Durante su discurso final, el señor presidente Carlos Alvarado, afirmó “que finaliza este periodo dejando la casa ordenada” en materia económica y fiscal. De acuerdo con el señor presidente, el superávit primario, el déficit financiero y la recaudación de impuestos, mejoraron. Se contuvo el gasto público, y se logró cambiar deuda cara por deuda barata, significando un crecimiento del 7.6% de la economía nacional durante el 2021.

Reconocemos el esfuerzo que se llevó adelante en estos temas, pero es necesario reseñar el papel fundamental que para ello tuvieron todas las fracciones representadas en este Parlamento, dando muestras claras de querer aliviar el impacto de la crisis sobre las finanzas y procurar una mayor sostenibilidad fiscal. El presidente de la República ha sido omiso en algunos datos relevantes, que simplemente no podemos obviar.

Resulta irresponsable afirmar que se ordenó las finanzas de la casa para evitar la crisis, cuando este país enfrenta un grave problema de sostenibilidad fiscal.

Según datos de la Contraloría General de la República, el saldo de la deuda al día de hoy ronda el gigantesco monto de poco más de ₡27 billones; es decir, un 64.2% del PIB.

Las decisiones cortoplacistas de la Administración Alvarado llevaron a que la deuda creciera un 24% en los últimos 4 años, aumentando los riesgos fiscales y económicos.

Tener una relación entre la deuda y el PIB superior al 60%, significa que nos encontramos en un escenario más gravoso del planteado por el señor presidente, en el que se aplica un severo límite al gasto de los presupuestos de los entes y los órganos del sector público no financiero: no hay ajustes en las pensiones, el Gobierno no tiene posibilidad de suscribir préstamos o créditos y tampoco hay margen para realizar incrementos por costo de vida en el salario base, ni en los demás incentivos salariales.

De hecho, para este 2022, el gasto total no podrá crecer ni en un 2%, dejándonos prácticamente sin margen de crecimiento.

No podemos hablar de una “casa ordenada” cuando este Gobierno nunca tuvo una verdadera agenda de reactivación económica. Durante los últimos cuatro años, diversos sectores de este país hicieron constantes llamados para que el Poder Ejecutivo presentara una agenda de proyectos para dinamizar la economía, aumentar los ingresos, mejorar la confianza de las personas consumidoras, incentivar la inversión, incrementar las oportunidades de empleo y llevar alivio a los hogares en medio de los efectos ocasionados por la pandemia de la COVID-19.

El crecimiento reportado no obedece a ninguna estrategia de reactivación económica; es más consecuencia del llamado “efecto rebote” pronosticado desde el 2020 por los organismos internacionales y a la reapertura gradual del comercio en el país.

El no tener un plan de reactivación económica trajo consigo consecuencias inevitables. Durante el periodo 2018-2022, el país tuvo los más altos índices de desempleo, algo que venía registrándose desde antes de la pandemia. De acuerdo con el INEC hoy tenemos unas 319 mil personas sin empleo, sin ingresos y sin posibilidades de crecimiento personal o laboral, en hogares condenados a la pobreza y forzados a buscar la informalidad.

Olvida el señor presidente en su discurso, que el empleo informal y el subempleo son hoy también una forma de discriminación, contra la que dice haber actuado en su mandato, mientras cerca del 45% de la población económicamente activa se mantiene en la informalidad, afectando particularmente a las mujeres.

Lamentablemente, de los países que pertenecen a la OCDE, Costa Rica es el que presenta mayor tasa de desempleo de todos.

Con estos números, difícilmente podemos hablar de una “casa ordenada”. Mucho menos, cuando este Gobierno impuso severos recortes presupuestarios a programas sociales y al gasto de capital, en detrimento de la inversión pública y social.

Solo el Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf) enfrentó una disminución de más de ₡74.000 millones para el 2021 y más de ₡35.000 millones para el 2022; presupuesto que está destinado a financiar becas, comedores estudiantiles, viviendas, acueductos y una parte del Régimen No Contributivo de la Caja Costarricense del Seguro Social.

Las asociaciones de desarrollo recibieron 77% menos de recursos en comparación con 2021. El programa CEN CINAI fue rebajado en un 2%, poniendo en riesgo programas de desarrollo y protección infantil. El presupuesto del Ministerio de Salud (en plena pandemia) se redujo en 11.85%, mientras que el Ministerio de Educación Pública presenta un faltante de casi ₡300.000 millones.

Es muy necesario dar equilibrio a las finanzas públicas, sí, pero no puede hacerse a costas del deterioro de la inversión social. Este, es el deber ético de la política y de quienes ostentamos temporalmente estos cargos.

Señor presidente, el aporte y el esfuerzo de la Asamblea Legislativa no fue menor. Colaboró en la búsqueda de soluciones ante la ausencia de un Plan para reactivar la economía y sanear las finanzas estatales, con la introducción e impulso de normas presupuestarias, que sirvieron como mecanismo de gestión y control, generando importantes ahorros.

En efecto, normas sobre plazas vacantes, renegociación de alquileres, teletrabajo, entre otras, permitieron ahorros en el 2021 por un monto cercano a los ₡175.000 millones; normas que, por cierto, nunca recibieron el apoyo decidido por parte de su Gobierno ni de la fracción oficialista.

Es claro, señor presidente, que la “casa” que usted entrega no queda tan ordenada y muchos de los logros que usted señala como propios, son más el resultado de la buena disposición de las diputadas y los diputados de oposición, que de manera responsable atendieron el clamor de la ciudadanía. Para nadie es un secreto que su gestión en materia económica y fiscal fue discreta, tardía y en muchas ocasiones insuficiente. Su Gobierno perdió de vista que la disciplina fiscal se debe acompañar con estimulo a la producción, el consumo, la inversión, el empleo y las reformas estructurales correctas.

Queda mucho por hacer, y el desafío que tenemos por delante es enorme, principalmente en materia de sostenibilidad fiscal.

Debemos en adelante, tomar decisiones acertadas en cuanto al cuido de la hacienda pública, sólo así lograremos la estabilidad y equilibrio en las finanzas del país, cuestión que tendrá un impacto positivo en la economía y en el desarrollo nacional.

*Extracto del discurso pronunciado el martes 03 de mayo de 2022 sobre el Mensaje Presidencial 2021-2022.

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