La selección de Inglaterra jugará la final de la Eurocopa 2020 el próximo domingo ante Italia, la primera de su historia, después de eliminar a Dinamarca (2-1) gracias a un penal en la prórroga que transformó Harry Kane para llevar al éxtasis a un Wembley que cambió la historia tras décadas y décadas de decepciones.
Los ingleses llevaban 25 años sin jugar una semifinal y este miércoles no dejaron escapar la oportunidad pese al marcador adverso de la primera parte. Inglaterra se repuso, fue mejor, logró el empate y arrinconó a los daneses el resto del partido. Sin embargo, restaron mérito a su excelente torneo con un penal dudoso.
Maehle intentó quitar el balón a Sterling sin trabar al jugador del Manchester City, que rápidamente se fue al suelo. El árbitro cayó en la trampa y el VAR no hizo nada por corregir este penalti tan ligero, impropio de una semifinal de la Eurocopa. Kane lo falló, se topó una vez más con Schmeichel pero en el rechace resolvió la prórroga.
Hasta entonces, el equipo de Gareth Southgate fue mejor en todas las facetas, salió a morder aupado por su público -ha jugado seis partidos de siete en Wembley- y necesitó muy poco para buscar las cosquillas al avezado Kasper Schmeichel. En solo diez minutos, Sterling y Kane ya le habían hecho entrega de su tarjeta de visita. El meta del Leicester no tuvo problemas en despachar el trabajo.
Inglaterra siguió con su apuesta valiente y con un fútbol vertical que desesperó a la zaga danesa. La ocasión lo merecía y el cuadro de Kasper Hjulmand dio la sorpresa a la media hora con una falta espectacular ejecutada por Damsgaard y con la colaboración de Pickford, que se ubicó de forma errónea antes del lanzamiento. El gol rompió todos los esquemas y además fue el primero que encajó Inglaterra en todo el campeonato.
Los ingleses no lo merecían y prueba de ello fue -que nueve minutos después- conquistaron el empate en una acción imparable por la banda derecha. Una gran jugada de Saka acabó con el cuero en el área pequeña y Kjaer, en su afán por despejar el balón y ante la presencia de Sterling, estableció el 1-1 al marcarse en propia meta.
La segunda mitad comenzó con el recital de Schmeichel, hijo del mítico Peter, campeón de Europa en 1992, con varias paradas sobresalientes. La primera fue a Maguire en una acción que dejó una auténtica postal del cancerbero danés, y después con una mano prodigiosa para impedir el tanto de Jason Mount.
Dinamarca se fue achicando y dio la batuta a su rival. Los ingleses fueron a más, llenaron la hoja de méritos y acabaron encontraron un penalti más que dudoso para tumbar a su rival y citarse con Italia en la pelea por el título. El cuadro de Southgate volverá a jugar en casa en lo que todo apunta a una Eurocopa con sabor inglés.