Desde su fundación, el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica (CMC) es el ente encargado de la fiscalización de la Medicina y la Cirugía en Costa Rica. Representa en exclusiva a nivel nacional e internacional a los médicos colegiados, tiene como función la ordenación y la defensa de la profesión médica.

De igual manera, a lo largo de la historia al CMC se le ha consultado y ha emitido criterios que involucran el acto médico. Se espera, por la naturaleza de este organismo, que esos criterios o resoluciones se enfoquen en lo científico y técnico, con el respaldo siempre de la evidencia y la ética.

Sin embargo, en los últimos años, del Colegio de Médicos lamentablemente nos estamos acostumbrando a que esa rigurosidad técnico-científica en algunas declaraciones de miembros de la Junta Directiva se esté perdiendo, y que se esté sustituyendo por comentarios carentes de la seriedad que se espera de un colegio profesional, tanto antes como durante la pandemia.

Llega una muchachita de 20 años, modelo, y queda embarazada y ve que le sale una estría por aquí y otra por allá, entra en ansiedad y pide que le hagan un aborto”, fueron las declaraciones de un expresidente del CMC ante el tema del aborto terapéutico, y quien también casualmente estaba de lleno en la campaña política con el señor Claudio Alpízar.

Otro ejemplo de declaraciones desafortunadas tuvieron lugar con el tema de la “pastilla del día después”, pues no solamente se emitieron criterios contrarios a la evidencia científica por parte de algunos colegas cercanos a la Junta Directiva en ese momento, sino que se solicitó que se vendiera el medicamento con receta médica, poniendo esto una barrera al uso pues este fármaco posee mayor efectividad en las primeras 12 horas después del coito y habiendo tenido que buscar una receta médica de por medio era evidente que retrasaría el acceso al anticonceptivo de emergencia.

Pero no solo nos enfrentamos a declaraciones con tintes misóginos e influencia religiosa y no científica en estos dos temas. En el contexto pandemia y a lo largo de todo este año también hemos tenido que tragar grueso con manifestaciones completamente alejadas de la rigurosidad técnica que deben tener, sobre todo en este momento donde un colegio médico profesional debe ser luz entre tanta pseudociencia y teorías de conspiración.

Dijo por ejemplo al inicio de la pandemia la fiscal del CMC lo siguiente: “No es posible que un doctor pregunte que si no le dan una mascarilla yo no atiendo a un paciente, usted debería estudiar la pandemia porque esto no es ni cerca del ébola, por así decirlo”, desconociendo por completo los derechos del personal de salud en cuanto a su propia protección personal, los de su familia y los demás pacientes que debe atender.

Y pues, cómo olvidar al presidente actual del Colegio quien, desconociendo por completo, no sé si por ignorancia o mala fe, que las vacunas contra la COVID-19 son un bien escaso en el mundo entero, que hay países ricos acumulándolas y que van llegando al país conforme las farmacéuticas las van mandando, se deja decir esta frase luminaria: si traemos 150 mil vacunas por semana y las aplicamos de inmediato, podríamos cubrir dos millones y medio de personas de aquí a diciembre. Eso significa que alcanzaríamos la cobertura necesaria para reactivar todas las actividades comerciales en el país”. Vaya, menos mal. Yo voy a proponer que en vez de 150 mil se traiga un millón, y salimos más rápido todavía.

Y bueno, aterrizo en lo más reciente: el anuncio con bombos y platillos de que el Colegio de Médicos gestionaba la donación de 1,5 millones de vacunas de Johnson y Johnson a punto de vencer. Creo que todo el país se vio, con toda la razón, ilusionado y esperanzado de que aquello fuera una realidad y decepcionado cuando, luego de días de esperar, se informa que la supuesta donación había sido infructuosa.

De repente a algunos nos surgieron interrogantes que no leí o escuché a ningún periodista hacerle al CMC. Si la donación era aparentemente de vacunas sobrantes de un estado, ¿tenían claro que se ocupa un permiso federal y no estatal para la exportación de vacunas? ¿Habían contactado con el Ministerio de Salud o con Cancillería para estas diligencias? ¿Cómo y con quién habían gestionado la logística del traslado de estas? ¿Se había gestionado con alguna empresa o institución los espacios de almacenamiento en frío certificados? ¿Cuáles son las condiciones de traslado, almacenamiento y colocación de las vacunas de esta casa farmacéutica? ¿Se gestionaba como una donación privada o pública, y en cualquiera de los dos casos, quién sería el encargado de coordinar la colocación de las dosis?

Quisiera creer que las intenciones del CMC eran honestas y con el fin último y transparente de colaborar con la pandemia, pero lamentablemente los antecedentes recientes de esta institución me hacen cuestionar si no hay o había una ignorancia total de los procesos o una intención política detrás, sobre todo tomando en cuenta que se acercan las elecciones y que hay personas en todos los ámbitos sin escrúpulos hasta para intentar lucrar políticamente con la pandemia. Que lo digan los nada ilustres diputados.

Reitero, se necesita un Colegio de Médicos y Cirujanos que no olvide nunca el papel crítico que tiene en la protección de la ciudadanía con relación a la medicina y el acto médico, y que jamás anteponga la política o la religión sobre la ciencia y la evidencia. Porque en este momento que tenemos médicos antivacunas y pronos a teorías de conspiración, que confunden a la población y literalmente han costado vidas, nuestra ética y formación científica no debe dar espacio a dudas.

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