El domingo 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental, declarado por la Organización Mundial de la Salud y elevado este año a un nivel de importancia altísimo, prioritario, entre todas las cosas que nos parecen importantes.
Las condiciones retadoras del COVID-19 son harto conocidas y todos en diferente medida las hemos experimentado; la amplia lista de consejos están disponibles también, aunque muchas veces sean difíciles de aplicar.
Acerca del tema llaman mi atención dos casos; esta semana la Universidad de Costa Rica "implementará la semana de desconexión tecnológica ante crisis de salud mental de los estudiantes". Una cosa es no tener clases y otra la desconexión tecnológica, entonces aunque no entren a Zoom durante algunas horas, ¿harán los estudiantes desconexión tecnológica? ¿No redes sociales durante una semana? ¿Qué pasó el día que Facebook, Instagram y WhatsApp estuvieron fuera de servicio? ¿Mejoró la salud mental? Si existe algo tan serio como una crisis mental de los estudiantes ¿una semana libre es la medicina correcta?
El segundo caso es que algunas empresas decidieron dar libre el viernes 8, como regalo a sus colaboradores por el Día de la Salud Mental.
En ambos estamos frente a la ausencia de sostenibilidad, que se refiere al equilibrio de una especie con los recursos de su entorno, y que esos recursos no sean utilizados sobre el límite de su renovación.
Lo que pasa con nuestra salud (física y mental) es lo mismo que ha pasado durante décadas con los recursos del planeta: estamos agotándolos.
Buscamos la productividad (no la eficacia) hasta el límite, sin pensar en el equilibrio y la regeneración: tomamos de la tierra más de lo que necesitamos, comemos más de lo que el cuerpo requiere, compramos mucho, trabajamos muchas horas sentados frente al computador o al volante; agotamos nuestros recursos personales de la energía y la vitalidad y entonces, un día o una semana libres parecen un oasis en el desierto.
Si tenemos una vida balanceada, no es necesario un día libre para alejarnos del trabajo, celebrar la salud mental y escapar de la vida normal; los estudiantes universitarios no deberían necesitar una semana sin clases para aliviar una crisis.
Me pregunto, ¿si su trabajo no es fuente de alegría, de realización, entonces qué hace ahí? ¿Los años de universidad no son de los mejores de la vida, los que después recordamos con nostalgia?
¿Cómo nos hacemos personas (empresas y sociedades) más sostenibles? ¿Cómo encontramos el Feli-quilibrio*? Algunas respuestas son fáciles: contacto diario con la naturaleza, dormir bien, comer balanceado, actividad física diaria, no abusar del alcohol, tener cercanía con amigos y familia que nos hagan bien (no con los tóxicos), meditar, y algo que nunca nunca falla: dejar de pensar tanto en nosotros y dedicar nuestra mejor energía a ayudar a los demás. Y si con toda esa receta siente que aún no está en equilibrio, busque ayuda profesional.
¡Salud para el mundo!
(*el Feliquilibrio es uno de los valores de Próxima Comunicación, definidos en cuando nos pasamos al teletrabajo hace más de 8 años; es encontrar en nuestro trabajo Felicidad y Equilibrio).
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