Mi conversación con Tony es el último podcast de esta serie. No lo planeé así, pero me parece bonito que este proyecto termine con una conversación con la persona gracias a la cual comenzó mi carrera independiente. Tony Agüero es un diseñador gráfico excepcional, él y yo nos conocimos porque había creado unas imágenes maravillosas para la ONG en la que yo trabajaba. Cuando me llegó el momento de renunciar y decidir qué hacer con mi vida, él me inspiró a trabajar para mi misma. Me dijo que estaba seguro de que me iba a ir bien. Yo a Tony lo respeto mucho y el hecho de que él creyera en mí, me hizo creer en mi misma. Catorce años después, aún estoy trabajando autónomamente y disfrutándolo muchísimo.
No hay un único camino
Para llegar a donde queremos, hay muchos senderos. No es necesario seguir la receta preestablecida que nos taladran desde que nacemos. Tony no se graduó de secundaria y tuvo una profesora que le dijo a su mamá que él era un perezoso mental. Ese fue un comentario que lo marcó muchísimo. Sus profesores se frustraban porque en la escuela Tony no hacía más que dibujar.
Por dicha Tony logró mantenerse centrado en lo que le gustaba, y aunque seguramente la falta de apoyo debió ser muy difícil, no abandonó su pasión por la gráfica y el dibujo. Mientras sus excompañeros del colegio se estaban graduando, él ya estaba trabajando y haciendo dinero como diseñador gráfico freelance.
A los veinte años se dio cuenta de que las agencias de publicidad tenían muchísimo trabajo, y decidió tocar su puerta y ofrecer sus servicios como freelance. Ese era un momento en el que prácticamente nadie trabajaba por cuenta propia. Tony dormía en un colchón debajo de su escritorio, pero tenía trabajo y vivía devorando el trabajo de diseñadores y artistas a los que admiraba. “Yo creo que lo primero es ver si una persona tiene talento, pero luego lo más importante es tener disciplina”, me dijo durante nuestra conversación.
Viviendo del arte
Hubo momentos en los que Tony trabajó en el serpentario, o vendiendo tornillos, hasta en una pulpería. Pero con los años fue capaz de comenzar a vivir de su arte, y vivir bien. Con la experiencia se dio cuenta de que hay que separar lo profesional de lo personal, y extirpar el ego de los proyectos que se crean para clientes. “Los creativos creemos que las cosas están bien como nosotros las concebimos, y odiamos que nos las cambien”, me dijo, “por eso hay que separar el trabajo de los gustos personales”.
Tony ha aprendido que tratar de complacer a todo el mundo y seguir tendencia, es muy frustrante, porque se cae en la comparación. Si se sigue ese camino, pronto comienza la duda y se puede pensar que no se es suficientemente bueno. Tony logró separar sus proyectos de realización personal y artística, de aquellos que tienen como único objetivo el darle de comer. Aunque por supuesto, a mis ojos todo lo que diseña, sea por trabajo o placer, es sencillamente espectacular.
Al norte
El talento de mi amigo no iba a pasar desapercibido. Hoy trabaja en Portland, Estados Unidos, como director de diseño para Wunderman Thompson. Fue un paso difícil porque le obligó a dejar Costa Rica atrás y hacerse camino en una de las zonas menos diversas (más blancas) de Estados Unidos. El inicio en ese país fue difícil, y el clima normalmente gris, frío y lluvioso, no ayudó para nada.
Lo bueno es que ya Tony tenía suficiente colmillo, y entrar a una agencia de clase mundial no le intimidó. Tony sabía que, si lo habían elegido a él, era porque él había demostrado que tiene lo que se necesita. No perdió mucho tiempo en melancolías y pronto puso en práctica la herramienta que considera más poderosa: ser organizado con su tiempo. Se conectó con galerías locales y se tiró de lleno a posicionar sus proyectos artísticos personales. Muchos años después, Tony está establecido y continúa ideando nuevos proyectos y exposiciones, diseñando sus próximos pasos. Lo hace con disciplina y tranquilidad, porque “hay que surfear la ola”, dijo, “ninguna ola es eterna, como todo, cada ola tiene un principio y un final”.
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