Los libros, al igual que las fotografías, tienen la capacidad de atrapar un momento del tiempo y también el sentir de un país y su idiosincrasia. Autores como Aquileo Echeverría; Carlos Luis Fallas; Magón; Yolanda Oreamuno; Rafael Ángel Herra; Carmen Naranjo; Quince Duncan; Joaquín García Monge; Fernando Contreras Castro; Ana Istarú; Carmen Lyra; Alexander Obando; José León Sánchez; Anacristina Rossi; Carlos Salazar Herrera; Constantino Lascaris; Eunice Odio; Warren Ulloa; Óscar Núñez Olivas; Jorge Debravo; Alfonso Chase; Uriel Quesada; José Ricardo Chávez; Carlos Cortés Zúñiga; Manuel Marchena; Iván Molina Jiménez; Jacques Sagot; Carlos Luis Sáenz, entre muchos más no citados, a quienes ofrezco una disculpa por no poder mencionarlos de memoria en este artículo, nos han brindado una visión en caleidoscopio del ser costarricense, en una sociedad como la vida misma, siempre en transformación perenne.

Se dice que, en Inglaterra la gente pasa seis meses de su vida hablando sobre el clima. Eso sería lo que se denomina “chit chat” o “small talk”. Tal plática es inconcebible en Dinamarca y en mayor medida casi imposible en Suecia, en donde la charla trivial carece de sentido, tanto es así que se la denomina kallprat ("charla fría") o dödprat ("charla muerta"). Esto se debe a un código cultural nórdico bien arraigado en la sociedad, que proviene desde la era vikinga y que se conoce como Jantelagen (Ley de Jante o Dante, en español), un patrón de comportamiento de grupo dentro de las comunidades escandinavas (sobre todo en Dinamarca y más acentuada en Suecia), donde se piensa más en el grupo o colectivo que en la individualidad, retratando negativamente la vanidad, criticando el éxito y logro personal como algo inadecuado, propiciando así, la humildad social. De tal manera, que tal vez un sueco le contará a un amigo cercano que ha hecho un viaje en vacaciones, pero es difícil que comparta esta información con un desconocido, un vecino o un compañero de trabajo. Esta reserva podría deberse a que Suecia es un país escasamente poblado en un territorio relativamente vasto, por lo que durante cientos de años la gente se acostumbró a hablar poco con personas que no estuvieran dentro de su círculo inmediato y además existieron niveles relativamente bajos de inmigración al país hasta la década de 1960. La exposición mínima a otras culturas significa que, históricamente, tenían menos probabilidades de adoptar esta práctica para “agradar” a otros. En una visita que hice a Estocolmo, un amigo me dijo que para interactuar con personas desconocidas debía mediar el consumo de bebidas alcohólicas, pero como no las ingiero, noté que la gente se sumergía en las pantallas de sus celulares y no devolvía las miradas, menos aún percibí algún contacto visual. Suecia es un país muy desarrollado e impresionantemente práctico, pero en esa ocasión, sus habitantes me parecieron extraños por mi ignorancia con relación a la Jantelagen. Me di cuenta de que existe una gran colonia chilena, que llegó a raíz del golpe de estado a Allende en septiembre de 1973, me dio la impresión que la integración de los chilenos en Suecia varía mucho.

Literatura hecha vida

El escritor danés-sueco Aksel Sandemose en 1933 publicó la novela: “En flyktning korsar sitt spår” (“Un refugiado sobre sus límites”), en la cual, precisamente un refugiado hablaba sobre la ciudad de Jante, en un relato que explicaba la forma de ser de los escandinavos. El detalle es que la ciudad como tal no existe, y se trata de una sátira acerca de la vida ahí, pero se trata de una ciudad danesa en la que el autor trabajó como maestro: Nykøbing. Según palabras del propio escritor, él pensó en lo cotidiano que había en el sitio, en la mentalidad de las personas, y todo esto hizo que se materializase la Ley de Dante o Jantelagen, que se terminó convirtiendo en una realidad, porque correspondía a la tradición y forma de ser de los daneses, pero más aún de los suecos. A diferencia de Costa Rica, un único libro fue capaz de retratar el alma de toda Suecia, y en buena medida de Dinamarca también.

