Hace unos días llegó una paciente diciendo la siguiente frase: “me estoy acostumbrando a que los hombres se muestren cariñosos conmigo y luego de un par de encuentros sexuales desaparezcan”. Anteriormente había escuchado de otra paciente decir “tuvimos sexo por primera vez, me dejó en mi casa, dijo que la pasó de maravilla y al entrar por la puerta me bloqueó en el WhatsApp y nunca más volví a saber de él”. Este tipo de relatos son frecuentes en terapia, también en los círculos de amigas y claro que yo misma he vivido situaciones similares en algún momento; nos ha pasado a muchas personas cuando decidimos buscar pareja.
Recientemente se ha empezado a utilizar el término anglo ghosting para referirse a este fenómeno. Se refiere a aquellas personas que, al inicio de una relación, de pronto desaparecen como un fantasma. Todo parece ir bien, y, sin embargo, se esfuman: ni siquiera contestan los mensajes. También existe el término caspering para aquellas personas que van dando largas… y no acaban quedando en una relación seria nunca. O bien, dicen que cambiaron de parecer antes de comprometerse. Este segunda práctica suele ser más dolorosa porque dura más el maltrato emocional.
Las consecuencias que vive la víctima de esta forma de abuso sexual y emocional son diversas. Con frecuencia la persona se siente humillada, o culpable. Su autoestima suele deteriorarse porque piensa que no fue suficiente para esa persona. Además, pueden surgir pensamientos obsesivos al no entender los motivos de la conducta de quien pensó podría ser su pareja. Es importante tener varias cosas en cuenta, ante todo saber que estas conductas no son responsabilidad de quien las recibe. Es la contraparte quien se comporta de manera cobarde. Es prudente tener presente que si vuelve a aparecer es probable que vuelva a hacer daño, por lo que es mejor enfocarse en conocer personas que demuestren interés genuino.
En un estudio encabezado por el Centro de Investigación Psicológica de Harvard Zero y realizado en más de 37 universidades de distintos países, el 39% dijo que en algún momento hizo ghosting o caspering y un 68% dijo que habían sido víctimas, de las cuales el 54% eran mujeres.
La responsabilidad sexoafectiva implica ante todo ser personas honestas, pero también entender que nuestras acciones tienen consecuencias en la otra persona. Se debe ser claro y cumplir los acuerdos previamente establecidos, no se vale brincar en indecisión después de ilusionar a la otra persona. Responsabilidad es asumir acuerdos, no huir, dejar claras las expectativas, saber negociar y poner límites sanos.
Claro que la solución no se encuentra en promover la castidad como piensan los grupos conservadores al tratar de reprimir el deseo sexual en vez de formar en los cuidados del placer y proyecto de vida, ya que según UNFPA 2013 en Costa Rica, aproximadamente 14 mil adolescentes quedan embarazadas cada año. Este es uno de los desafíos más importantes en “la perspectiva de derechos de las personas jóvenes, la salud sexual y salud reproductiva, el desarrollo humano y la lucha contra la pobreza”.
Otro dato interesante sobre la poca responsabilidad afectiva y educación sexual que tenemos también los adultos es que en el 2020 la cantidad de divorcios en Costa Rica fue de 11.785; la infidelidad es el motivo más común de separación presentado ante el tribunal.
En un país en el que las leyes avanzan en torno al uso del condón (aunque no sepan usarlo de manera correcta), hay poca educación para comprender lo que significa la responsabilidad sexoafectiva sobre los acuerdos en los que decidimos las personas compartir nuestro cuerpo. La legislación debería enfocarse más allá de lo punitivo, en hacer ajustes en las reformas educativas, ya que avanzamos mucho en tecnología, pero poco en inteligencia emocional y convivencias sanas, sobre todo las enfocadas en la sexualidad y los afectos.
Muchas parejas no usan condón asumiendo riesgos desde la confianza, sin querer desclasificar los riesgos de las infecciones de transmisión sexual no curables como VIH, en lo personal y reflejo de varios casos que llegan a consulta por infidelidad, puede ser mucho más doloroso la herida del engaño en sí mismo que una clamidia. La clamidia se quitará con un antibiótico en unas semanas, pero la inseguridad emocional puede durar meses e inclusive años en sanar. No podemos creer que el abuso se da solo cuando hay consecuencias físicas, también cuando golpea la dignidad sexual.
Claro esta que el uso del condón es importarte para cuidar nuestra salud física, pero el verdadero problema es mucho más profundo, a mí me alegran estos avances y que cada vez más personas, sobre todo jóvenes, revolucionen su manera de pensar sobre las formas tradicionalmente machistas de relacionarnos, pero es probable que la gran mayoría sigue viviendo una vida basada en roles tradicionales donde sin darse ni cuenta o con ventaja generan heridas sexuales y emocionales en los demás. Solo la educación sexoafectiva puede hacer un verdadero cambio estructural y no se trata de una charla sobre infecciones de trasmisión sexual, sino de una formación diaria para la vida y por eso la importancia de la psicología y los procesos terapéuticos. A todas las personas nos cuesta aprender a ser mejores pero es una responsabilidad que debemos asumir.
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