Una vez más Costa Rica fortalece su democracia. Esto a pesar de los tiempos complejos en los cuales el mundo vive muchas tensiones, que van desde las diversas restricciones sanitarias hasta amenazas climáticas, caen democracias y se perfilan nuevos dictadores. Costa Rica hoy cuenta con dos candidatos con experiencia profesional e internacional envidiables, no solo por nuestros vecinos, si no por el mundo entero. Si bien es cierto ambos candidatos tienen escándalos que no los hacen los candidatos presidenciales óptimos, es la realidad que el pueblo costarricense eligió. Eso es la democracia, algunos ganan, otros pierden y no siempre gana el mejor equipo o el candidato más noble e intachable.

Lo que importa ahora está en que gane el candidato con una verdadera mayoría del apoyo costarricense, con números que rondan el 40% del abstencionismo, el presidente electo estaría siendo elegido solo por el 60% de la población, lo que se deduce, que como nación estamos tan desilusionados del sistema que no creemos que un voto pueda cambiar nuestras vidas o la sociedad en la que vivimos. Ya sea un voto en contra, a favor o un voto de protesta, la importancia recae en ejercer el derecho y que quien llegue a la casa presidencial, sea la representación de una vasta mayoría.

Es evidente que el país está más divido que nunca, pero esto no tiene que ser negativo, una democracia en la que partidos nuevos ganan adeptos importantes y llegan a representar fracciones significativas en la Asamblea Legislativa es un reflejo claro de la sociedad costarricense, y reitero, esto no tiene porque ser negativo, inclusive veo con grandes expectativas el rol que estos partidos puedan jugar en la política nacional. Un pueblo que castiga a los partidos tradicionales y oficialistas como fue la experiencia del Partido Liberación Nacional (PLN) en las elecciones del 2018 y la del Partido Acción Ciudadana (PAC) este pasado domingo, es un pueblo que se hace escuchar y tiene sus demandas claras: ¡Si no hacen su trabajo son despedidos! Si bien es cierto ahora dependerá de Figueres y Chaves —y sus respectivos equipos— terminar de enterrar la amenaza del extremismo religioso del espectro costarricense, que hoy día se sigue posicionando como la tercera fuerza política y que este sí amenaza derechos de minorías, mujeres y hasta del clima.

Llamo a hacer un voto inteligente, analítico. Si usted es de los que se hace llamar apolítico, con su voto basta, pero vote. Y recuerde bien, al final el presidente es la imagen de todo un equipo que está detrás de él. Olvidándose del candidato, ¿usted a qué equipo contrataría? ¿A quién le confiaría la administración de sus ahorros, su finca o su emprendimiento? Es momento de pensar con cabeza fría y entender que sigue siendo una elección trascendental para Costa Rica, el tiempo de experimentos se acabó, sí no se cambia el modus operandi usado a la fecha, los fantasmas del radicalismo estarán esperando cuatro años más haciendo ruidos y atrasando el proceso social y económico desde la asamblea. Ejemplos en la región sobran, ya sea de izquierda o de derecha, los radicales llegan al poder gracias a dos factores muy simples de entender: el descontento social y el abstencionismo.

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