Los aires políticos se están calentando y como si fuese un globo, los partidos políticos se inflan con ilusiones, deseos, promesas y, en algunos casos, propuestas que prometen al costarricense promedio un mejor futuro para un país que parece un barco sin timón.

Muchas de estas propuestas se enfocan en temas económicos, no es de sorprender, pues en definitiva Costa Rica ocupa un golpe de timón que permita mejorar la situación económica del Estado, lograr más dinero para pagar sus deudas y, a la vez, mejorar la situación económica de la población con un mismo objetivo: pagar sus deudas y vivir mejor.

Entonces nos encontramos con una paradoja: tenemos un gobierno con una situación fiscal deplorable, con más gasto que ingreso y con deudas amarradas a promesas que cada día se alejan más de concretarse, junto con una sociedad, que es la que mantiene al gobierno, sufriendo altos niveles de desempleo, desigualdad y pues, también deuda.

Ósea que, de quienes el gobierno puede obtener dinero mediante impuestos, también se encuentran escasos de billete verde, amarillo, azul o hasta rojo. Y, por ende, tenemos que tomar decisiones peligrosas, que es lo que deberíamos ver por parte de los casi “101 candidatos” a presidentes.

Hay varias opciones:

La posición de mejor dejar todo como está. Una posición complicada, pues es un equilibrio desequilibrado, que va directo a quebrarse, pero como nadie quiere ser el responsable, mejor no hacer nada en ese aspecto y seguir con el discurso de corrupción, corrupción, corrupción.

Otros más atrevidos, tratan de generar política fiscal para recuperar la situación económica y así, tratar de recuperar la situación económica de la población.

También está quien más bien habla de no más cambios impositivos, que la población deje de estar presionada y que el gobierno soporte su crisis buscando el milagro de la Rosa de Guadalupe.

¡Debemos ser claros!

Un gobierno no puede ayudar si no está fuerte y sano, pero esa fortaleza no puede ser a costas de la enfermedad de su población. Por eso debemos ser inteligentes y estratégicos. Cosa que, lamentablemente, a nivel fiscal no es precisamente nuestra característica.

Analicemos cómo funciona una política fiscal: en principio, si yo subo los impuestos, algo que siempre sucederá es que la economía se deprimirá más. La gente tendrá menos dinero para gastar.

Algo que también parece intuitivo, y no siempre sucede, es que se piensa que si subo los impuestos necesariamente se recaudará más. Y eso es porque no se comprende que los impuestos realmente funcionan y logran recaudar si están inmersos en una economía activa.

Entonces, uno ve las propuestas que andan en la calle para solventar los problemas del Gobierno y de la CCSS siempre hablan de aumento de carga tributaria para pagar deuda gobierno. Eso parece, por intuición, razonable, pero olvida que quienes pagan los impuestos son personas en principio con raciocinio.

Arthur Laffer describe lo que sucede con las cargas impositivas de forma clara, aunque ya había sido analizado hasta siete siglos antes por los árabes.

Hay una relación en la que la recaudación fiscal aumenta a medida que se aumenta la tasa impositiva, pero hasta un punto de saturación. En ese punto las personas toman decisiones:

  1. Evado los impuestos, pues no me es rentable seguir de forma legal.
  2. Prefiero no trabajar, pues la mayoría de mi patrimonio por el que trabajo lo consume el gobierno mediante impuestos.

Sus consecuencias se ven en el siguiente gráfico:

El caso 1, claramente, es lo que hoy en día sufre Costa Rica con las cargas sociales de la CCSS, de ahí la explicación económica de tanta informalidad. Y el caso 2, pues es el que los inversionistas entienden en Costa Rica y la razón por la que la inversión extranjera directa se ve afectada.

Por ende, a veces, cuando las cargas tributarias son muy altas, el disminuir la carga hace realmente que aumente la recaudación ya que aumenta la cantidad de personas pagando el impuesto y con ello la base imponible aumentará.

Así las cosas, es importante que nuestros políticos y esta campaña política se plague de ideas técnicas, de conocimientos técnicos y, sobre todo, que los problemas sean primero comprendidos de forma analítica y luego, resueltos de esa misma manera. Dejemos de creer en el sombrillazo de Mary Poppins, que la magia en el mundo real viene por el uso del conocimiento. Los problemas no desaparecen fácilmente por arte de magia.

Espero que el gobierno y candidatos comiencen a estudiar, vayan a la mesa de dibujo y dejen de copiar normas de otros países. Que piensen y planteen soluciones que sí resuelvan los problemas en Costa Rica.

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