El establecimiento de relaciones diplomáticas plenas de Costa Rica con la República Popular de China en el año 2007 se ha convertido en unos de los mayores retos del país en materia de intercambio y conocimiento de la región asiática.

Hoy en día, China representa la segunda economía del mundo, registrando año tras año, cifras de crecimiento sorprendentes, pese aún a las consecuencias derivadas de la pandemia por COVID-19, que tanto ha golpeado la economía mundial.

A pesar de las barreras culturales existentes, el idioma, la distancia, las diferencias horarias entre ambas zonas del mundo, el tratado de libre comercio se ha convertido en un instrumento que ha impulsado mayor intercambio comercial entre ambos países, registrando un incremento importante en comparación a los resultados comerciales registrados 10 años atrás.

En materia de exportaciones, para el año 2020, Costa Rica exportó a la República Popular China $180 millones en bienes, lo cual representa un incremento de un 800% aproximadamente en comparación con el monto exportado 10 años atrás, en el año 2010.

Por su parte, en cuanto a las importaciones desde el año 2010 hasta la fecha, después de la entrada en vigencia del TLC con China, las importaciones de Costa Rica desde China llegaron a la cifra de $2 mil millones, lo cual representa un incremento de un 260% en comparación con el monto importado en 2010.

A pesar de que, en términos generales, el crecimiento en materia comercial ha sido positivo en estos 10 últimos años, nuestra infraestructura portuaria, especialmente el Puerto de Caldera, ubicado en la vertiente del Pacífico, requiere una urgente intervención gubernamental que permita resolver una necesaria y expedita modernización para lograr que el sector exportador cuente con una terminal en condiciones.

Con ello, no cabe duda que la posibilidad de diversificar la oferta exportadora de nuestro país hacia China sería una realidad, y permitiría competir con otros mercados, donde productos agrícolas frescos con muy alto potencial como piña, banano, melones y  el sector pecuario (carnes de res y cerdo) gozarían de las condiciones necesarias para que buques de navieros de alta capacidad puedan atracar de forma directa en dicha terminal y así conseguir rutas que acorten significativamente los tiempos de tránsito en altamar, sin causar daños en la calidad y frescura de los productos frescos costarricenses al llegar a su destino final.

Sin embargo, cumplidos 10 años de haber suscrito un tratado de libre comercio con esa nación, aún nos queda como país, muchos retos y obstáculos que superar en otras distintas áreas.

En el apartado sobre atracción de inversiones, los efectos han sido escasos y con dudosos resultados a la fecha. En este caso, los acuerdos esgrimidos en el marco del TLC, contemplaron desde un inicio que toda inversión China en el país debía darse de gobierno a gobierno, es decir, obras públicas con acuerdos entre estados.

Los proyectos en materia de inversión durante estos 10 años de TLC se han enfocado principalmente en materia de infraestructura, como la construcción de una refinadora y la ampliación y modernización de la ruta 32, este último donde lamentablemente no se han conseguido los resultados esperados, principalmente en los avances y los tiempos de entrega de las obras por parte de la empresa estatal china responsable de la construcción.

Es por ello que el país debería fijar sus esfuerzos en promover la atracción de inversión en otras áreas con mayor potencial y que permitan mejorar la competitividad país, como proyectos vinculados a ciencia, tecnología e innovación.

Otro de los capítulos donde queda aún muchísimo por hacer es el campo del turismo. La inversión en promoción turística que realiza el país a través del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) es relativamente nula y el sector privado que alberga a los empresarios del sector, aún no ha logrado consolidar una estrategia integral para captar la llegada de turistas chinos al país.

Recientemente, el ICT en conjunto con las autoridades de migración, anunciaron la flexibilización de los requisitos de entrada al país de turistas chinos residentes de las ciudades de Beijing y Shangai, que albergan entre ambas más de 50 millones de habitantes.

A pesar de esos esfuerzos, aún queda la tarea para impulsar una agenda de interés común que vincule alianzas entre agencias chinas de turismo que promocionen el destino Costa Rica con agencias locales receptoras, además de consolidar mejores rutas aéreas que proporcionen itinerarios atractivos que acorten los tiempos y conexión desde y hacia esa nación.

No cabe duda de que el TLC como instrumento y el dinamismo de la economía china albergan un sin fin de oportunidades para nuestro país y la región, como potencial comprador de productos, proyectos de inversión, emisión de turistas, entre otros.

Sin lugar a duda, las autoridades de gobierno deben fomentar con mayor ímpetu acciones concretas que permitan proveer al sector privado nacional de mayores condiciones que posibiliten mejorar nuestra competitividad país. Es por ello que hoy, más que nunca, el modelo de alianza público-privada resulta un instrumento válido y necesario para impulsar las relaciones comerciales de nuestro país con China y otros países del Asia Pacífico, la región más eficiente y dinámica del mundo.

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