Un líder es una persona segura de sí misma, que con fortaleza defiende sus intereses, exige resultados y es recompensada con la mejor oficina, el mejor carro, la mejor vida. Una persona de armas tomar que no duda de su posición porque sabe que es la correcta.

Durante los tiempos del COVID-19 y mayor inserción del teletrabajo como parte de nuestras vidas, poco a poco se vuelve más evidente que no, el líder no es el que habla más fuerte, el líder es el que inspira, el que nutre, el que escucha y el que guía.

Es el momento de brillar de los introvertidos.

Sin ahondar en los detalles, la premisa básica de Carl Jung, pionero de la psicología del Siglo XX quien acuñó el término, un introvertido es una persona que busca energía internamente. Jung no se refería necesariamente a una persona tímida, mucho menos antisocial. Si no más bien una persona que se siente plena al conectar consigo misma, reflexionar y luego compartir con los demás. Mientras que una persona extrovertida es quien busca energía externa, en las relaciones sociales, en el ruido y después de esa conexión humana se siente lo suficientemente plena como para estar en calma.

Todos somos un poco de ambos, pero seamos honestos, los extrovertidos, carismáticos, agresivos han sido la imagen de los líderes.

Hasta ahora.

Ahora el mundo mismo nos está obligado a todos a buscar energía internamente, aislados en nuestras casas/oficinas. Un verdadero líder, especialmente en un mundo que pasa por una pandemia, es quien tiene la valentía de ser vulnerable, de aceptar que no tiene todas las respuestas, de pedir ayuda, pero sobre todo capaz de escuchar y estar al servicio para ser facilitador y guía en tiempos inciertos y tumultuosos en los que debemos volcarnos a quienes somos por dentro. Es el momento de aprender a reflexionar más. Y de darle espacio a quienes no suelen hablar alto para expresar su voz.

Es importante que permitamos esos espacios para borrar las líneas de vida profesional y personal, entender que una buena persona puede ser responsable con su trabajo, y a la vez tener un gato que llama la atención en una reunión de Zoom. Esto ya no es falta de profesionalismo, esto es la vida ahora y es el momento que la aceptemos de buena manera: como un liderazgo más auténtico.

Eliminemos esa frustración en las personas talentosas que conocemos, esas personas que tienen la preparación y no saben cómo asumir ese rol de liderazgo, porque ellos ya son líderes. Démonos la oportunidad de expresarnos como realmente somos.

Conectémonos en un nivel real y auténtico, con los demás y con nosotros mismos. Y quitémonos de la mente la idea de que no tenemos lo suficiente para liderar.

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