En medio de la campaña política en nuestro país, tanto en la primera ronda electoral, como en estas semanas previas al balotaje de abril, me he quedado con las ganas, de escuchar propuestas innovadoras y disruptivas en materia de impuestos. Hemos visto los mismos discursos populistas de siempre: para que el que más tiene pague más, y promesas de no más impuestos a cambio de votos. No más que eso. Campañas pasando de forma muy superficial sin querer tocar problemas de fondo, ni pensando en reformas verdaderamente importantes que contribuyan a resolver los problemas fiscales que arrastramos desde hace décadas
La propuesta no pasa en este momento por hablar de más o menos impuestos, sino por una invitación a utilizar herramientas modernas que transformen el Ministerio de Hacienda en un ente recaudador de impuestos de primer mundo. De esto, es lo que me parece han carecido las conversaciones de todas las candidaturas de la contienda electoral y nadie quiere poner el tema sobre la mesa.
Nuestro país en materia de recolección de impuestos se encuentra en la época de las cavernas. Mientras en otras naciones del mundo desarrollado, la inteligencia artificial es un pilar fundamental para el control y la auditoría de los contribuyentes, en Costa Rica nos hemos quedado haciendo fiesta porque logramos implementar la facturación electrónica, sin querer darnos cuenta que la facturación electrónica no es el fin en materia de análisis de datos fiscales, sino que solamente es el medio: el principio de la trasformación digital por la que debe pasar nuestra Administración Tributaria. Hoy en día no necesitamos auditores fiscales que visiten contribuyentes para realizar sumas y restas; eso lo hace la inteligencia artificial. Lo que requerimos de esos mismos auditores, es trabajo analítico, pensando, evolucionando y dejando que sean las máquinas las que se encarguen de los trabajos operativos: de cruzar datos, de sumar y restar. ¿Es mucho pedir?
Ya en diciembre del 2019, el Ministerio de Hacienda publicó un documento denominado “Informalidad en la Economía Costarricense y su impacto en los ingresos fiscales” en el cual concluía que el 31.8% de los ocupados en el país se encuentran en la economía informal, dejando de percibir sólo en impuesto sobre la renta 50.667,8 millones de colones, que corresponde a un 0,15% del Producto Interno Bruto de ese momento.
Ahora bien, si a eso sumamos el desempleo, disparado por la pandemia iniciada en el 2020, y la expansión de las plataformas de transporte y servicios de comida a domicilio, que han venido al rescate de todas esas personas que perdieron sus empleos y lograron un ingreso a través de estas herramientas, la informalidad y la evasión de impuestos supera con creces ese 31% del estudio que mencioné anteriormente.
El futuro de los impuestos en Costa Rica debe ser la inteligencia artificial, buscar formas para lograr disminuir la informalidad. La Administración Tributaria debe estar en capacidad de formalizar a todo este sector de la economía que no emite facturas, que no se inscribe como contribuyente y que continúa en el anonimato evadiendo sus impuestos. Sin duda alguna, la masificación de la facturación electrónica es la herramienta por excelencia. Pero es sólo eso, una herramienta. No logramos nada, si contamos con toda la información que arroja la facturación electrónica, pero no somos capaces a través de inteligencia artificial de realizar análisis de “big data” ó analíticas de datos, si la inteligencia artificial no la ponemos al servicio de la recaudación de impuestos.
El camino simple, sin complicaciones, que han escogido los gobiernos de turno de nuestro país, es continuar desangrando a los Grandes Contribuyentes nacionales que generan empleos, es continuar realizando interpretaciones arbitrarias y abusivas del principio de territorialidad y llenando con ello los juzgados de reclamos que tardan años en resolverse, entre otras cosas.
El futuro ya está acá, es hora de cambiar el chip en materia de recaudación y fiscalización. La modernización y automatización no puede demorarse más, es urgente la implementación de herramientas que acaben de una vez por todas con la evasión fiscal producto de la informalidad. Reitero: la facturación electrónica es sólo el principio. Por sí sola no logra nada, si no es acompañada de análisis e inteligencia artificial.
En otras latitudes, suceden cosas que acá en la Suiza Centroamericana ni siquiera vemos pasar: en el año 2020, la Agencia Tributaria española siguió los pasos de la colombiana Shakira quien decía no residir en España, por lo tanto, no pagaba sus impuestos en ese país. La Agencia reconstruyó su vida de los últimos cuatro años para reclamarle las cantidades defraudadas. ¿Y cómo lo hizo? Por supuesto, mediante inteligencia artificial y facturación electrónica. La Autoridad fiscal recabó información sobre la facturación electrónica de la peluquería a la que asistía, la frecuencia de sus visitas y con ello determinó los períodos de tiempo en los cuales residía en territorio español. Impensable en Costa Rica.
En muchos países del mundo, el contribuyente puede acceder a un borrador de su declaración de impuestos (renta, IVA, etc) la cual es elaborada por inteligencia artificial, basada en los datos que arroja la facturación electrónica enviada y recibida por el sujeto pasivo, de tal manera que la Autoridad Fiscal tiene una contabilidad digital de cada contribuyente. Esto sin duda es el poder de la información. No me imaginaría a un contribuyente tratando de realizar una defraudación fiscal, cuando de antemano conoce que su información de ingresos y gastos está mapeada por el Ministerio de Hacienda, y que solamente desconocerá algunos pequeños detalles como depreciación de activos fijo y otros menores. Sería un kamikaze intentar una defraudación bajo este panorama.
La información es poder, y actualmente esa información se encuentra en los servidores de la Administración Tributaria de Costa Rica, mediante la facturación electrónica. Pero esa información, sin inteligencia artificial y sin el análisis de datos adecuado, es sólo basura electrónica, que en nada contribuye a la salud fiscal y financiera del Estado.
Estamos urgidos no de nuevos impuestos, la urgencia actual es modernizar la forma en la que se fiscalizan los tributos, utilizando la tecnología. Esas son las discusiones que me encantaría escuchar de nuestros candidatos presidenciales: propuestas para una Administración Tributaria ágil, tecnológicamente eficiente. De lo contrario seguiremos en la época de las cavernas en materia fiscal, aumentando impuestos que nunca serán suficientes y presos de una economía informal que ni siquiera entra en los radares del Misterio de Hacienda, casi como ciudadanos de otra categoría, eximidos del pago de impuestos por la ineficiencia tecnológica de nuestra Administración Tributaria.
Mantengamos la esperanza, en los primeros días del nuevo Gobierno, podamos escuchar propuestas fiscales acorde a los tiempos que vivimos. Llegó el futuro y no nos dimos cuenta.
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