Un Estado de la era nuclear debe mostrarse dispuesto a hacer lo que dice, ya que la persuasión depende de convencer al adversario de que, para defender su existencia, no va a tener ninguna consideración en eliminar a quien estime su enemigo, esto sin importar que la prolongación de esta violencia acabe por extinguir la vida humana organizada. Las relaciones internacionales militares y económicas, o hard power, se convierten en una disputa por determinar quién está dispuesto a ser el más psicópata de todos, Costa Rica no está exenta de esta realidad.

Paralelo a esta industria de la ausencia de empatía, se ha formado una economía política de la armonía, cuya principal herramienta es la demagogia y su materia prima es la repugnancia natural que ocasiona en nuestras mentes este estado de ser de las cosas. Este sector se encarga de administrar, medir y, sobre todo, de definir qué es lo que vamos a entender por pacificación y por conflicto. Me refiero específicamente a algunos candidatos a las elecciones 2022 y expertos en la materia de seguridad, que se presentan como portavoces de la paz y la esperanza en los medios de comunicación, quienes en días recientes se vieron sumamente afectados por las manifestaciones del candidato a la presidencia José María Figueres, quien propuso ampliar el derecho a portar armas, en lo que supuso un arrebato del espíritu del guerrero, que ruge para recordarnos a todos quienes son la verdadera clase portadora de las espadas en Costa Rica. Todo esto sonaba a los tambores de la guerra absoluta, concepto utilizado por el teórico militar prusiano del siglo XIX, Carl von Clausewitz, para definir la guerra como un fin en sí mismo, es decir, un estado hipotético de absoluta individualización de la guerra. Esta es la peor pesadilla para quienes consideran a Costa Rica una especie de Shogunato, un Estado como el Japón feudal, lo suficientemente sólido y capaz de evitar el uso generalizado de la pólvora en la esfera de acción privada de la sociedad civil.

El mismo Clausewitz planteaba que la guerra es la continuación de la política, en este sentido Figueres hace eco de lo dicho por el militar prusiano. Parecen ser ambos malos alumnos de Aristóteles, ya que el error en la formula está en los mismos términos en que se plantea. Se supone que, si el ser humano es un animal político, o sea el sujeto electoral costarricense promedio, es a ellos a quienes Figueres se dirige con su mensaje del guerrero, a quienes se consideren hombres libres de una sociedad combatiente como en la Antigua Grecia. Pero se equivocan Figueres y Clausewitz al confundir la guerra con la política, ya que la guerra es anterior a la política de Estado, es inclusive anterior a la cultura, cualquiera que haya pasado un par de horas contemplando el paisaje de cualquier jungla, sabe bien que el sentido de armonía no es más que una apariencia, y que la única constante de la creación es que se trata de una obra sin finalizar, hecha con ira a través de la abrumadora obscenidad del asesinato y la perpetua guerra colectiva.

Hace unos meses, dentro de un ambiente de persistente indecisión, se empezaron a mostrar en los medios de comunicación algunas tendencias por medio de estadísticas y encuestas sobre la elección presidencial del 2022. Al principio, ni el mismo Figueres parecía dudar de que estas elecciones las podía ganar en primera ronda, pero las tendencias que iban a moldear los resultados de las elecciones en nuestro país son cambiantes, como la misma sociedad costarricense. Desde muy temprano, el autoritarismo ha sido el lenguaje predominante que hablan los candidatos, figuras como Rolando Araya, asociado al diputado Dragos Dolanescu autoproclamado "acérrimo enemigo de los procesos progresistas en América Latina", también el conservador evangélico Fabricio Alvarado, se volvieron las principales amenazas electorales para Figueres. Todos siguiendo al pie de la letra lo que el estudio del Estado de la Nación, el Sexto Estado de la Región 2021, demostraba y ha venido enseñándonos constantemente, que las ideas democráticas son cada vez menos populares en toda Centroamérica.

Ante tales circunstancias se volvió imperativo para la bancada figuerista realizar una maniobra de relaciones públicas, con el suficiente disimulo para hacer una especie de guiño a los sectores más conservadores y autoritarios, es en este contexto que se deben enmarcar las declaraciones del candidato verdiblanco.  Plantear las declaraciones de Figueres como relativas al derecho a la libre portación de armas es terriblemente ingenuo, ya que la industria tecnológica de la mano del proyecto de la vigilancia y militarización de la sociedad civil han llegado a tal punto, que es posible fabricar un arma de fuego desde cero, con una pequeña inversión en una impresora 3D.  Así es, las armas impresas en la comodidad del hogar son una realidad tanto en Costa Rica como en cualquier otro país donde el consumo está liberalizado, por lo que ya no sirve de nada hablar sobre un Estado que sea capaz de regular la portación de armas, esta realidad ya no existe.

El problema que omiten quienes plantean la discusión desde un punto de vista radicalmente normativista es que ignoran el contexto del conflicto social, que potencialmente puede tornarse en un conflicto armado, cuando llegue el punto en que no nos reconozcamos como costarricenses los unos a los otros. El problema de los tiroteos masivos, las sociedades hipermilitarizadas y sobre todo el problema de las regulaciones sobre las armas de fuego no son problemas jurídicos, son problemas políticos y existenciales.

El flujo infinito de metas y la forma de optimismo más cruel que propone la dictadura del "sí se puede", generan los niveles de frustración e ira más altos en la historia de la humanidad, ira que se descarga en ocasiones contra quien este primero de frente. El problema que omiten quienes todavía se plantean el derecho a la libre portación de armas, es que vivimos en una sociedad donde la mayoría de adultos estamos entrenados para un futuro que ya no va a suceder.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.