Se acerca el momento para que Costa Rica elija un nuevo gobierno. En una nación democrática las elecciones son un momento fundamental, un instante en el cual, como pueblo, verdaderamente nos volvemos uno y actuamos para elegir a quienes nos representen en el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.
Siendo un acto humano, votar siempre tiene un alto componente emocional, pues, en gran medida, nos decidimos con base en lo que la persona nos hace sentir, si nos podemos identificar con sus valores, su forma de actuar y su discurso.
Ahora bien, como estamos eligiendo personas que nos representarán en cargos específicos: la presidencia de la república y diputaciones en la Asamblea Legislativa, podríamos realizar un análisis similar al que se hace en procesos de reclutamiento para cualquier organización. A fin de cuentas, el gobierno es un gran sistema de organizaciones que gestiona el Estado para servir a la ciudadanía.
En reclutamiento, cuando se selecciona a una persona para un cargo, se lleva a cabo un análisis comparativo entre los requisitos del puesto y las características de cada persona candidata. El análisis debe alimentarse de criterios objetivos, que son aquellos requisitos necesarios para lograr lo que el cargo demanda. Generalmente hablamos de cuánta experiencia (y en qué ámbitos) es necesaria para ejercer la función adecuadamente, cuáles conocimientos previos serían relevantes y cuáles habilidades estratégicas se requieren para el cargo.
Para efectos de este análisis, me enfoco en el puesto de la presidencia de la república. ¿Qué debe hacer (en este momento) la persona que se llegue a sentar en la silla presidencial? Principalmente, debe gestionar las personas que ponga al frente de las instituciones para lograr que esa institucionalidad funcione mejor y cumpla con su razón de ser: asegurar soluciones y oportunidades de desarrollo para la ciudadanía, con el mejor uso de los recursos disponibles. Además, debe construir y gestionar relaciones positivas y productivas con la Asamblea Legislativa, para impulsar los proyectos de ley de su agenda política que le permitan avanzar en sus objetivos de gobierno. Finalmente, deberá asegurar las relaciones internacionales, y con socios de estado claves, que permitan al país mantener un posicionamiento estratégico en el sistema global de naciones.
Si bien la Constitución Política solo establece que, para ser presidente, hay que ser costarricense por nacimiento y ciudadano en ejercicio, ser del estado seglar y ser mayor de 30 años; vayamos un poco más allá y agreguemos algunos requisitos: la persona requiere conocimiento de la realidad institucional actual, tanto en materia administrativa como de la cultura organizacional. Además, necesita tener suficiente experiencia relevante y logros demostrados. Por último, requiere ciertas habilidades estratégicas que incluyen la capacidad política de gestionar alianzas, liderazgo colaborativo y empático, habilidad de comunicación y visión estratégica.
Votar siempre es una decisión más emocional que racional, pero ojalá que eso no limite nuestra capacidad de analizar las candidaturas con alguna objetividad. A la hora de votar, consideremos a cada una de las personas candidatas a la luz de los requisitos necesarios para liderar nuestro Poder Ejecutivo. La decisión que tomemos definirá la buena gestión de los recursos que son de todos.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.