La consolidación financiera del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) ha sido uno de los principales retos de la actual Administración. En los últimos años, hemos tomado decisiones económicas, operativas, logísticas y de negocio, que han fortalecido a la empresa y que nos han permitido seguir ofreciéndole al país los servicios de calidad que merece.

Gracias a estas acciones, y a una planificación técnica y minuciosa, el ICE cerró el año 2021 con una disminución de su deuda y un mejor perfil de vencimientos de la misma, lo que incluyó una reducción en su costo promedio ponderado, así como una mejora de sus condiciones en términos de moneda, plazos y tasas de intereses. Todo esto nos ha permitido minimizar el riesgo cambiario y favorecer nuestro flujo de caja.

Es claro que esta situación no es producto de la casualidad. Es el resultado de la implementación de novedosos instrumentos y de una ejecución responsable de la Hoja de Ruta para la Sostenibilidad Financiera, el documento orientador diseñamos en 2019, y que aplicamos responsablemente en la Institución para optimizar recursos y generar ahorros.

Desde esa fecha, hemos concretado una serie de operaciones que, en su conjunto, reposicionaron positivamente al ICE en el sector bancario y financiero durante el año pasado, y nos permitieron al mismo tiempo recuperar la confianza entre inversionistas nacionales e internacionales.

En agosto de 2020, nuestros equipos renegociaron con éxito las condiciones del Fideicomiso Uno para construir la Planta Hidroeléctrica Reventazón, una acción que disminuirá, en los próximos tres años, los pagos del Instituto por aproximadamente ₡15.600 millones.

De igual forma, en septiembre del año pasado, concretamos una transacción por $221 millones para convertir a colones el saldo de dos préstamos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ese mismo mes, se colocaron exitosamente los primeros bonos internacionales ligados a la sostenibilidad (SLB) por $300 millones, lo que demostró que el ICE mantiene una buena reputación en mercados extranjeros.

El pasado noviembre, se colocó la primera emisión de bonos verdes del Instituto. Este instrumento permite financiar proyectos o refinanciar activos que cuidan el ambiente, al mismo tiempo que fortalece el compromiso de la empresa con la descarbonización y con la lucha contra la emergencia climática.

A estas acciones, se deben sumar la formalización de un crédito con el Banco de Costa Rica para atender el vencimiento de deuda de un bono internacional por $483 millones, así como la presentación de los Informes Financieros Auditados del ICE aplicando al 100% las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF).

Como se observa, la ruta trazada no ha sido simple, y queda camino por recorrer y gran cantidad de retos por delante. Sin embargo, hay razones suficientes para estar optimistas, pues finalizamos el 2021 con la claridad de que se ha cumplido la tarea, y con la tranquilidad de que el ICE continúa enrumbándose hacia una consolidación financiera sostenible.

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