Alguien a quien respeto y aprecio mucho, me dijo recientemente que yo soy tan educado que puedo llegar a ser maleducado, y tiene razón. Los ritos tienen un valor simbólico en el acto, generan una comunidad más allá de lo que comunican, que se opone a la realidad cotidiana: que comunica en exceso hasta zumbar la atención sin crear comunidad.

En la democracia costarricense, el primer domingo de febrero de cada año electoral, se sabe (al menos la mayoría) quienes ocuparán las curules del nuevo cuatrienio de la Asamblea Legislativa, y si bien no entran en funciones hasta el primero de mayo siguiente, ocurre un fenómeno curioso en ese órgano que es prácticamente desconocido para quienes no trabajamos ahí, me enteré de eso por casualidad y es por eso que trato este tema en esta pieza.

El trabajo en el sector privado

Una aproximación: viene al caso reseñar que si en la modernidad el trabajo fue ganando más importancia por encima de las diferencias de clases; en la posmodernidad, en el sector privado, sobre todo, el trabajo pierde espacialidad física (la oficina) y gana libertad en horarios y costos de traslado. El concepto de empresa creó una mayor familiaridad con sus empleados al convertirlos en parte de “la familia” a fin de generar una mayor lealtad, lo documenta muy bien Thomas W. Malone en su libro “El futuro del trabajo” (2005), señalando como punto de inflexión los cambios generados después de la creación de la web mundial, la flexibilización en las jerarquías, la desregulación de los mercados y los altos volúmenes de intercambio financiero a través de una compleja red de conexiones entre clientes y empresas, además de trabajadores colaborando desde diferentes lugares del planeta, es decir, los nómadas digitales que se esperan lleguen pronto a nuestro país, si es que no están ya aquí.

El sector público costarricense

Una realidad distinta. Superado el interinazgo, si un servidor público adquiere un puesto en propiedad mediante un concurso legalmente reglado, salvo que la ley disponga lo contrario, es prácticamente vitalicio. Pero existen en los tres poderes del Estado los llamados puestos de confianza, que por definición son transitorios y perecederos, son de libre elección de quienes en ese momento ejercen el poder temporalmente. De alguna manera, esa precariedad laboral que “siempre ha sido así”, se puede interpretar en lo que para Roland Barthes es su caducidad, y la tristeza que conlleva (“La cámara lúcida, 2010). En lenguaje Barthiano, es el anuncio de la “extinción de generaciones”, en este caso, a escala laboral, que no superarán el siguiente cambio de gobierno.

Operación frijoles

Cuando las nuevas personas legisladoras han sido ya electas, los todavía diputados y diputadas entran en una especie de trance o vía difícil, porque después de haber recibido mucha atención por un tiempo, comienzan a ser ignorados gradualmente a medida que se acerca mayo, y la pérdida de poder, es una forma de duelo. De manera paradójica, los trabajadores en propiedad o de planta de la Asamblea Legislativa suelen ser los más respetuosos con los diputados salientes, en cambio, según me han narrado, el personal de confianza sale en tropel en procura de colocarse para el nuevo período recurriendo a halagos y maniobras a veces desesperadas con los nuevos legisladores, esto, me comentaron se denomina “operación frijol” porque hay que comer y la calle está muy dura. Lo más asombroso es que algunas diputaciones se ofrecen como asesores con tal de permanecer cerca del Poder (asumo que como entidad abstracta), y porque les sirve de plataforma para eventualmente ser diputados nuevamente, aunque ello implique cambiar de ideología. No pretendo en forma alguna hacer mofa de esta circunstancia tan inusual que me era desconocida, al contrario, considero la angustia de estas personas, especialmente porque aproximadamente solo un cuarenta por ciento del personal de confianza sobrevive esta purga, lo que se explica en parte porque los nuevos legisladores llevan su propio grupo de colaboradores de confianza. Lo cierto, es que, en un edificio antiguo o nuevo, se escuchan las cadenas que arrastran los fantasmas de Cuesta de Moras.

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