En una sociedad donde hay abundancia de todo, hay demasiado de todo, eso hace que nuestras vidas puedan igualmente estar con sobre expectativas, las que pueden ser causantes de grandes frustraciones; y lo paradójico es que elegir entre tanto de todo nos estresa y nos hace sentir no tan bien después de haber decidido. El frenesí de la vida, la aceleración constante, el trabajo abrumador, el pasar corriendo por la vida parece no ser suficiente para perder la paz y la felicidad, ya que aún nos debemos enfrentar a elegir entre tantas opciones, y esa elección igualmente nos afecta emocionalmente al punto de ser algo más que nos causa estrés, cómo si no fuera suficiente el que nos causa la vida laboral agobiante y excesiva.

La sobre oferta de todo lo que tenemos disponible nos la describe claramente el joven filósofo español José Carlos Ruiz:

Demasiados viajes por hacer, demasiadas experiencias por vivir, demasiadas comidas por probar, demasiadas personas que deberíamos conocer, demasiadas redes sociales a las que acudir…. Cada vez es más complicado obviar todas esas maravillosas oportunidades que la vida nos pone por delante. A todo esto, le sumamos la carrera por lograr una identidad tan excesiva que puede terminar superándonos”.

Parafraseando al psicólogo Barry Schwartz, quien nos dice que hay un concepto de libertad que se ha estado desarrollando como un dogma entre las sociedades industriales de occidente, ante el interés de maximizar el bienestar de las personas, la forma de hacerlo es maximizando la libertad individual, y que maximizar esa libertad es por medio de maximizar la posibilidad de elección, en cuanto más opciones de elección, más libertad tendremos los individuos. Él no lo da por un hecho al que debemos aspirar, por el contrario, tantas opciones para elegir son una verdadera tragedia.

En cualquiera de las tiendas donde se exhiben un sinnúmero de productos, elegir es todo un desafío, en el supermercado, el solo hecho de decidir comprar un cereal, se convierte en todo un dilema, pasillos enteros llenos de opciones de este producto en todas sus formas, sabores, funcionalidades, etc. En las tiendas donde venden teléfonos móviles, hay una gran variedad de propuestas, igualmente en la búsqueda de un simple pantalón tipo jeans, hay decenas de opciones para escoger, y cuando de restaurantes se trata, ni pensarlo, hay muchísimas opciones, hoy en día hasta ha proliferado el mercadeo de los medicamentos, en ese frenesí de vida, donde prevalece la soledad, ese deseo manifiesto de un narcisismo puro, nos lleva a buscar esa perfección de identidad, y aquí de nuevo vamos en procura de “elegir” esa identidad que quisiéramos para mostrar, cuando la realidad es que la identidad se fragua desde la infancia, y ciertamente podemos seguirla esculpiendo ya siendo adultos,  sin embargo pretendemos hasta poder elegir qué clase de persona queremos ser para mostrar, aunque la realidad sea muy diferente a lo mostrado.

Aquél famoso “conócete a ti mismo”, que por demás ya resulta todo un desafío, pero que sigue siendo una opción muy válida y necesaria, ese autoconocimiento; sin embargo, pareciera que no basta con conocerse a uno mismo, también hay que mostrarlo, exhibir nuestro mundo, narrar nuestros logros, anhelos, que sean visibles nuestros sentimientos, opiniones, fotografías, sigue siendo demasiado de todo. Hay mucho de todo donde escoger, pero también hay mucho de todo lo que quisiéramos mostrar ante los demás, eso provoca demasiado estrés, desgaste y cansancio cognitivo, no hay espacio para el ocio, la recreación.

Tener muchas opciones para elegir puede ser una maldición para nuestro propio bienestar”. Barry Schwartz.

Dos tipos de personalidades.

  1. Los maximizadores, son los que buscan obtener lo máximo posible al elegir o tomar una decisión. Para este tipo de personas, tomar una decisión es sumamente complejo, ya que en su perspectiva está siempre procurar conseguir la mejor opción posible. El tomar una decisión se sienten inseguros, reflexionan mucho sobre las otras opciones que había. Por lo general tienden a generar una mayor carga de ansiedad durante el proceso, y de frustración o irritación una vez tomada la decisión. A pesar de haber decidido, la sensación de infelicidad es mayor en este tipo de personas, ya que siempre queda la posibilidad de haber tomado una mejor decisión.
  2. Los satisfactores, normalmente tienden a quedarse con la primera opción que le pueda cubrir sus necesidades. Eligen buscando una adecuación de las opciones a sus necesidades, ya sea o no la máxima a lo que pueden aspirar. Tienden a disfrutar más el proceso de toma de decisiones.

Ante tantas opciones, nuestras expectativas pueden subir a niveles inmanejables, sobre todo si somos maximizadores, esta situación nos pone en una posición donde resulta difícil recibir una sorpresa placentera, ya que esto de elegir entre tantas posibilidades, antes que liberarnos nos puede paralizar, lo que nos puede llevar a trasladar la decisión para un siempre “mañana lo haré”. También después de decidirnos podemos acabar menos satisfechos, que si hubiéramos elegido entre menos opciones; ya que siempre pudo haber existido una mejor opción para elegir.

Sería muy sano seguir algunas pautas que nos ofrece el psicólogo Schwartz, este sería una ruta para buscar una mayor felicidad. Veamos:

  1. Reducir el tiempo que tomamos para tomar decisiones.
  2. Hacer lo necesario para ser personas satisfactoras, identificar lo que es suficientemente bueno y rebajar las expectativas, para optar pronto por aquello que cubra las necesidades, aceptando que es mejor quedarse pronto con algo bueno, que gastar mucho tiempo para encontrar algo perfecto.
  3. No usar tiempo para reevaluar la decisión, una vez la haya tomado.
  4. Arrepentirse menos, reducir las opciones a la hora de decidir.

Para ser más felices debemos tender a no buscar la alternativa perfecta, sino más bien aquélla que responda a nuestras necesidades, a la vez reducir las expectativas que generamos. Tener una expectativa modesta nos garantiza disfrutar más de las decisiones tomadas.

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