Vamos a escribir de un tópico sin tapujos ni tabúes, porque el tema en cuestión sucede en todas partes del mundo, y por lo tanto también pasa en Costa Rica, y más de lo que se pueda usted imaginar. No se pretende emitir un criterio reductivo de si esta realidad está bien o no, el fenómeno es mucho más complejo que ello. Empezaremos hablando del amor, que no es de lo que trata este artículo. Si bien el amor romántico ha existido siempre, eso no significa que se concretará en matrimonio necesariamente. En occidente, las bodas arregladas por los padres de los contrayentes conforme a intereses comunes era la norma hasta muy entrado el siglo XVIII y en algunos casos el siglo XIX; incluso, aún hoy en día, pese a vivir en una sociedad más horizontal entre estratos socio económicos distintos, no es usual que alguien de clase muy adinerada contraiga nupcias con alguien que raya en la indigencia. No es imposible, pero es más un tema recurrente de telenovela aspiracional mexicana. De hecho, la estratificación económica no está diseñada para que nazca entre ellos la intimidad necesaria que conduzca a tomar esa decisión. Que quede claro: no tengo nada en contra, ni a favor de las opciones íntimas que me son ajenas.

Infidelidad y sugar dating

Pero el deseo carnal, no entiende de lógica, ni de fronteras sociales, ni protocolos, ni pedigrís, una vez fijada la libido de las personas involucradas, se saltan las buenas costumbres y aunque haya compromisos previos (léase matrimonios con otras personas), roto los diques por el torrente de la infidelidad, se pone en riesgo el núcleo familiar y el patrimonio de los encadenados por la pasión. El patriarcado ha venido perdiendo terreno y ya al marido no se le tolera “la otra casa” como antes; los hombres alardean de sus conquistan y eventualmente son descubiertos porque son víctimas de su propia boca; en cambio, la sabiduría femenina hace que difícilmente comenten sus infidencias con nadie, por eso, son más inteligentes también es eso. Yo he visto a auténticos machos alfa llevar cachos invisibles, tropezar, cuando pegan con los alambres de las calles, porque ellas solo dicen lo que necesita ser dicho. Y, por el contrario, he presenciado procesos de divorcio basados en una conquista de él que nunca existió procurada para reafirmar su masculinidad tóxica, evidentemente, de tanto mentir, cuando dijo la verdad, ya nadie le creyó.

En un mundo rápido de consumo de bienes desechables, tenía que suceder que se abrió un nicho para relaciones de conveniencia transaccional mutua, no necesariamente comprendidas como prostitución, sino como un intercambio beneficioso para ambas partes, en donde las reglas del contrato fuesen claras, y evidentemente el factor financiero fuese el combustible del negocio. No hago apología de esta realidad, me limito a describirla.

En la pasarela del deseo, después de los cuarenta años, se experimenta lo que yo denomino el manto de Harry Potter, es decir uno paulatinamente se vuelve invisible a despertar en otras personas lujuria; evidentemente siempre hay mercado para todos, pero en el mainstream no es así. A partir de ahí, usted se convierte, si ha tenido cierto nivel de éxito, lo sepa o no, en un target y en un potencial sugar daddy.  La expresión sugar daddy nació en Estados Unidos a principios del siglo XX cuando la modelo Alma de Bretteville le decía sugar daddy a su pareja, Adolph B. Spreckels, 24 años mayor que ella. Spreckels era director de una fábrica de azúcar en San Francisco. La premisa es que, en el interés entre ambas partes, la mujer busca un sujeto exitoso, rico, que pueda satisfacer sus necesidades materiales, y el hombre espera atención, sexo, cariño y compañía. Al menos ese fue el concepto original, la implementación posmoderna de esta nueva forma relacional comenzó con estudiantes universitarias estadounidenses que no podían hacer frente a sus gastos y luego el modelo se extendió a nivel global a otro tipo de personas. Para el mes de abril de 2021, la deuda por préstamos estudiantiles en Estados Unidos ascendía a aproximadamente $1.71 billones y crece seis veces más rápido que su economía. Como resultado, los estudiantes universitarios luchan por llegar a fin de mes mientras buscan una educación para pagar esas deudas más adelante. Debido a que los trabajos de salario mínimo disponibles para ellos no cubren el costo de vida actual, un número creciente de estudiantes de ambos sexos está recurriendo al sugar dating. En esta relación asimétrica, la persona joven de la “pareja” se denomina sugar baby. Se ha clasificado en tres niveles a los suggar daddies: Splenda daddy: es el que entrega regalos y dinero a quien le acompaña, aunque a menudo está limitado por sus ingresos. Sugar daddy: puede asignar una cantidad presupuestada de fondos semanal o mensualmente. Y finalmente el Honey daddy: es muy adinerado y puede apoyar fácilmente a más de una sugar baby.

