Por Tatiana Gómez Quirós – Estudiante de la carrera de Publicidad

Uno de los primeros festivales de música que hubo ocurrió en White Lake, New York, a finales de los 60, llevaba por nombre “Woodstock Music & Art Fair” y albergó a más de 400 mil personas, aunque se estipula que pudo haber superado los 500 mil asistentes. El festival tuvo una duración de 4 días, empezó el 15 de agosto y terminó la madrugada del 18. A lo largo del evento, se realizaron alrededor de 30 presentaciones musicales con artistas de rock que en la actualidad son leyendas, pero que representaban una época de lucha y rebeldía, donde se buscaba la paz y el amor. A su vez era una época donde los jóvenes buscaban romper esquemas y darse más libertades, salir de lo cotidiano y enfrentarse a un mundo de aventuras sin tapujos ni límites y utilizaron la oportunidad como un medio para alzar sus voces en favor de un movimiento con un propósito, solo un poco más allá de las drogas y el sexo.

La historia cambia para las generaciones actuales, la participación en estos eventos ha dejado de ser un acto de rebeldía y se han vuelto una experiencia que está en la mente de cada adolescente deseoso de contenido para sus redes sociales, o de jóvenes que solo quieren escapar de sus responsabilidades diarias y vivir otra realidad. Pero Woodstock y los otros festivales musicales marcaron el inicio de una nueva era en el mundo de los eventos musicales, abrieron las puertas para lo que hoy conocemos, y que son tan famosos a nivel mundial, desde Tomorrowland celebrado en Bélgica desde el 2005, hasta Coachella, que se realiza desde el 2001 en Indio, California.

Los cambios que se ven entre cómo se realizaban en los 60 y en la actualidad no son muchos. Musicalmente, los eventos de este tipo más populares suelen ser de música electrónica y no son eventos donde las ganancias se dan a caridades, tampoco abogan por promover luchas sociales. Las nuevas generaciones buscan asistir a estos eventos por un asunto de estatus y de generar contenido, pero se puede rescatar que todo el movimiento proambiental que viene con ellos ha significado un cambio enorme. Ahora se busca que todo en ellos sea amigable con el ambiente, que haya lugares para reciclar la basura, que los puestos o stands usen energía renovable. De igual forma, esos puestos se convierten en instalaciones artísticas en muchos casos, se vuelve parte del embellecimiento escénico del evento. También los lugares donde las personas se vayan a quedar han cambiado, ahora son más decentes y ordenados, en muchos casos las personas se quedan en hoteles cercanos a la zona.

En fin, hay muchas cosas positivas que se perdieron y muchas que se ganaron, el darle un motivo o una razón social sería de las cosas más importantes que podrían implementar los festivales. Tomando en cuenta la gran influencia que tiene en el estilo de vida que siguen las personas asistentes al evento, también se puede rescatar el ejemplo de Woodstock, que no tuvo el apoyo para seguir su promoción por lo poco organizado en muchas áreas que fue, en especial el cuanto a limpieza y seguridad; se sabe que en el primer evento murieron personas y que el consumo de drogas alucinógenas no se hacía con buen cuidado. Lo importante es promover una mayor conciencia colectiva y hacer de estos eventos una oportunidad para crecer y educarnos, además de disfrutar.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.