Hoy 25N día contra la violencia de género, me uno a la fuerza activista contra la violencia de las mujeres, la violencia perinatal, obstétrica y de posparto, que es una realidad en Costa Rica tanto en espacios médicos públicos, como privados.

El Estado es cómplice de una estructura que violenta sistemáticamente a las mujeres durante su gestación y parto. Dándoles muy pocas opciones e información para planificar, dejando bajo la ilegalidad la posibilidad de suspender embarazados no deseados, y obligándolas a llevar controles en hospitales misóginos, para finalmente ¨mejorarse¨ con humillaciones, piquetes, forceps y temor. Así es como se nace en este país.

Solo hace falta entrar a los grupos de Facebook de familias, mamás o mujeres, y se pueden encontrar cadenas de comentarios contando los malos tratos que han recibido en los últimos años al parir, con recomendaciones como dejar de quejarse, no comer o defecar para no molestar al personal de salud, hasta médicos privados que se configuraron como comerciantes de la salud vendiendo operaciones no recomendadas por la OMS (cesáreas innecesarias), como si fueran chicles en una pulpería muy cara, porque claro: las pobres sufren bajo los gritos y las ricas sufren bajo la anestesia.

Por los ocho o nueve meses que se gesta se sigue viviendo bajo el mito, bajo la ignorancia y bajo el nulo trato médico, pues en nuestros centros de salud probablemente no haya internet, o no les haya llegado una actualización de que las mujeres embarazadas sí pueden pueden tomar medicamentos para atender sus males anteriores o nuevos. Y se les sigue diciendo que cualquier dolor sea sencillo o grave, se lo deben aguantar por estar embarazadas.

Y claro que en países vecinos la realidad es peor, pero también es cierto que en otros países los derechos sexuales y reproductivos son un tema moderno y coherente con las necesidades humanas. Entonces es de poco leídos compararse con los peores cuando en el mundo existen manuales, tratados, doctrina e información suficiente para entender qué es una gestación y parto humanizado respetado.

El lenguaje sigue siendo el peor enemigo de dominación, porque a quienes tratan con un poco de decencia se les hace creer que las ¨chinearon¨, pues claro, cuando una persona está acostumbrada a la violencia sistemática, que le den agua y no le griten parece caridad, un acto de bondad caído del cielo. Pero que no se trata de una cordialidad sino de una obligación convencional, internacional que todas las personas deberían cumplir, no por ¨buena gente¨ que sean, sino porque se trata de la ley que en otras materias tanto temen.

Para hablar de un mundo mejor, con personas más felices, más preparadas, con esquemas de prevención del delito, con oportunidades, que se sepan comunicar; la forma de nacer debe cambiar. Es impresentable que el ¨país de paz¨, sea un país de violencia obstétrica, perinatal y posnatal.

Pueden existir cientos de leyes, oficinas de reclamos que si las autoridades en salud, no toman una postura coherente con la ciencia, y el sistema jurídico de derechos humanos, seguiremos teniendo letra muerta.

Que nazcan los niños no es suficiente, se debe gestar bien, se debe nacer con dignidad, y se debe proteger la integridad del bebé y la madre porque se trata del derecho a la vida, el bien jurídico más importante de nuestro sistema normativo. No es caridad, no es un favor, no es una petición tierna que hacen las mujeres, es la obligación que tiene nuestro país.

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