En Latinoamérica, México es el país con más hombres que se perciben como Suggar daddies; Brasil ocupa el segundo lugar de la lista, mientras que Colombia está en el tercer puesto. En este punto conviene reseñar, que lo que inicia como una relación de conveniencia comercial puede terminar en amor real, con todo lo que eso puede implicar.

El chuleo: el sugar dating es diferente de lo que en buen costarricense llamamos “chuleo”, que es básicamente una estafa emocional, en donde una de las partes enamora a la otra sin vincularse para aprovecharse materialmente. El chuleo es parte importante de nuestra idiosincrasia y conlleva siempre engaño y desplume. En cambio, en el sugar dating, los que optan por esta modalidad de arreglo saben a lo que se meten y pueden prevenir que sus emociones no los rebasen. Conocí a un amigo muy estimado (no soy yo), que se creía un galán otoñal tirando a invierno, casado y con hijos, que se enredó con una muchacha de cuerpo de carretera de montaña (llena de curvas) y ojos hipnóticos, que literalmente lo volvió loco y enflaqueció su billetera, lo triste es que, aunque la relación terminó, y recuperó —parcialmente la cordura— sigue convencido de que la joven lo amó y todos sabemos que eso nunca sucedió, pero por respeto a su estupidez no mencionamos el tema.

Sugar mommy y cougar. Esta clase de relaciones también aplica para las mujeres que brindan seguridad financiera a un hombre mucho más joven mientras este se enfoca en su carrera, tiene las mismas características de lo que hace un papá azucarado. Evidentemente existen muchas aplicaciones especializadas (de pago y gratuitas para este mundo no tan secreto). No hay que confundir a una cougar (puma) con una suggar mommy, la cougar es una mujer madura que tienen relaciones con hombres jóvenes. A diferencia de las sugar mommy, con las cougar no media dinero alguno para concretar el vínculo, si ocurre es algo opcional, pero no la base del nexo. Otra gran diferencia, es que mientras una sugar mommy puede que no sea atractiva físicamente, la cougar exhibe un cuerpo que es la envidia de mujeres de mucho menor edad. Las cougar son el equivalente femenino a los viejos verdes apuestos.

En el ciberespacio, el anonimato y la clandestinidad posibilitan los primeros contactos del sugar dating. La monogamia es una regla o norma social aprendida que se orienta a preservar el orden social, de acuerdo con Emile Durkheim, el control social hace que interioricemos esas reglas aprendidas desde la infancia a través de la socialización, y en caso de ser descubiertos en falta, la exposición pública como sanción social y desaprobación harán que respetemos las reglas de convivencia por culpa. La explicación sociológica y un tanto filosófica para comprender la existencia de los sugar daddies no se encuentra solamente en la ley del deseo, es necesario recurrir al interaccionismo simbólico, es decir como la construcción de la propia identidad necesita la relación con los demás. La necesidad de que los otros perciban de una manera positiva al individuo, es el percibirse a sí mismo a través de la mirada del otro, por ello, es posible que, si los sugar se auto- perciben como triunfadores de una manera superficial, deben mostrar símbolos de estatus, como autos lujosos y mujeres jóvenes y bellas.

Peligros. Quien se aventure a esta forma negocial, se expone a chantajes, homicidios, robos, secuestro y cualquier otra anomalía que se le ocurra, porque en realidad si nadie conoce a nadie, menos en un ambiente no controlado con identidades falsas. Pese a ello, al parecer eso no ha disuadido a muchas personas que optan por intentar apaciguar lo que sea que llevan por dentro y por fuera mediante esta modalidad de negocio, del cual cada quien puede formarse una opinión. Yo, sigo sin aceptar en mi Facebook solicitudes de amistad de personas jóvenes sin amigos en común sospechosamente atractivas según mi gusto y el de todos los cánones de belleza de la historia.

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