosociales son los actos que tienen como intención beneficiar a otras personas. Ayudar, consolar y auxiliar a otros y hacer voluntariado, son ejemplos de prosocialidad. Además, la prosocialidad no es solo la ausencia de agresión hacia otros, es decir, que alguien no sea agresivo, no significa que sea prosocial. El ser prosocial, implica una intención de beneficiar a las demás personas, de crear un mundo mejor.

Beneficios de la prosocialidad

Las personas más prosociales tienen mejores indicadores de salud en sentido amplio, es decir, son más saludables a nivel bio-psico-social. También reportan mejores resultados educativos y mejores relaciones en los entornos laborales. Por medio de estas conductas de ayuda, no solamente hacemos un bien a las otras personas, sino que nuestra salud y bienestar también se benefician. Y es que, en el centro de nuestra especie, está la necesidad por crear conexiones con las demás personas y establecer vínculos afectivos. Nuestro cerebro ha evolucionado para buscar la estimulación social, para conectarse emocionalmente con lo que le sucede a las demás personas, y para anticipar qué podemos hacer ante la situación que estamos observando, incluidas las oportunidades en las que vemos a otras personas en situaciones de necesidad. En la medida en que podamos actuar de formas que generen bienestar en nuestro medio, seremos más plenamente felices en nuestro paso por la vida.

Ser o no ser prosociales, he ahí el dilema.

Como bien podemos advertir, no siempre que vemos a alguien en necesidad, terminamos ayudándole. La decisión de actuar en beneficio de otras personas depende de una variedad de condiciones, que sin pretender ser exhaustivo, abarcan desde quién es esa persona, qué necesita, qué tenemos nosotros y el costo que tendrá efectuar la ayuda. Sin embargo, en términos generales, todas las personas podemos contribuir para hacer que quiénes están pasando por una necesidad, sientan aliviada su situación. Y obviamente, nuestro apoyo no solo puede ser económico, de hecho, una palabra y un gesto amable en el momento adecuado, pueden significar mucho más que un aporte material. Sin mencionar que auxiliar a alguien en un emergencia, puede significar salvarle la vida. Es decir, la ayuda económica no siempre es la mejor. De lo anterior se desprende que no ayuda quien más tiene, sino quien está dispuesto a desprenderse para beneficiar a alguien que está en una situación de necesidad.

¿Cómo promover la prosocialidad?

Como muchas otras cualidades humanas, la prosocialidad se fomenta desde los hogares, como espacios de socialización primaria. Claro está, depende también de las características individuales, lo que quiere decir que algunas personas tienen una tendencia más prosocial que otras. Sin embargo, es posible que, por medio del ejemplo, de oportunidades para actuar de forma prosocial y de un ambiente que se enfoque en la cooperación y el compartir, más que en la competencia y en la importancia de acumular recursos, se puedan forjar personas con tendencias más prosociales.

Sin duda alguna, tenemos mucho que ganar al hacer esta apuesta por un mundo más prosocial, sobre todo en el contexto actual, el cual nos ha mostrado que somos una sociedad tan fuerte como el más débil de sus miembros. Después de todo, la felicidad no es un destino, sino un camino, y ayudar a los demás nos pondrá siempre en la dirección correcta.

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