En el siglo 370 A.C., para Platón la política era el arte de gobernar personas con su consentimiento. Según este autor la persona que ejerce política conoce ese difícil arte, que si este fuera por la fuerza sería tiranía. Sin embargo, y lastimosamente, para el siglo 21 ciertas instituciones han encontrado la tiranía sin necesidad de fuerza física. Kate Millet fue una escritora feminista que menciona la famosa frase: “lo personal es político”, me atrevo a cambiar un poco la frase y decir que, en estos tiempos, la comunicación es política; además, que estas instituciones de comunicación forman parte de esta tiranía que nos gobierna.

Antes de finalizar agosto del 2021 las noticias sobre política costarricense se mueven como tropas militares: dejan rastros por donde andan y si ven a un enemigo cerca no dudan en abrir fuego. Lo curioso es que cuando el televisor está siempre encendido en el mismo canal, en la esquina de la mesa el mismo periódico, y justo a la par está el teléfono con Facebook abierto con las mismas páginas, ¿cómo saber quién va ganando la guerra? Si al tener en tan pocas manos tanta concentración de medios de comunicación es muy fácil engañar a masas.

Desde hace más de 20 años el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ha propuesto franjas electorales, ¿pero a qué se refiere con eso? Bueno, las franjas electorales consisten en que los medios de comunicación del país cedan gratuitamente un espacio para que todos los partidos políticos puedan exponer su campaña electoral. No obstante, las pocas compañías de telecomunicación existentes en nuestro país se han opuesto rotundamente, pero ¿por qué? Una posible respuesta es la rentabilidad que genera a estas instituciones la exposición de ciertos partidos políticos únicamente. Para la campaña electoral del 2018 se reportó un total de ₡6.204 millones recolectados por empresas privadas dedicadas a la producción y difusión, por supuesto, las mayores beneficiarias fueron Teletica (₡1.133 millones) y Repretel (₡1.084 millones).

En un artículo académico de la UCR, el autor Gustavo Fuchs demuestra cómo el diario la Nación y el noticiero Telenoticias mostraron material electoral con cierto énfasis controversial —por ejemplo, la posición sobre matrimonio igualitario de parte del Frente Amplio— el cual dio preeminencia a temáticas subjetivas que permiten entender los resultados de las elecciones presidenciales del 2014. Incluso, en la actualidad es curioso cómo el candidato Rodrigo Chaves Robles informa que su candidata a diputada por San José será Pilar Cisneros y ese mismo día el diario La Nación publica una noticia sobre acoso sexual de parte de Rodrigo Chaves.

Asimismo, el Sistema Nacional de Radio y Televisión (SINART) a pesar de ser una institución pública, no se escapa de esta situación ya que la presidencia ejecutiva la nombra el Consejo de Gobierno. Es decir, la comunicación tanto de medios públicos como privados está sujeta a la política de una manera que no es trasparente ni apropiada. Pero claro, la gran pregunta es ¿cuál es el problema de que un medio de comunicación tenga un comportamiento tan subjetivo o que busque solo ganancias monetarias?

El problema que personalmente encuentro es que la comunicación es una herramienta de progreso e igualdad, por lo que usarlo de una mala manera afecta negativamente a la población costarricense. La teoría de establecimiento de agenda (agenda setting) es una propuesta que establece que los medios de comunicación no le dicen qué pensar a los consumidores, sino sobre que pensar, lo cual provoca que la población defina temas o asuntos que considera más relevantes a aquellos que son divulgados con mayor transcendencia y frecuencia en los medios.

Por ende, la información clara y objetiva es necesaria para que Costa Rica avance; es mediante la información —sea del partido electoral que sea— que se tenga que divulgar. La comunicación no debería escoger un bando político, porque la pobreza, el desempleo, la sostenibilidad de nuestro seguro social y la deserción en educación en Costa Rica no lo hacen, y estos problemas nos afectan a todos como sociedad. Por ello, es mediante la comunicación que estos problemas se hacen más visibles e informan a la población de posibles soluciones para el país.

Así que cualquiera que sea su medio de comunicación de predilecto, así como su partido político de preferencia, no se debe olvidar que como costarricenses tenemos problemas que debemos afrontar juntos. Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) las tasas de desempleo para el segundo trimestre de este año rondan el 18% —para las mujeres es del 24,6%— eso son 434 mil personas sin empleo. La pobreza del país aumentó 5 puntos porcentuales entre el 2019 al 2020, en otras palabras, el 26.2% de la población costarricense se encuentra en pobreza para el 2020. En el ciclo lectivo del 2020 tanto colegios académicos como técnicos reportaron 36 mil estudiantes que abandonaron el sistema educativo, esta cifra representa un 3,31% del total de estudiantes en secundaria tanto en colegios públicos como privados. En el 2017 se estableció una mesa de diálogo para establecer medidas que resultaran en la sostenibilidad del régimen IVM, el cual se llegó al acuerdo de que este sistema se mantendrá por al menos 20 años; sin embargo, la pandemia perjudicó drásticamente los ingresos financieros con menos contribuyentes y mayores gastos de la CCSS.

Las problemáticas socioeconómicas son de suma importancia para la cercana campaña electoral y nosotros y nosotras debemos de exigirles a los medios de comunicación ser una herramienta que permita informar a la persona votante de la manera más equitativa.  El problema no es que la comunicación sea política, el problema es que la comunicación distorsione y engañe a la población, tanto como lo ha hecho la política en los últimos años.

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