Es muy probable que Costa Rica no esté tan bien. Es harto sabido de todos los retos que tenemos desde hace años: económicos, de desigualdad y estructurales principalmente, entre tantos otros. Lo sé, los he vivido en carne propia, que para alguien que viene del sector independiente y privado como es mi caso, resulta una pesadilla, pues muchas veces me veía atrapada en algún episodio de El Proceso de Kafka. Eso es cierto.
Muy a pesar de esta realidad que nos preocupa profundamente y de los dobles estándares que poseemos en materia ambiental, por ejemplo, seguimos siendo un país que va a la vanguardia en algunos derechos humanos y ciertamente la inversión internacional ha crecido considerablemente en el último año. Los datos de Procomer y Comex lo demuestran. Además, somos el país que se sigue manteniendo sin ejército, con una democracia estable y sólida, produciendo su energía de fuentes renovables en su más de 95%, con sistemas de protección para personas refugiadas de los mejores que existen, con personal profesional competitivo y, la verdad sea dicha, tenemos mini paraísos en todo el territorio nacional. Solo por nombrar algunas cosas.
Sobre todo, somos un país de personas trabajadoras, emprendedoras, empresarias, e instituciones que siguen esforzándose día a día para generar mejores oportunidades. Esto también lo he vivido. Me tocó liderar una institución en crisis, pero llena de personas que pusieron hasta su última gota de sudor en la frente para sacarla adelante, también me ha tocado ver a mujeres emprendedoras innovar sus propuestas y preocupadas por aportar con sus negocios al desarrollo del país. He trabajado al lado de personas empresarias convencidas de ser movilizadoras de progreso. He construido al lado de organizaciones sin fines de lucro que siguen moviendo sus baterías para combatir la desigualdad. Y esto es lo que quiero seguir contando a las personas.
Convencida que hay muchísimos retos, que los vivimos a diario, no voy a permitir que eso sirva para convertirme en quien le echa tierra a un país fértil, lleno de talento y tesoros. Quiero ser quien habla de la visión y la misión diaria de hacerlo crecer. Sueño con que podamos reconocer la grandeza de las cosas que nos caracterizan y construir de ahí hacia adelante ¡Vamos! Que es a partir de las ideas que logramos unir a las personas para conseguir las grandes aspiraciones, así lo han hecho personas lideresas de la historia. El contenido de nuestras propuestas y conversaciones es lo que permite que sobrevivan por los años, independientemente de quién esté al frente, que las ideas permanecen y las personas somos pasajeras.
Quiero que sigan viniendo empresas a invertir, que tenemos un semillero suficientemente grande para convertirnos en un centro de alta tecnología e innovación en la región, quiero que las plataformas de cine nos vuelvan a ver y apuesten por nosotros, que se sigan piloteando proyectos con vocación de alcance internacional en nuestro país laboratorio, que quiero que sigamos siendo buen ejemplo en tantas industrias como lo somos y sobre todo seguir siendo de los países que luchan por mejorar en temas de derechos humanos y que nuestro enfoque social sea ejemplar. Que somos un país que no se rinde y sigue y sigue poniendo ladrillos para crear obras colectivas.
Me niego a que el pesimismo me atrape, que perdamos la esperanza y el sentido de lucha por Costa Rica. No quiero ser reproductora de una narrativa destructiva del país que hemos construido con muchísimo esfuerzo. Me niego a caer en el juego siniestro de meternos en la licuadora donde todo está mal, porque no, es mentira que todo está mal y que nada sirve. Eso solo funciona para crear villanos y héroes y esto es la vida real, donde hay poco espacio para esos personajes. Pero más importante, eso no es justo para las personas que diligentemente se levantan a trabajar desde horas de la madrugada -todos los días- a construir patria.
Dicho esto, yo declino contundentemente a renunciar a mi esperanza y convicción de trabajo diario. Por lo pronto, desde mi esquina le seguiré contando a las personas de un país pequeño pero con grandes ambiciones que está lleno de personas que -conscientes de los retos que tenemos- se levantan para seguir construyendo un mejor lugar para quienes están y para quienes vienen.
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