"Ante el dolor de los demás" es un ensayo realizado por la filósofa, ensayista y guionista Susan Sontag. Este pequeño pero valioso ensayo aborda el tema del dolor humano y su exposición a través de imágenes y los medios de comunicación, en el cual se nos invita a analizar las escenas que vemos del sufrimiento ajeno y los sentimientos que estos nos generan: nos conmueven, nos indignan, nos llenan de rabia, miedo, desesperación, pero ¿acaso no fomentan también la insensibilidad e indiferencia?

¿Como podemos afirmar que debemos ayudar a reducir el dolor humano, cuando lo vemos por doquier, cuando es tan omnipresente? Tan normalizado como si se tratara de algo sin mucha importancia. En las noticias al despertar, en la radio, en las conversaciones, la desgracia hecha meme o bien en redes sociales en un "anuncio" pidiendo ayuda para los niños que están muriendo de hambre en Yemén pero la siguiente imagen en el newsfeed es alguna banalidad, como la foto de la comida de alguno de nuestros contactos.

Sontag aborda el tema del sufrimiento como espectáculo, como los medios aumentan ratings y ventas a través del dolor ajeno. Unas semanas el tema es el dolor causado por una guerra, más la siguiente semana la noticia es una famosa quien fue engañada por su pareja y días después se olvida esta noticia con otra acerca de un nuevo tiroteo en algún lugar, para luego ser remplazado, al menos en el ojo público, por la resolución de un caso de agresión Hollywoodense y así la rueda sigue.

El dolor como consumo, como reacción, desesperación o enojo, pero sobre todo como producto. En palabras de Sontag "La fotografía ofrece señales encontradas. Paremos esto, nos insta. Pero también exclama: ¡Qué espectáculo!"

Incluso hay quiénes que se vuelven "famosos" y millonarios a base de hablar, criticar o comentar de la vida y dolor ajenos; su objetivo es hacer público o alimentar todo aquello que aumente la curiosidad y el morbo, sin importar si el producto es el dolor. Y nosotros como masa irreflexiva compramos el producto y lo reproducimos sin pensar o analizar.

Y es que cuando en nuestras sociedades ya nada queda por esperar de lo alto solo se puede mirar alrededor. Y como bien dijo Zigmunt Bauman en su libro En busca de la política:

El panóptico —el mayor instrumento destinado a mantener a la gente junta en lo que se ha denominado «sociedad»— ha sido reemplazado gradualmente por el sinóptico: en vez de unos pocos que observan a muchos, ahora son muchos los que observan a unos pocos. La mayoría no tiene más alternativa que mirar: al carecer de fuentes de instrucción en cuanto a las virtudes públicas, buscan motivación para los esfuerzos vitales tan solo en los ejemplos disponibles de hazañas privadas y sus recompensas”.

Y es debido a esto que no debe de extrañarnos que cada vez más son los niños y jóvenes que quieren ser "influencers". No debería de extrañarnos ver cada vez más sociedad en extremo individualista, que no le importa ni considera el lugar o dolor del otro; donde es más importante producirse a uno mismo, viajar mucho y tener followers que analizar, ayudar, comprender y dar espacios de apoyo y escucha al otro.

¿En qué nos hemos convertido? Junkies de la desgracia ajena y adictos a la atención (por eso las redes sociales funcionan como drogas). Hay un gran atractivo moral en poder opinar, juzgar la vida y desgracia de otros, nos hacen sentirnos "superiores". Creamos bandos y quienes estén con nosotros son los buenos o inteligentes, los otros son los ignorantes, el enemigo. La otredad se elimina, quien no se parezca o piense como yo, es un "alien" que debe ser bloqueado y/o silenciado.

Sontag no afirma que debamos rechazar la imagen, televisión o el mundo moderno. Pero nos insta de manera elocuente pero sensible a alimentar más al verbo que la imagen. "Las narraciones pueden hacernos comprender. Las fotografías hacen algo más: nos obsesionan”. Necesitamos fomentar más la lectura y análisis, no solo reaccionar a imágenes que no recordaremos en unos meses o incluso días.

Antes de agregar un comentario más al enjambre de opiniones y reacciones, es importante retroceder un poco, detenerse y analizar; muchas veces lo mejor que se puede hacer es callar y actuar en dirección del cambio, ya que las opiniones en redes sociales se ahogan entre miles, pero el cambio en la realidad material y las acciones pueden ir generando pequeños cambios reales.

Sontag sabiamente agrega:

Nada hay de malo en apartarse y reflexionar. Nadie puede pensar y golpear a alguien al mismo tiempo (…) Se puede sentir una obligación de mirar fotografías que registran grandes crueldades y crímenes. Se debería sentir la obligación de pensar en lo que implica mirarlas, en la capacidad real de asimilar lo que muestran. No todas las reacciones a estas imágenes están supervisadas por la razón y la conciencia. La mayor parte de las representaciones de cuerpos atormentados y mutilados incitan, en efecto, interés lascivo."

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