Una de las tantas actitudes inhumanas (también incultas) tiene que ver con el sexo. Decir que el sexo es pecaminoso. Es inhumana porque reduce el sexo (el placer, sobre todo) a la enfermedad del mundo civilizado. El grave problema con esto es que, detrás de intenciones políticas, hay un profundo desprecio por las mujeres, una forma de violencia contra la mujer (violencia ideológica). Veamos.
Desde los monjes católicos hasta la moral pentecostal (fabricista), la moral sexual ha sido rígida principalmente para las mujeres, sobre todo porque la mujer ha sido convertida en la gran tentación del varón y, oblicuamente, como mecanismo de sometimiento, la mujer es secuestrada en su dignidad hasta terminar convertida en una posesión de los varones, quienes pueden comportarse como los administradores de la sexualidad femenina, desde el embarazo hasta la satanización del cuerpo. Contrariamente, a quienes gusten de los textos judeocristianos revelados (canónicos), bastaría con que relean el Cantar de los cantares en el Antiguo Testamento. ¿O ahora le van a llevar la contraria a Dios en sus mismísimas Escrituras?
La defensa de que lo mejor es la virginidad (abstinencia) junto con la posterioridad del matrimonio condena trágicamente el placer, pues no se habla del efecto colateral, porque lo esconden, a saber, el dolor que produce la ignorancia. La procreación obligatoria no sería una urgencia (mandamiento) hoy ni siquiera si estuviéramos al borde de la extinción, y este no es el caso. Condenar a las mujeres a vivir vírgenes para luego parir por obligación, como si esa fuera su esencia (¡!), es una diabólica crueldad porque las convierte en simples receptáculos/envases de los varones y, además, es un sinsentido porque les niega el disfrute de su sexualidad, misma que Dios les ha dado con ternura. ¡Cristianos/as, relean el Cantar de los cantares, por favor!
Negar, como lo hacen las declaraciones de Fabricio Alvarado en los medios de comunicación, la educación sexual a los jóvenes y obligarlos a la abstinencia sexual es condenarlos a la más crasa ignorancia, además de antinatural (contrafáctica, pues los hechos no tienen que ver con opiniones, ya que son irrefutables).
En el fondo, se trata de una mala educación (incultura) y, como solución, la peor, porque meterse en los calzones de la gente es una invasión a su privacidad y, además, un comportamiento torcido. Un ejercicio mental: si Dios creó a los seres humanos, o parece que Dios se equivocó haciéndoles sexuados, luego Él no lo sabe todo, es decir, no sería omnisapiente; o Dios creó a los seres humanos sexuados sabiendo que serían maniáticos, luego Dios sería un creador irresponsable, de mala fe. Una forma de idolatría (de contrariar a Dios) parece ser hacer del sexo el centro de la propaganda de cualquier partido político, como los fabricistas. ¡Más parece educación de talibanes que de sacristanes!
A este respecto, el dios de don Fabricio más parece una proyección de él mismo, con los prejuicios propios de cualquier ser humano. Tratar de ganar votos engañando a la buena gente con que él habla a nombre de Dios es, claro está, una farsa y, además, una pésima defensa de Dios.
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