Este semana se inauguró en el Parque Nacional Manuel Antonio del Área de Conservación Pácifico Central (ACOPAC), la primera pasarela accesible de 164 metros para permitir el ingreso a la playa de personas con movilidad reducida.
A este proyecto, también se le agrega la donación de una silla anfibia para que las personas con discapacidad entren al mar en su totalidad y con la seguridad debida.
El beneficio lo desarrollaron las personas involucradas en la Campaña Oficial de Recolección de Tapitas Plásticas a nivel nacional que generaron que se recaudaran 30 toneladas de plástico, para que pasaran a tener un mejor propósito que contaminar el medioambiente.
Según Rocío Echeverri, Directora Ejecutiva de la Asociación ProParques:
La campaña de recolección de tapitas es una solución para reutilizar un material que no todas las recicladoras reciben y tristemente llega a los ríos y mares. Esta materia prima, nos ofrece la oportunidad de crear madera plástica que es fundamental para nuestro proyecto”.
Manuel Antonio no es el único parque que cuenta con senderos accesibles ya que, desde el 2012, ProParques construyó los dos primeros senderos de acceso universal de Costa Rica, ubicándolos en el Parque Nacional Carara y en el Parque Nacional Santa Rosa.
Además la Asociación trabajó para crear la primera playa accesible en el país: Parque Nacional Cahuita.
Según Rafael Gutiérrez Rojas, Director Ejecutivo del SINAC:
Este proyecto es de suma importancia, ya que el Parque Nacional Manuel Antonio es el área silvestre protegida con mayor visitación y como tal debe de dar el ejemplo en temas de accesibilidad.(...) Encontramos en este proyecto el encuentro perfecto entre el reciclaje y la inclusión, que es un pendiente y una deuda como país para resolver la accesibilidad en todos sus niveles en nuestras áreas silvestres protegidas. Para la Institución ha sido una gran satisfacción participar de esta iniciativa desde su inicio y esta inauguración nos muestra que podemos trabajar a lo largo del país y que podemos hacer comunidad”.
Como parte de la inauguración, la silla anfibia fue utilizada por el usuario Greivin Gullén de 23 años.
Según Guillén, él nunca había ingresado al mar y su familia tuvo la iniciativa de participar en la campaña de recolección de tapitas, no solo por cuidar del medio ambiente, si no para darle a Greivin la oportunidad de vivir la experiencia.