La conmemoración de los 200 años de nuestra independencia debe servir de reflexión para que como país identifiquemos con claridad la ruta que queremos heredar a las próximas generaciones que asumirán las riendas de la Costa Rica de los próximos 200 años.
Hoy, como diputada de la República, representante de todos y todas las costarricenses, mi ruta es clara: la educación, pero una educación que verdaderamente funcione como un medio de ascenso social que además de generar prosperidad a los hogares costarricenses, también resuelva problemas que ahogan a miles: el endeudamiento. Me refiero a la educación financiera.
En el mes en el que vamos a recordar lo que hemos hecho por los últimos 200 años, tengo claro lo que debemos hacer por los próximos: heredar un país en que existan oportunidades de educación que resuelvan de una vez por todas los altos índices de endeudamiento de los hogares que probablemente llevarán a una condena igual a los más jóvenes de esos hogares, es decir, los problemas de endeudamiento de hoy serán las cadenas que arrastren los futuros ciudadanos y ciudadanas de este país. Ese no es la Costa Rica que, estoy segura, nadie quiere.
Por ello, al inicio de este mes de setiembre en el que de manera célebre llegamos al Bicentenario a pesar de las tormentas que hemos atravesado en el último año, el legado más preciado que la Asamblea Legislativa del Bicentenario pueda dejar a las futuras generaciones es aquel que resuelva a mediano y largo plazo los serios problemas económicos que miles de costarricenses sufren gracias al endeudamiento, es decir, un legado que transforme, que construya nuevos caminos para nuestra niñez. En una democracia, es la educación la que transforma.
Ante esto, se hace necesario avanzar con el expediente 21.646 en la Asamblea Legislativa, el cual pretende adicionar dos incisos a los artículos 2 y 3 de la Ley Fundamental de Educación para que sean fines de la educación costarricense el estimular el desarrollo de una conciencia financiera, mediante la construcción de una cultura del ahorro y que por ende, se imparta educación financiera en nuestras aulas.
Llegamos a los 200 años endeudados, no podemos permitir que en los próximos 200 sigamos teniendo 74 costarricenses de cada 100 endeudados, según estudio de la Oficina del Consumidor Financiero en el 2021. No podemos permitir que el saldo de deuda en tarjetas de crédito represente un 3,50% del PIB como lo es ahora según el MEIC y aún peor que miles de costarricenses deban más 1.3 billones de colones en deudas por tarjetas de crédito. Es urgente que quienes tomamos decisiones en nuestro país, tengamos la suficiente claridad de que esto lo debemos resolver.
Tenemos la gran oportunidad de dejar un legado en el Bicentenario y que más democrático e inspirador que mediante la educación, enseñándole a nuestra niñez a saber utilizar sus finanzas.
Insto respetuosamente a mis compañeros y compañeras diputadas de la Comisión Especial de Derechos Humanos a que dictaminemos este proyecto de ley lo más pronto posible y así, en el marco de las celebraciones de nuestro Bicentenario de la Independencia, también llevemos independencia económica a lo hogares costarricenses.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.