Costa Rica se prepara para elegir el modelo de desarrollo al que le apostará en los siguientes 4 años. La campaña electoral llega en medio de múltiples emergencias, la de salud, la económica, la climática, la de salud mental, etc.; lo que sin duda le da un aire especial a las votaciones de febrero próximo.

En estas elecciones tan oportunas, se definirá algo más que la Presidencia de la República, los y las ciudadanas decidiremos el proyecto de país por construir. Misión nada despreciable, recordemos que cuando la democracia directa se activa la bola está del lado de los y las votantes, más vale que votemos informados y con responsabilidad.

Muchas opciones integran la papeleta presidencial, un menú diverso de flora y fauna política propios de nuestro trópico. Promesas de campaña para todos los gustos, opciones nuevas, viejas, repetidas, refritas, en fin… la variedad no es el problema en esta ocasión. El problema es distinguir lo bueno de lo malo, algo muy difícil recientemente.

Bajo este panorama, los y las costarricenses nos vemos convocados a definir criterios de evaluación objetivos, que permitan analizar cada una de las candidaturas a consciencia, para luego ir a ejercer nuestro derecho al voto.

Detrás de la papeleta

Recientemente, varias investigaciones judiciales han evidenciado el enorme poder económico y político de las mafias en nuestro país. Pareciera que detrás de algunas opciones electorales se esconden intenciones oscuras disfrazadas de redentores.

El narcotráfico, ciertos grupos empresariales corruptos y algunos funcionarios públicos vendidos parecen intentar secuestrar a Costa Rica a cambio de bolsas dinero y privilegios tan burdos como literalmente un chorizo gratis.

Frente a este deterioro institucional, como ciudadanía es nuestro deber leer entre líneas para identificar quienes son las personas o grupos de poder que mueven los hilos de la realidad política nacional y así descubrir quienes son lobos vestidos de caperucita.

Conocer a profundidad las personas y grupos de poder que financian a los partidos políticos en estas elecciones es tan importante como analizar los planes de gobierno.

La mejor herramienta que tenemos para poder elegir libremente a nuestros representantes es el derecho a la información, de lo contrario estaríamos entregando el país quienes lo ven como una caja chica de sus interés personales, gremiales o sectoriales. Un voto desinformado es como botar un penal es mi punto.

Falta poco para febrero y cada vez es más evidente que el momento de ser ciudadanos y ciudadanas responsables llegó, el contexto, es complejo y desafiante pero no olvidemos que nuestra lucha como costarricenses está en las urnas, estamos frente al reto de vencer la apatía y la ignorancia colectiva para ejercer un voto informado y razonado en procura de construir una sociedad costarricense moderna y justa.

Quedan pocos meses para elegir el futuro, asumamos el reto.

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