El cambio climático y la degradación ambiental plantean desafíos importantes para el desarrollo económico y el empleo en la actualidad. Por el contrario, la acción contra el cambio climático y el cambio hacia una economía descarbonizada puede ser la oportunidad de generar más y mejores empleos y dar un espacio de evolución al sector empresarial.
Está claro que para materializar un futuro cero emisiones, equitativo e inclusivo, los actores clave deben de actuar según la escala de sus responsabilidades. Pero también el sector corporativo como un todo, deberá reevaluar el enfoque de sostenibilidad seguido hasta el momento. Materializar desarrollo económico sostenible, con más tonos hacia la equidad, la inclusividad y la distribución de la riqueza justa será todo un desafío, más no un imposible.
Los objetivos globales ya han sido fijados, pero el camino de transición no está claro y es difícil de predecir en las decisiones del día a día. Cada actor y en especial el sector privado deberá desarrollar una estrategia bajo un alto nivel de incertidumbre. No hay fórmulas que funcionen para todas las empresas, o recetas para las empresas de una misma industria o sector específico. Nos toca hacer la tarea.
Es en este punto de toma de decisiones difíciles, en el que cada empresa debe desarrollar una estrategia que le dé la mayor posibilidad de éxito en el proceso de transición. Un proceso que se espera se desarrolle durante casi 30 años y donde es importante iniciar con cambios factibles hoy. Ante el grado de importancia de esta tarea, me gustaría resaltar algunos factores que pueden ser de apoyo en la toma de decisiones o priorización de acciones en la búsqueda de agregación de valor en el sector privado.
Cada empresa debe plantearse transformar su negocio en uno bajo o cero emisiones, eso puede responder a transformar los servicios y productos existentes o diseñar y construir nuevos. La meta a corto, mediano o largo plazo es que la base del negocio de la empresa pueda responder a una economía verde que es la meta global. En la mayoría de los sectores económicos ya se pueden identificar nuevas empresas bajo parámetros de sostenibilidad, desde transporte, salud, o construcción, hasta diseño, nutrición, o bienestar. Transporte eléctrico, slow fashion, opciones de proteína vegetal, productos orgánicos, materiales de construcción sostenible, entre muchos otros. No obstante, existen grandes desafíos para consolidar cada una de estas oportunidades como negocios exitosos Esta complejidad puede resultar en desmotivación, procesos lentos o empresas que eligen mantener su statu quo a tener un rol activo buscando nuevas maneras de crear valor en el cambio.
El desarrollo de nuevos negocios o la agregación de valor a negocios existentes bajo guías de sostenibilidad puede ser potenciado con los recursos que ya forman parte de la empresa. Dentro de las capacidades, relaciones establecidas y recursos, hay espacio para reducir costos, acelerar procesos, y dar pequeñas o amplias ventajas en el proceso de maduración de un nuevo servicio, o producto sostenible y bajo en emisiones. Estas ventajas potenciales pueden ser el lugar para determinar las mejores apuestas en cada empresa o determinar por dónde empezar.
En Costa Rica, la gran mayoría de las empresas son PYMES, y siendo realistas, en este proceso de transformación, en muchos momentos se requerirán recursos fuera del alcance de una empresa, así como enfrentar riesgos complejos que no podrán ser gestionados por un solo actor. Estas limitaciones son o serán la realidad de gran parte de actores del sector privado cuando inicien la toma de decisiones para formar parte del proceso de descarbonización. Máxime, si más allá de la narrativa romántica le ponemos números a los costos que representa esta transformación en el sector corporativo. Por esta razón, paralelo a las acciones internas de cada empresa, la colaboración entre empresas o las alianzas público-privado puede ser un medio para superar desafíos, trabajando juntos en temas de innovación, o impulsando de manera conjunta objetivos específicos que permitan avanzar y movernos en el proceso hacia la descarbonización.
Complementariamente al gran esfuerzo que debe ser impulsado por el sector privado, para acelerar la transformación es necesario una inversión pública coordinada dirigida a acompañar al sector empresarial, facilitar y sobre todo resguardar para que este cambio sea democrático, equitativo e inclusivo. El esfuerzo de múltiples partes interesadas puede proporcionar un lente más empático y receptivo a una transición justa bajo una base de inteligencia colectiva en el centro. Debemos encontrar medios para que todas las partes interesadas, desde los empresarios hasta las comunidades creen valor juntos y compartan las recompensas.
Existe una tendencia de mercado de un segmento de personas que valoran los productos y servicios sostenibles, que están dispuestos a pagar por el gran esfuerzo de poner a disposición productos que responden a un nuevo modelo económico responsable. Resalto esto porque las empresas con un interés real por esta transición deben actuar de manera honesta. El mercado está lleno de greenwashing, (práctica de marketing destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica) y un esfuerzo en una comunicación clara y precisa que comunique los atributos responsables de los productos y el valor conferido por estos atributos puede ser el ente diferenciador que permita a los usuarios distinguir y valorar los esfuerzos reales.
Los avances en compromisos globales, los esfuerzos de algunos gobiernos, inversionistas y clientes han puesto en marcha un proceso hacia un desarrollo responsable y que detenga la degradación ambiental. Falta mucho, muchísimo, pero a medida que avance y que más actores se sumen honestamente a esta transición se abrirá nuevos mercados, más oportunidades y optimistamente un menor nivel de incertidumbre para las empresas que quieren luchar por ser parte de un nuevo sistema económico que potencie desarrollo responsable.
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