El 9 de febrero de este año, apenas 3 días después de haber tenido lugar la primera ronda de las elecciones nacionales, el entonces candidato Rodrigo Chaves, en un acto proselitista decía a viva voz:

Somos un tsunami y sí, vamos a causar destrucción. Vamos a causar la destrucción de las estructuras corruptas de la Nación y Canal 7, óigame, Ignacio Santos, (…), óigame Armando González. ¡Aquí estamos!”

En el video que recoge el discurso de Chaves, se aprecia a la exdirectora de Telenoticias y *periodista*, Pilar Cisneros, aplaudir la amenaza directa del candidato a dos medios de comunicación.

Menos de 6 meses desde aquel día, en conferencia de prensa posterior al Consejo de Gobierno, el presidente Chaves lanzaba dudas sobre la capacidad que tiene el Grupo Nación para hacer frente a sus obligaciones, incluyendo el repago del principal por bonos de deuda en los que la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) invirtió ₡2.950 millones del régimen de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), mientras que la operadora de pensiones complementarias adquirió otros ₡750 millones.

Al día siguiente, 8 de julio, el Ministerio de Salud anunciaba por medio de un comunicado de prensa la decisión de “recomendar a las autoridades sanitarias la inhabilitación de las actividades masivas en el Parque Viva”, decisión que el ministerio justificó en las “quejas y denuncias por la problemática ocasionada por las enormes presas que generan los eventos masivos”.

Si la cercanía entre el anuncio de la inhabilitación de Parque Viva y la conferencia de prensa de marras ya era cuando menos incómoda, la serie de detalles que fueron hechos públicos en días posteriores solo ayudó a darle más cara de vendetta a todo el asunto. Así, por ejemplo, se supo que:

  • El órgano que recomendó la inhabilitación lo hizo en tiempo récord, 2 días entre una supuesta denuncia anónima y la sesión en la que se tomó la recomendación.
  • La sesión en la que se hizo la recomendación aún no contaba con los informes correspondientes, todos tienen fechas entre 2 y 3 días posteriores al día en que se retiró el permiso.
  • Funcionarios de la Dirección Nacional de Desarrollo Comunal (Dinadeco) solicitaron a miembros de la comunidad de Guácima pronunciarse a favor del cierre de Parque Viva usando un machote que la Dinadeco les hizo llegar.
  • El propio Ministerio de Obras Públicas y Transportes no ha resuelto aún sobre la autorización para la mejora de los ingresos a Parque Viva que serían costeados por el Grupo Nación.

A la luz de los detalles que la prensa ha logrado ir desenterrando luego del anuncio, creo que es necesario decir que la reacción de la sociedad civil fue francamente vergonzosa. A pesar de que la situación es compleja (el cierre afecta un negocio del grupo no directamente al diario), el precedente, público y manifiesto de febrero, era ya grave. No logro procesar cómo es posible que los pronunciamientos de diputados, políticos, expresidentes, rectores universitarios, asociaciones estudiantiles, grupos empresariales y sindicatos fueran, en los poquísimos casos que hubo, en su mayoría blandengues, limitándose a “expresar preocupación”.

Los medios de comunicación en particular, de quien se hubiera esperado que como sector cerraran filas en defensa de la libertad de prensa, se han comportado de manera reprochable. La lucha fratricida en la que, especialmente medios digitales emergentes, se han enzarzado por acabar con una supuesta hegemonía del diario de Llorente no ha hecho más que vilipendiar la profesión como un todo, debilitándola y desacreditándola. Con un gremio poco cohesionado, más actuaciones de dudosa legalidad como el del 8 de julio, son harto posibles.

Desde el anuncio de su candidatura, la interacción de Rodrigo Chaves con la prensa ha estado plagada de exabruptos de todo tipo, desde actitudes condescendientes durante entrevistas, pasando por ignorar preguntas o medios a su antojo hasta tachar a la prensa de “canalla”. Chaves, es más que claro, está decidido a ser quien controla la narrativa sobre él y su gestión y eso tiene implicaciones gravísimas para el periodismo, pero parece que muchos aún no lo tienen claro. Si en febrero lanzaba amenazas sobre destruir medios, el cierre de Parque Viva obliga a preguntarnos si está dispuesto a ir más allá de las palabras de bravucón. Lo que está en juego no es la supervivencia de uno o dos medios de comunicación en particular, lo que arriesgamos es perder una herramienta fundamental para la rendición de cuentas de los gobernantes. Fue a través de la prensa que conocimos casos como ICE-Alcatel, Caja-Fischel, Ruta 1856, el Cementazo, la Upad, etc.

Las denuncias por acoso sexual en el Banco Mundial ya ponían en tela de duda la entereza moral de Chaves para aspirar al cargo de presidente, pero las amenazas lanzadas en febrero debieron haber bastado para que recibiera el rechazo más absoluto en las urnas. Lamentablemente no lo fue así y henos aquí. Para colmo de males, la conjunción de un sector del ideario popular que ve en La Nación y Telenoticias enemigos que vencer, gente que pide periodismo objetivo (como si tal cosa existiera), y directores y directoras de medios esforzándose por llevar al periodismo al barreal más inmundo posible, el augurio no es el más halagüeño. Con una mezcla como esta, es difícil no estar donde estamos hoy, ojalá no vayamos de mal en peor.

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