Hay unas trescientas mil personas sin trabajo en Costa Rica. El problema afecta más a ciertos grupos: personas jóvenes, habitantes fuera del área metropolitana, personas en pobreza extrema, mujeres jóvenes con hijos, y personas con discapacidad. ¿Cómo se cura y previene el desempleo?
La experiencia internacional demuestra que hay cinco vacunas exitosas, especialmente efectivas para las personas con más problemas de empleabilidad. Para aplicar con eficacia el remedio, es necesaria una gran alianza público-privada, liderada con destreza y determinación por el gobierno.
¿Cuáles son las vacunas? La primera consiste en inyectar habilidades útiles para la vida y el trabajo. El sistema educativo está en deuda. Pero mientras llega la ansiada reforma, hay que actuar de inmediato con soluciones innovadoras que prioricen a las personas con baja escolaridad. Experiencias como las del Parque La Libertad, La Luciérnaga, Paniamor, Sifais, Aliarse y otras, son extraordinarios ejemplos. El reto es la escala y salir del área metropolitana. El Ministerio de Trabajo y el INA podrían liderar un programa masivo de talento y empleabilidad, en alianza con municipios y sector privado. El superávit acumulado del INA (unos cien mil millones de colones) podría dar un gran impulso a la iniciativa.
La segunda es inyectar idiomas. En 2021 únicamente 14% de los estudiantes de último año en la educación diversificada tenían un nivel de inglés avanzado (B2 o C1), con brechas enormes entre los colegios públicos (7%) y los privados (67%). Según CINDE, en 2021 había disponibles unas 27 mil vacantes; de estas posiciones, 79% requería dominio de inglés (B2+ o superior). Acelerar las secciones bilingües del MEP sería un gran comienzo.
La tercera es inmunizar contra la exclusión femenina. Ampliar la red de cuido es urgente. Aunque la responsabilidad no debe ser exclusiva de las mujeres, la insuficiente cobertura de este servicio las afecta especialmente. La población femenina en edad de trabajar con hijos, que se encontraba ocupada en el primer trimestre de este año, llegaba apenas al 45%, peor aún, en el caso de mujeres jóvenes era tan solo del 30%. Hace falta una red de cuido más amplia y una distribución más equitativa de roles.
La cuarta consiste en suministrar una fuerte dosis de experiencia laboral. Hay que tender un puente más robusto entre la educación y el trabajo. La falta de experiencia es una de las razones del alto desempleo de las personas jóvenes. Garantizarles una experiencia práctica por medio de la formación dual, contribuiría a reducir esa barrera. Todo está listo: ley, reglamento y fondos, solo falta el acelerador.
Finalmente, hay que inocular banda ancha. La conectividad no solo es indispensable para aprender sino para trabajar. Hoy se puede trabajar en Nueva York desde Puerto Viejo. La tecnología transformó la dimensión espacial y temporal del trabajo. En muchas ocupaciones, el empleo ya no está limitado por las fronteras. El mercado de trabajo es el mundo, siempre y cuando la persona tenga las competencias, experiencia y conectividad adecuada. Sería valioso incluir una opción de intermediación laboral internacional en la Agencia Nacional de Empleo, para que las juventudes costarricenses pueden trabajar en el exterior desde su casa.
La efectividad de estas vacunas dependerá del estado de salud de la economía. El sector productivo, incluyendo la economía social, es el principal creador de empleo. Costa Rica ocupa al menos cincuenta mil nuevos empleos por año; para generarlos, urge curar la anemia económica de los últimos años. Hay que motivar vocaciones emprendedoras desde la educación y potenciar la competitividad a nivel nacional y regional, así como el crecimiento de la inversión. Se requiere además un Estado ágil y moderno, amigo de los que la pulsean, para que el país avance hacia una recuperación más robusta, incluyente y sostenida, con empleo de calidad para todas las personas.
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