Por Emily Orozco Ruíz - Estudiante de la Especialización de Diseño Gráfico

¿Sabías que un privado de libertad sigue “preso”, aun habiendo sido puesto en libertad? A través de los años, ha sido una constante que un expresidiario, al salir de prisión, le lleva mucho tiempo reincorporarse a la sociedad. Debido a su hoja delictiva manchada, no consigue trabajo y, por la total desconfianza de la sociedad, se encuentra “atrapado” en un mundo imposible de escaparse.

Con razones, algunas veces justificadas, aunque la mayoría sale con ganas de trabajar y con pensamientos positivos, un porcentaje alto de esta población sale de prisión y se ve obligada –nuevamente– a infringir la ley. La Carta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, firmada hace más 75 años, establece que los derechos humanos son inalienables y deben aplicarse, sin excepción, a todo ser humano. Sin embargo, los privados de libertad –al volverse expresidiarios– siguen siendo discriminados por la sociedad, y por lo tanto están “presos” en un mundo que no los acepta.

Sin embargo, la reducción de la población de privada de libertad siempre va a depender de que la sociedad –y, fundamentalmente, las autoridades competentes– reconozcan la importancia de una buena educación –desde niños– para todas las personas. Esta será la única forma de que no caigan en la delincuencia. La mayor parte de las veces, cometen los crímenes por falta de educación pues, sin duda, el gran factor es la vulnerabilidad que no les posibilita conseguir trabajo, comida y los lanza hacia la pobreza extrema. Tristemente, terminan con un desagradable desenlace –y un círculo vicioso– de la prisión. Pues, como ya se mencionó, cuando son puestos en libertad, por la falta de oportunidades, vuelven a cometer los mismos errores una y otra vez para, de nuevo, caer presos.

En el año 2019, el Ministerio de Justicia y Paz lanzó un plan que proponía una estrategia que buscaría brindarles a los privados de libertad trabajos y capacitaciones –en las prisiones– para que cuando obtuvieran la libertad pudiera salir con un trabajo. Además, esta estrategia pretendía mantenerlos ocupados con el fin de reducir la conflictividad entre los mismos presos. Muchas de las entidades gubernamentales apostaron por esta estrategia: el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA); Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), entre otros, con la firme esperanza de lograr una respuesta positiva que resolviera algunos de los problemas más graves que sufrían estas personas, y sus familias.

Sin embargo, la falta de creatividad –por parte de las mismas instituciones– para implementar una estrategia efectiva y reinsertar a los expresidiarios a la sociedad –hasta el momento– los ha llevado a un absoluto fracaso. El problema es de siglos. Ciertamente muchas de las entidades de nuestro país que están a cargo de este tema no han logrado ponerse de acuerdo para crear estrategias viables que en realidad contribuyan a mejorar la calidad de vida de esta parte de la población. Por otra parte, los intentos de llevar a cabo estas estrategias de forma asertiva, y con serias metodologías de cambio y presupuesto, han sido un dilema de nunca acabar. El poco interés de que este sector de la población se supere ha sido la constante. Al día de hoy, los presos siguen sin producir en las prisiones, salen sin un trabajo y con un destino desfavorable y precario.

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.