La controversia tuitera de la semana pasada llegó cortesía de un par de tuis de la candidata a diputada  del Frente Amplio por Alajuela, Priscilla Vindas. En 560 caracteres, Vindas desató una "tiradera" que fue personal y política a partes iguales. Como casi siempre, lo personal salía sobrando, pero bueno, todos sabemos que así es Twitter criollo.

Los tuits eran tremendo arroz con mango, pero no deja de sorprenderme como la gente puede tan fácilmente:

  1. Justificar o tolerar que se violen derechos laborales y aceptar la precarización laboral
  2. Menospreciar empleados de "call centers" pero presumir de las zonas francas

Vamos por partes.

Derechos laborales y precarización laboral

De acuerdo con datos del INEC del segundo trimestre de este año, 43,8% de la población ocupada tiene un empleo informal. Quienes están en el mercado laboral informal no solo tiene una significativa inseguridad en su remuneración, sino que además posiblemente no disfrutan de los derechos básicos de los que tanto nos gusta presumir como país: seguro social, vacaciones, aguinaldo, etcétera. 43,8%; 4 de cada 10 personas que tienen un trabajo, lo tienen en el sector informal, casi la mitad de quienes tienen trabajo.

Puede ser un poco difícil de dimensionarlo para quien lee, porque quizás tiene la ventaja de estar en el lado formal de la economía y así la mayoría de su círculo social. Pero permítanme dejar caer un balde de agua fría: estar en la formalidad tampoco es garantía de absolutamente nada. Estoy seguro de que todos conocemos de primera mano la historia de alguien que trabajaba en alguna empresa formal, quizás alguna muy reconocida, que ha visto sus derechos violentados en una o más maneras. Yo, por ejemplo, conozco a alguien que trabajaba jornadas nocturnas y no recibía pago doble, en una empresa multinacional. Hace poco en la prensa, extrabajadores de Omni denunciaban la no cancelación de liquidaciones y la intermitencia en el pago de salarios.

Uno de los argumentos que normalmente se escuchan cuando se habla de informalidad es que “el costo para el empresario es muy alto”. Y sí, lo es. La combinación de impuestos y cargas sociales es verdaderamente alta. Y sí, como país deberíamos encontrar formas de poder generar empleo con menores costos, pero mientras eso pasa, ¿qué hacemos? ¿Toleramos la violación de derechos y precarización laboral? Hace poco la nación.com publicaba una nota titulada “Empleada doméstica logra en juicio que expatrona pague derechos adeudados”. Ojo algunos de elementos reportados por el diario:

  • “Señaló que fue contratada desde 2010 y que ganaba ¢180.000 por mes (¢25.000 menos que el salario mínimo), pero que su jefa nunca le pagó sus derechos laborales a pesar de habérselos solicitado.”
  • “Yo tenía que limpiar todo, lavarles la ropa, aplancharles y cuando se iban para Europa en fin de año hasta ir a darle comida al perro y regar las matas”

¿Deberíamos tolerar que el trabajador subsidie el éxito económico de sus patronos?

Menospreciar los "call centers" pero presumir de las zonas francas

Me parece absurdo que muchos de los comentarios que recibió Vindas y que iban en línea de “si trabajó 12 años en ‘call centers’ fue por algo”, venía de gente que apoya las zonas francas como modelo de desarrollo. Y todo bien con las zonas francas, trabajo en una y entiendo la importancia que tienen para la economía del país. Pero también conozco qué tipo de trabajo generan. Y no es solo trabajo super bien pagado. Hay muchísimo de eso que es trabajo básico, incluyendo el de los “call centers”.

Entonces, es una completa contradicción ser un promotor de las zonas francas, pero a la vez despreciar a quienes han trabajado por largo tiempo en los escalones más bajos del modelo. Además, tiene un tufo hediondo a clasismo. Parte de los comentarios aceptaban, tácitamente al menos, que es trabajo duro. No se vale recetarlo, pero no querer tomarse una cucharada uno mismo.

Una de las cosas que me gustó de los tuits de Vindas fue su transparencia: ha visto lo malo del sistema y esa es su razón para embarcarse en cambiarlo. Ser incapaces de mostrar respeto por eso, aunque no se comparta el camino elegido, es falta de madurez. Pero además perjudica la altura del debate y posibilidad de lograr acuerdos. Y en política, los acuerdos son todo, a menos que sea una dictadura.

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