¿En qué consiste la Jantelagen?

Es un concepto que se usa para referirse al bien común, la perseverancia y la humildad social ante lo individual y la vanidad. Del libro indicado, se extraen diez leyes, que constituyen una especie de código de comportamiento que ha conseguido internalizarse en la gran mayoría de las personas, al punto que para los suecos son una especie de mandamientos no aceptados formalmente, pero que los influyen en su toma de decisiones cómo la elección de qué carro comprar, la forma de vestir y de comportarse. No es un secreto que la sociedad británica tiene un claro sistema no escrito de distinciones de clase que a su vez permiten a los privilegiados ciertas conductas por su dinero o su abolengo. En cambio, esos parámetros son inconcebibles de aplicar en Suecia, porque el bien individual no prevalece sobre el bienestar colectivo y quien sea ambicioso o no conformista, tendrá un determinado castigo y será mirado por los demás con desprecio. Aunque en realidad existen 10 normas diferentes en la ley de Jante, se habla de ella en general como si se tratara de una sola cosa. Las normas de la Jantelagen son las siguientes:

  1. No pienses que eres especial.
  2. No pienses que eres especial para nosotros.
  3. No pienses que eres más listo que nosotros.
  4. No te creas mejor que nosotros.
  5. No pienses que sabes más que nosotros.
  6. No pienses que vales más que nosotros.
  7. No pienses que vales para algo.
  8. No te rías de nosotros.
  9. No creas que alguien debe ocuparse de ti.
  10. No creas que puedes enseñarnos algo.

Una undécima norma fue añadida más tarde por Sandemose:

  1. ¿Acaso crees que no sé nada sobre ti?

No obstante, no todos están de acuerdo con la Jantelagen. Existen quienes encuentran estos principios como opresivos y muy limitantes. En Noruega, incluso, se ha creado una tumba en la que “yace” la Ley de Jante, como un símbolo que intenta señalar que la Jantelagen ha muerto. Quizá, si importamos al estilo tropical alguna de estas reglas con el parámetro del justo medio aristotélico, podríamos lograr una sociedad costarricense aún mejor que la que tenemos ahora.

¿En serio? Una verdad tácita no pronunciada en Costa Rica es que, pase lo que pase, un funcionario público de cualquier poder de la República nunca renuncia, con independencia del tamaño del escándalo en que se vea envuelto, salvo las contadas excepciones del Poder Ejecutivo; en donde “las renuncias” de los servidores públicos en puestos de confianza, son despidos disfrazados, para no manchar la hoja de vida, previa invitación a dejar el puesto por parte del presidente.

El escándalo Toblerone

En 1994, la ex viceprimera ministra sueca Mona Sahlin era la principal aspirante a sustituir a Ingvar Carlsson, primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata sueco. En 1995, su carrera política e imagen pública cayó en picada, por utilizar su Riksdag credit card (la tarjeta de crédito que poseen los altos cargos políticos suecos) para compras personales. ¿Y qué fue lo que compró? Dos barras de chocolate Toblerone y un vestido, por un valor total de 35,12 euros, es decir 25,132 colones al tipo de cambio de hoy. El pueblo sueco indignado se levantó contra la entonces viceprimera ministra y a los pocos días Mona presentó su dimisión y años más tarde escribió un libro en el que ofrecía sus disculpas y su versión de lo sucedido. En 2007, se rehabilitó y fue elegida presidenta del Partido Socialdemócrata de Suecia. Por supuesto que tuvo que devolver el dinero gastado que no le pertenecía. Pero, su peor castigo fue el desprecio del pueblo sueco quienes jamás han estado dispuestos a mantener a los políticos para que lleven una vida de lujos, privilegios y menos permitirles que abusen del dinero que ellos aportan. Tampoco les toleran que usen bienes públicos para su beneficio, ni influyan en las decisiones de nombramientos de cargos públicos de mérito. Y mientras tanto en Costa Rica… bien muchas gracias. Vuelvo a preguntar con un poco más de insistencia: ¿es posible la Jantelagen en Costa Rica? O, ¿compro pintura blanca para decorar mi cajita?

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