Los cambios o inicios de etapas suelen llenarme de un optimismo temporal, llevándome a tratar de ver el lado positivo y las oportunidades que el cambio posibilita, ver el vaso medio lleno. Por ello, en esta ocasión me gustaría explorar algunas ideas relacionadas a lo que se espera sea una de las transformaciones más importantes del sistema económico global, impulsado por la urgencia de mantener un planeta habitable ante la crisis climática. Ideas que pueden parecer un poco dispersas, pero creo que los hilos que las unen son relevantes para nuestra realidad.

En este proceso de cambio hacia un sistema con mínimas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) existen distintos roles, sector privado, público, gobiernos locales, nacionales, organismos no gubernamentales, sociedad civil y otros. Cada uno tiene sus responsabilidades, pero también sus oportunidades. Me gustaría enfocarme en las oportunidades que esta transición económica de las próximas décadas vislumbra, en especial para el sector privado.

Desafíos globales con implicaciones locales

Hace un par de meses, McKinsey hablaba de play offense (jugar a la ofensiva) en el sector corporativo ante esta transición mundial. Idea que sustenta bajo el análisis de cómo un cambio hacia instituciones y proyectos que emiten un mínimo de GEI puede crear la reasignación de capital más grande de la historia.  En este estudio se identifica que actualmente alrededor del 65% del capital anual se destina a activos de altas emisiones, sin embargo, en el escenario de un mundo descarbonizado para el año 2050, se sugiere que este patrón se invertiría.

Resalto esto, porque existen grandes oportunidades dentro de este cambio, y muchas de ellas están al tomar la delantera en este movimiento. Lo cual puede sonar a algo al alcance de pocos, de aquellos que dominan el poder, de las grandes corporaciones, de las naciones desarrolladas, del 1% de la población, o por lo menos de los actores con más alto nivel socioeconómico. No obstante, me atrevo a creer que esta oportunidad y los grandes beneficios de tomar la delantera pueden ser un espacio para países en desarrollo como el nuestro.

Tomar la delantera significa aprovechar el inicio del movimiento y los beneficios de ser parte de los innovadores, los visionarios, los disruptores, los punta de lanza; y no de la mayoría tardía o rezagados.

Los desafíos de sostenibilidad impactan cada vez más la forma en que las empresas hacen negocios. Cada vez más es posible identificar empresas reconociendo la sostenibilidad como una prioridad estratégica que implica importantes riesgos y oportunidades comerciales. No obstante, hasta el momento, la norma del sector corporativo ha sido jugar a la defensiva, con  estructuras centradas principalmente en las relaciones con los inversores, las relaciones públicas y la responsabilidad social corporativa.

Consecuentemente, una estrategia corporativa hacia una economía de descarbonización para tomar la delantera no debe ser confundida con un fortalecimiento del manejo de responsabilidad social corporativa, o las acciones conocidas hasta el momento enfocadas al cumplimiento de regulación o las expectativas básicas de los involucrados. Por el contrario, accionar a la ofensiva parte del entendimiento profundo de la identidad y funcionamiento de la empresa, sus capacidades, mercados y condiciones, no como limitantes, sino como posibilitadores potenciales de una visión personalizada.

Paralelamente a una estrategia integral de evolución hacia la descarbonización, se encuentra un entendimiento de los riesgos asociados, no desaparecen. Pero los líderes serán aquellos actores que reconozcan las nuevas posibilidades para la creación de valor y hagan los esfuerzos necesarios para alcanzarlos. Una estrategia bien ejecutada, dará acceso a ventajas como financiamiento verde a condiciones más favorables, el desarrollo de capacidades de servicios, y productos libres de carbono que serán base de mercados para las próximas décadas y el posicionamiento privilegiado en encadenamientos dentro del nuevo sistema económico, entre muchas otras.

Estas oportunidades son reales. A nivel mundial, la gran mayoría de las emisiones actuales identificadas han sido acordadas a ser reducidas, bajo acuerdos internacionales. De la mano con las instituciones financieras enfocadas cambiar el destino de su capital hacia el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5°C. Estos datos hacen innegable que el cambio y el momento de tomar la delantera es ahora.

Por esto, considero urgente cambiar el discurso, y sobre todo el contenido detrás. Dejar de hablar de responsabilidad corporativa, desde el accionar de las empresas con el mínimo esfuerzo; e iniciar un movimiento de transición real en los actores del sector privado, con la información oportuna de las herramientas y beneficios a disposición para poner en práctica estrategias sensatas y coherentes con el nivel de desafío que enfrentamos.

Costa Rica, tiene el espacio para avanzar y acompañar a sus distintos sectores productivos como visionarios e innovadores en esta transición mundial. Bajo un proceso articulado del sector privado y público, que potencie y enfoque esfuerzos en las mejores apuestas para el país que permitan el tan anhelado desarrollo responsable. Accionar desde la responsabilidad de la emergencia climática que nos compete globalmente, pero con la perspectiva de usar este cambio como una herramienta de bienestar para la nación por medio del desarrollo económico.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.