El proceso electoral que devino en la elección de Rodrigo Chaves Robles ha sido de los más desalentadores de mi historia democrática personal (o quizás así lo percibo por ser el más reciente). La designación de Welmer Ramos González como candidato por el Partido Acción Ciudadana en lugar de Carolina Hidalgo Herrera, con quien tenía más cercanía de pensamiento, me dejó sin una opción progresista por la cual decantarme. Al final opté por el candidato del Frente Amplio, aun cuando conservan algunas posiciones ideológicas tradicionales en un mundo donde la bipolaridad izquierdas/derechas ya no tiene sentido.

Mi candidato no llegó a la segunda vuelta, así que quedé frente a dos propuestas poco potables para mí. A pesar de ello, opté por la que consideré que haría menos daño (y quizás hasta podría hacer algún bien) en tres áreas que son fundamentales para mí: ambiente, derechos humanos y cultura.

Hoy, ya con nuevo presidente instalado en Zapote, persiste mi preocupación en esas tres áreas. Las señales recibidas hasta ahora no han sido para nada alentadoras. La negativa a confirmar el Acuerdo de Escazú, el anunció de revisión de la norma de interrupción del embarazo y el anuncio de cierre (o absorción por parte del ministerio) del Sinem y otras entidades ligadas a la cultura, me causan preocupación.

Pero, por otra parte, surge la esperanza ante la historia vivida. La participación en diversas luchas contra situaciones de injusticia, la defensa en todos los espacios de un pensamiento progresista, el trabajo en proyectos que promueven la cultura inclusiva, la promoción constante de una actitud crítica, participativa, basada en la información amplia, diversa y ética; me permiten recordar que las personas podemos trabajar en beneficio de la colectividad (como tantas y tantos lo hacen cada día).

Como individuos tenemos la responsabilidad de actuar de forma ética y velar por el bien de todos. No podemos aprovecharnos de las ventajas de inicio que nos otorga un sistema desigual, ni justificar nuestra mala actitud por las desventajas que ese mismo sistema nos ha dado.

Nos toca arremangarnos y trabajar por un mundo más justo. Y esas tres áreas que me preocupan, son la base de ese mundo. No podemos soñar con un futuro si seguimos descuidando la salud del planeta. No podemos hablar de justicia, si los derechos humanos son violados todos los días. No podemos crear esa conciencia de respeto a los demás seres y de convivencia con la naturaleza, si no le damos un lugar preponderante a la cultura, que es la herencia de todos los pueblos que son y han sido habitantes de este planeta. La lectura, la escritura, las artes en general, nos darán la sensibilidad necesaria para reconocernos unos a otros.

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