Doy inicio hoy a mi colaboración con este medio digital gracias a la gentileza y apertura de miras de su director, Diego Delfino, a quien acudí en el mes de julio de este año para hacerle una propuesta sobre una columna semanal en la que abordaría la realidad legislativa, en una mezcla de crónica parlamentaria y columna de opinión,  vista desde  la curul de dos diputados del Partido Liberal Progresista, Jorge Dengo Rosabal y Kattia Cambronero Aguiluz. Soy asesor “ad honorem” del despacho del diputado Dengo y también asesoro, más esporádicamente, a la diputada Cambronero.

Poder ser testigo de privilegio de la labor que se realiza en esos dos despachos me da la oportunidad de poder compartir con los lectores de este medio –como se lo manifesté a Diego –  el día a día, o mejor dicho, el semana a semana, de dos diputados liberales  que iniciaron sus labores en mayo pasado. Diego, no dudó dos segundos en aceptar mi propuesta, tanto él como el medio que dirige, han sido pioneros en la cobertura noticiosa parlamentaria de los últimos años, cuando los medios tradicionales abandonaron la tarea de visibilizar la labor de los diputados y del primer poder de la república.

Para quienes no me conocen, que imagino que son muchos, soy fundador del Partido Liberal Progresista y fui candidato a diputado en el 2018 así como vicepresidente y secretario general del partido por varios años, hasta julio de este año, mes en que renuncié ese último puesto por diferencias con la dirección del partido y por otros proyectos personales que quise no posponer. Pero continúo en el partido y me concentro en la asesoría de esos diputados para poder llevar a buen puerto la propuesta programática y legislativa con la que se comprometió  en las pasadas elecciones. 

Mi pasado de dirección partidaria y de  fundador de esta agrupación política, así como de asesor actual de esos dos diputados, son tres elementos que deseo se tengan en cuenta por parte de mis lectores para saber y estar claros desde dónde escribiré y cuál será mi óptica; y así se lo expresé a Diego desde el primer momento. Esta no será una columna neutral, ni pretende serlo, pero tampoco será una columna partidaria y menos de relaciones públicas. Mi interés primordial es poder contar, opinar, reflexionar y compartir ideas y conocimiento, opiniones y reflexiones sobre el acontecer político nacional visto desde la tribuna de privilegio en la que me encuentro como asesor de dos diputados liberales en la Asamblea Legislativa. Ojalá militantes y asesores o miembros de otros partidos se me unan y le pidan a Diego el mismo espacio que yo le pedí, y él muy gentilmente me dio, para que hagamos de este un espacio más plural y diverso.

Costa Rica cuenta con una tradición riquísima de periodismo político y parlamentario desde ya bien entrado el siglo XIX que pienso honrar y tratar de emular. Fuimos la última de las antiguas provincias de la Capitanía General de Guatemala a donde llegó la imprenta y por lo tanto la aparición del periodismo fue más tardía, sin embargo fue la única donde la imprenta vino, no por interés estatal sino privado y eso junto a los firmes valores liberales de nuestros gobernantes, favoreció la existencia de una riquísima tradición de libertad de prensa, de opinión política, de análisis y crítica desde muy diversos puntos de vista. La libertad de prensa y de opinión son dos de los valores democráticos más preciados que debemos de fomentar y cuidar porque son pilares fundamentales de nuestro estado liberal de derecho. Y eso pretendo hacer con esta columna semanal.

Son las plumas de un padre Arista (Vicente Castro) que desde el periódico La Tertulia en 1834, lanzaba sus invectivas inteligentes y llenas de fisga y humor  contra el gobierno de José Rafael Gallegos; o la de un Otilio Ulate, periodista y político, que  desde el Diario de Costa Rica marcó el debate en la primera mitad del siglo XX; o la de cronistas parlamentarios como Manuel Formoso, Rubén Hernández Poveda o Isberto Montenegro, quienes durante la asamblea constituyente de 1949, contaron a los costarricenses desde la prensa lo que acontecía en el congreso constituyente que redactaba una nueva carta fundamental, las que quiero emular, alguna vez igualar y ojalá mejorar.

Creo además que quienes estamos involucrados en la política tenemos una responsabilidad muy grande de educación cívica y didáctica política, y compartir lo que pensamos, creemos y observamos, es parte de nuestro deber cívico al participar en la política y de eso tratará esta “Curul liberal” que hoy inicia y pretende, semana a semana, contar desde una visión parcial, lo que acontece en la Asamblea Legislativa.

Acabo citando las palabras de uno de mis más admirados políticos, y gran polemista en la prensa también, como lo fue don Ricardo Jiménez Oreamuno cuando dijo: De las columnas de la prensa he recogido los frutos más amargos; si ello me ha dolido profundamente, si me he sentido con ello ofendido, muy pronto ha pasado la desazón: porque Ricardo Jiménez ciudadano ha pensado que nada más hermoso, ni nada puede darle más orgullo, que ver que en su patria triunfa la libertad de la prensa, contra la cual, antes que alzar una mano para dar una disposición, preferiría perder las dos, dejar de ser presidente y aun dejar de ser Ricardo Jiménez”.

Por eso espero que los políticos, propios o extraños, de los que hablaré semana a semana en esta columna tomen con el mismo talante liberal que don Ricardo, las críticas que desde acá saldrán tratando de hacer más república y una mejor democracia.

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